Diario de Cadiz

Tócame las palmas y te canto mi historia

- Jesús Guerrero asustá aonde vamo a llegá

El barrio de Santa María suena, evoca, tiene solera y carisma, y lo sabe. Tiene idiosincra­sia a pesar de sus diferentes ambientes, porque no es igual Concepción Arenal que Plocia. El Barrio se crece, por eso es capaz de quitarse el nombre propio y presentars­e por sí mismo como El Barrio.

Santa María suena a recuerdo de palmas y rasgueo de guitarra. Suena a tacón, a garganta gitana y a castañuela­s cuando paseas por la plaza de la Merced. Suena a trajín en la plaza de las Canastas, con una señora compartien­do al viento lo que está con la fecha que le han dado cita en el médico al salir del centro de salud, cruzándose con un señor asombrao por lo que ha pagado en el súper y

con los precios. Suena a mil lenguas preguntand­o si hay una mesa libre en las terrazas de Plocia y al arrastrar de maletas que llegan de la cercana estación de tren. Suenan los pasos de uno al andar por el antiguo empedrado que queda en Mirador o al rezar bajito, susurro de promesas que los devotos van a pedirle al Cristo, ese Nazareno que es alcalde perpetuo.

Hay ruidos y ambientes que se han ido. Como los que traía el mar, que tanta vinculació­n tenía con el barrio y que se ha difuminado. Ya no suena la fábrica de tabacos. Ni se nota la prostituci­ón que suponía la cercanía al muelle en otros tiempos. Se perdió el corretear de chiquillos que se arremolina­ban por la tarde en casa de Juana, allá por Santo Domingo, cuando puso la primera televisión del barrio y no se iban hasta que no aparecía la carta de ajuste. Ni el olor a pan de La Gloria.

Santa María, como no podía ser de otra manera siendo uno de los barrios más antiguos de la ciudad, tiene muchas historias. Por eso sus calles están trufadas de placas para recordarla a través de sus vecinos. Toreros, f lamencos al baile, a la guitarra o al cante, carnavaler­os, sagas enteras recordadas en sus azulejos. Santiago Donday por murallas de San Roque; ‘Paco’ y ‘Pepa de Oro’, ‘Macandé’, ‘Rebujina’, ‘El loco’, Manuel de Jesusito, ‘la Jacoba’ o Enrique ‘el Mellizo’ por Mirador; Juan Doblones y Pedro Romero por Teniente Andújar; ‘El Barrio’, ‘la Perla’ o ‘el Fito’ por Botica; ‘Chatín’, ‘El Junco’, ‘la Seña Gabriela’, ‘El águila’ o Chano Lobato por Santo Domingo; Luisa Butrón, ‘Cascarilla’, los Ortega y así un no parar.

Pero esas placas cuentan más historia que las que trae el arte. Recuerdan hechos pasados como la leyenda del aljibe en que se tuvo que esconder la cabeza del Nazareno

en el año 36 para protegerla de las llamas en la calle Botica o la lucha vecinal que consiguió vencer a un monstruo tan poderoso que convirtió el barrio, con todo su poderío, en un gueto marginal por culpa de la droga y que se recuerda con una loza en Santo Domingo.

Porque efectivame­nte, no todas las estrofas de la historia del barrio son cantadas por alegrías. En los años ochenta y noventa la droga pegó duro en las familias del barrio. Mucha infravivie­nda y pocas nóminas. La situación de marginalid­ad llevó a que Santa María se rodeara y lo que en otros tiempos había sido la entrada del centro de la ciudad, se convirtió en el escollo que está en la puerta y que hay que sortearlo por los lados.

Ahí estuvieron los vecinos unidos en patrullas para sacar ese espanto de sus calles. Madres luchadoras que veían como se desplomaba el futuro de sus hijos, convertido­s en sacos de huesos. Les tiemblan las piernas al pensar que eso pueda repetirse y resoplan cuando cuentan que está germinando la oscuridad, que ronda de nuevo el barrio la maldita droga y quieren poner pie en pared ante el mínimo indicio. Otra vez no, que hace ya años que los niños volvieron a cruzar el barrio confiados para llevarle nardos a la patrona.

En los noventa llegó el Plan Urban, con la Junta y el Ayuntamien­to apostando por una rehabilita­ción de aquellas casas que se caían. Alguno recuerda también a los asustaviej­as, que mezclaron los dos factores en un interés inhumano. “Metían a yonquis en fincas viejas para que los vecinos mayores se fueran y dejaran sus rentas antiguas de alquiler barato y pudieran especular”, rememora Luis.

La rehabilita­ción funcionó. El

 ?? D. C. ?? Vista aérea de buena parte del barrio Santa María como entrada al centro tras las Puertas de Tierra.
D. C. Vista aérea de buena parte del barrio Santa María como entrada al centro tras las Puertas de Tierra.
 ?? LOURDES DE VICENTE ?? La calle Plocia llena de terrazas y turistas.
LOURDES DE VICENTE La calle Plocia llena de terrazas y turistas.
 ?? D.C. ?? La calle Plocia en 1997 abierta al tráfico.
D.C. La calle Plocia en 1997 abierta al tráfico.

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