Diario de Cadiz

Milagro en Cádiz: nace un nuevo barrio

- J. A. Hidalgo

Los que vivimos en esta ciudad ya sabemos que si le damos un zapatazo al suelo aparecen restos romanos o fenicios. No hay obra que se inicie que al final acabe topándose con un enterramie­nto de hace dos mil años, o restos de una casa con los mismos siglos.

Al final, se construye sobre esta parte de nuestra historia, una y otra vez, hasta conformar la propia vida de este terreno.

Es lo que ha pasado con el suelo donde desde hace poco más de dos décadas se levanta el barrio más moderno de la ciudad (por su tiempo de construcci­ón, que no por su modelo urbanístic­o), y que lleva como nombre un homenaje a su últimos inquilino: Astilleros.

Antes, unos cuantos siglos atrás, la parte interna de lo que hoy es este barrio, acogió a una serie de enterramie­ntos donde, después, se descubrió el sarcófago antropoide masculino en un yacimiento en la denominada Punta de Vaca, que en 1924 fue declarado Monumento Nacional y que la Explosión de 1947 se llevó por delante.

El sarcófago se localizó durante los trabajos de desmonte que se realizaron en la zona para permitir la instalació­n de la Exposición Marítima Internacio­nal de Cádiz en 1887, que sería el primer paso para la creación del astillero de los hermanos Vea Murguía.

Mediante diversas operacione­s de relleno, este extremo de la ciudad fue afianzando su carácter industrial. El empresario vasco Horacio Echevarrie­ta impulsará la factoría, tras la dura crisis de principios del siglo XX, mientras que el Estado nacionaliz­ará este complejo tras los enormes destrozos sufridos en las instalacio­nes por la Explosión de 1947.

El suelo irá creciendo hasta los límites de lo que en los años sesenta será el relleno donde se levantará la barrida de La Paz. La frontera, perfectame­nte definida, la marcarán también el suelo portuario y las primeras promocione­s levantadas tras el desastre del 47 en el barrio de San Severiano, junto al colegio de los Jesuitas y el público de Carmen Jiménez.

Así fueron pasando los años, hasta que crisis de los años 70 y 80 afectó con dureza a la industrial naval en la Bahía y puso en entredicho el futuro de la factoría gaditana.

Por lo pronto, sobraba suelo, la llamada Dársena Sur, y nace el término de “terrenos ociosos”.

El Ayuntamien­to de la época, entonces gobernado por el PSOE, proyecta una urbanizaci­ón muy ambiciosa. Un nuevo barrio para la ciudad. Pero “nuevo” con todas sus letras. La operación estaba financiada por Dragados (la constructo­ra del puente Carranza) y recibió el pomposo nombre de ‘la city del siglo XXI’.

La ostentació­n de lo diseñado chocó con colectivos ciudadanos y con la propia Ley de Costas, por lo que Dragados optó por dar marcha atrás. Después llegó un rediseño radical desde la Junta de Andalucía, con un alto componente social que tampoco salió adelante.

La fulgurante aparición en el poder local del PP puso la vista en estos terrenos. La alcaldesa, Teófila Martínez, tras conseguir el soterramie­nto del tren, lanzó a la empresa naval un órdago: iría a la expropiaci­ón si no se aceptaba la venta del suelo a la ciudad. Finalmente, y previo pago de unos 2.000 millones de pesetas de la época, se dio el paso esencial para la creación del nuevo barrio de Astilleros.

El derribo del muro que separaba la fábrica de la avenida de Huelva, entonces una vía en precario, se vivió, en clave gaditana, como el derribo del muro de Berlín. Tras la del tren era la última frontera a salvar en la ciudad.

El barrio, dijo el Ayuntamien­to, iba a contar con 1.500 viviendas, desde VPO a renta libre pasando también por pisos para el realojo necesario para agilizar la rehabilita­ción, entonces, del casco antiguo; había hueco para un centro escolar, una iglesia (que nunca se levantó), un gran parque (que al final reduciría su espacio para dar cabida a una piscina pública) y, sobre todo, se anunciaba la llegada de El Corte Ingles.

Desde tiempos del PSOE, el gigante de la venta por departa

mentos buscaba hueco para abrir en Cádiz. Llegó a pensar en Varela e incluso en la antigua fábrica de tabacos. Pero finalmente se eligió una esquina del nuevo barrio, donde Teófila Martínez ya tenía claro que debía de situarse la pata gaditana de otro de sus grandes proyectos urbanos: el segundo puente sobre la Bahía.

A la oferta se le unió en su momento la construcci­ón de la Casa de las Artes, un complejo educativo de referencia en suelo que el Ayuntamien­to cedió gratis a la Junta (una tradición que aún se mantiene).

La apertura de El Corte Inglés iba a ser a priori el gran motor del barrio, a la vez que el cien por cien de las viviendas se habitaban con rapidez. Empresario­s de la ciudad, animados por el Ayuntamien­to, no tardaron en comprar los bajos para locales de los edificios vecinos al centro comercial... que rápidament­e, también, alquilaron las marcas del grupo Inditex.

Sin embargo, el paso del tiempo hizo ver que la atracción de El Corte Inglés no alcanzaba los niveles esperados, al contrario de lo que ocurría en otras ciudades donde abría un centro.

La oferta comercial sigue renqueante en todo el barrio. El frente de la avenida de las Cortes, el eje centro de la zona, acumula numerosos locales cerrados. No hay, incluso, ni una oferta de barrio, como sí ocurre en Varela o La Laguna. Eso sí, El Corte Inglés reforzó su apuesta por la ciudad mientras que la cadena reestructu­raba e incluso cerrada otras tiendas por el resto del país.

Hoy, el barrio de Astilleros sigue teniendo pendiente una mejor conexión con el casco antiguo de la ciudad, cuando se suponía que iba a ser una de sus dos grandes puertas, al ser punto de llegada del puente de la Constituci­ón de 1812.

Así, espera la definitiva urbanizaci­ón de la avenida de Astilleros, un proyecto previsto en el Plan Plaza de Sevilla que sigue pendiente de financiaci­ón, de cara a la construcci­ón de cuatro carriles, aceras amplias, el carril bici y la plataforma para la segunda línea del tranvía metropolit­ano.

Lo cierto es que el cruce del tranvía (si alguna vez ocurre) por la avenida de Las Cortes es para el barrio una oportunida­d y, también, una preocupaci­ón.

Por lo pronto, cuando se diseñó el barrio se limitó el ancho de su principal arteria, al estilo de la Avenida, lo que ha limitado el desarrollo de nuevos modos de transporte, como el carril bici o el tranvía. Éste irá por la parte central de esta vía, con lo que ello supone de compatibil­idad con los autobuses o el automóvil privado.

Astilleros nació, también, con un parque entre sus equipamien­tos, lo cual fue una excelente noticia para una ciudad con escasas zonas verdes.

El parque Celestino Mutis está bien diseñado aunque no tiene el mantenimie­nto que debería de tener. Además, la ciudad sigue sin aprovechar esta zona verde tan relevante, con zonas para comer al aire libre, con un gran escenario para celebrar todo tipo de espectácul­os y con un área para juegos de pequeños y jóvenes. Igualmente pasa con el paseo marítimo que lo rodea y que da continuida­d al que llega hasta Puntales pasando por La Paz. Un paseo cuya zona de atraques se perdió por falta de mantenimie­nto, con un ancho más que suficiente para la instalació­n de pequeños bares.

 ?? D.C. ?? Al fondo, la Dársena Sur de AESA, que pasó a manos de la ciudad para construir el nuevo barrio.
D.C. Al fondo, la Dársena Sur de AESA, que pasó a manos de la ciudad para construir el nuevo barrio.
 ?? D.C. ?? Trabajos de urbanizaci­ón, con los primeros edificios en construcci­ón.
D.C. Trabajos de urbanizaci­ón, con los primeros edificios en construcci­ón.
 ?? LOURDES DE VICENTE ?? La avenida de Las Cortes de Cádiz. Por el centro irá, se supone, la segunda línea del tranvía metropolit­ano.
LOURDES DE VICENTE La avenida de Las Cortes de Cádiz. Por el centro irá, se supone, la segunda línea del tranvía metropolit­ano.
 ?? LOURDES DE VICENTE ?? El parque Celestino Mutis.
LOURDES DE VICENTE El parque Celestino Mutis.

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