Diario de Cadiz

Atlantic Copper y Capital Energy sellan su acuerdo de suministro de energía limpia LA INTELIGENC­IA NO ES ARTIFICIAL

● Desarrolla­n el preacuerdo firmado en 2022 con un PPA que comenzará a aplicarse en 2025, más tarde de lo inicialmen­te previsto ● Los prodigios tecnológic­os dan libertad, pero nos meten en vereda: nada es perfecto, el totalitari­smo, sí

- Alberto Grimaldi TACHO RUFINO economia&empleo@grupojoly.com terceiro parceiro Pasapalabr­a, Los hierbajos sapiens, cago en el amor: Me È un mondo difficile, e vita intensa”.

Atlantic Copper y Capital Energy anunciaron ayer que han firmado un acuerdo marco para que la energética española, que tiene en Andalucía, donde opera desde 2009, uno de sus mercados preferente­s, suministre a partir de 2025 de energía 100% limpia al complejo metalúrgic­o que el primer productor de cobre en España tiene en Huelva.

Este acuerdo marco que acaba de sellarse es fruto del preacuerdo que firmaron en octubre de 2022, tal y como avanzó este periódico, aunque entonces la previsión era que el suministro de energía eléctrica de origen renovable se produjese desde 2024.

Ambas compañías informaron en un comunicado de que, según los términos del convenio firmado entre Capital Energy y Atlantic Copper, la energética se compromete al suministro, a una tarifa estable y competitiv­a previament­e establecid­a a través de un PPA, y durante un periodo inicial de 10 años, de 43.800 megavatios hora (MWh) anuales de energía generada por una planta fotovoltai­ca que está desarrolla­ndo en Málaga, denominada Puerto.

Capital Energy, según ha precisado la empresa renovable, asumirá este compromiso de abastecimi­ento de energía a la citada planta onubense gracias a la prevista puesta en marcha de la instalació­n solar que está promoviend­o en el municipio de Teba, que ha obtenido recienteme­nte la Declaració­n de Impacto Ambiental (DIA) favorable, así como la Autorizaci­ón Administra­tiva Previa (AAP), y que contará con una potencia instalada de 41 megavatios (MW).

Juan José Sánchez, CEO de Capital Energy, afirmó al dar a conocer el convenio marco que “este acuerdo para el suministro de energía renovable a un cliente tan relevante para el tejido industrial andaluz como Atlantic Copper, ratifica nuestro compromiso no solo con la transición energética sino también con el bienestar medioambie­ntal y socioeconó­mico de Andalucía, comunidad autónoma a la que nos sentimos muy ligados y en la que el desarrollo de las actividade­s relacionad­as con la promoción y construcci­ón de instalacio­nes ya ha implicado la inversión de alrededor de 115 millones de euros”.

Por su parte, Macarena Gutiérrez, directora general de Atlantic Copper, ha subrayado: “Estamos completame­nte alineados con los objetivos europeos de descarboni­zación y este acuerdo está en línea con nuestra estrategia empresaria­l de seguir avanzando en el uso de energías renovables para garantizar un abastecimi­ento seguro, competitiv­o y limpio”.

“En Andalucía, el sol es un valor que también tiene que aprovechar la industria”, agregó Gutiérrez, antes de añadir: “En 2022 hemos seguido estando a la cabeza entre las fundicione­s más eficientes del mundo en términos de consumo energético y, además, hemos establecid­o un nuevo objetivo de reducción, comprometi­éndonos a disminuir las emisiones de GEI (Scope 1 y 2) en un 50% para 2030, usando como año base 2018”.

Capital Energy interpreta este acuerdo como una muestra más del firme compromiso que tiene con Andalucía, comunidad autónoma que considera clave para su ambicioso proyecto de energías limpias. No en vano, el grupo desarrolla más de 1.600 MW, tanto eólicos como solares, en varias provincias andaluzas. Esta apuesta tiene su fortaleza en la calidad de su recurso renovable, que está por encima de la media nacional y que pocas regiones pueden igualar.

Presente en seis de las ocho provincias andaluzas –Almería, Cádiz, Granada, Huelva, Málaga y Sevilla–, Capital Energy ha selecciona­do estas ubicacione­s tras hacer un análisis multicrite­rio de todas las variables implicadas –ambientale­s, técnicas, urbanístic­as, patrimonia­les, sociales, etcétera– y después de realizar una amplia revisión bibliográf­ica de toda la legislació­n y normativa vigente.

AYER me deleité –nada nuevo– con los artículos en estas páginas de Carlos Colón y de Luis Sánchez-Moliní. El primero, sobre la pérdida quizá irremediab­le de las salas de cine; la cita reproduce palabras del cineasta David Lynch: “En resumen, en aquella época, la pantalla era gigante. El sonido era analógico y llenaba esa sala increíblem­ente. Era potente, no para aturdir, sino para llenarte, para hacerte sentirlo muy dentro. Esta increíble experienci­a nunca volverá a repetirse. Antes, hacíamos un largometra­je para una gran pantalla con perfecto sonido, como si fuera a exhibirse en un teatro. Podías sentarte y vivir la experienci­a de entrar en un mundo completame­nte nuevo”. El segundo, sobre el alarmismo –o sólo alarma– sobre la extinción del

usted y yo, debido a la amenaza climática, que es natural y ajena a las leyes de los hombres, aunque está aumentada por los productos de nuestra especie; amenaza a la que –añadiría uno– habría que sumar la de la llamada Inteligenc­ia Artificial y su potencia descomunal en manos de la codicia y la maldad: entre la naturaleza y lo artificial, nosotros. Cada uno va viviendo una película que llamamos vida, en una sala oscura y asombrosa, con gente en otras butacas a la que no conoceremo­s nunca. Mientras, el planeta finito da avisos fatales, un lugar que creemos nuestro, pero donde la invisible diosa Gaia absorberá –con nosotros vivos o no– todas las infinitame­nte pequeñas vanidades de las personas. Si no somos capaces de crear lluvia, siquiera.

En esa misma página, en el faldón, el era Rafael Castaño, el reciente ganador del rosco del programa con una pieza titulada que trataba –así lo entendí– sobre lo inexorable de los ciclos (nacimiento, crecimient­o, madurez, declive... o reciclaje). La estupenda columna trata sobre Juan Carlos I, una figura con la que “nació y murió el sueño de un país mejor”, según escribe él. Otra frase del texto me conmovió: “Cae quien tiene una altura desde la que caer”. Merece gubia, quizá mármol. La historia de nuestra vida merece una perspectiv­a soportable, cada uno es su butaca, luchando por entender y soportar la dialéctica que el canalla de Renato Carotone glosaba así en su canción

“La nostra piccola vita, e il nostro grande cuore”. El afecto colectivo juvenil que tuvimos por un Rey que representa­ba la ilusión común de los españoles que, lamentable­mente, ha acabado siendo pasto de la decrepitud, por no hablar de la saña de los revisionis­tas de ocasión, que no tienen memoria comprensiv­a porque es deliciosam­ente onanista sentirse Adán, centro del universo, enano soberbio.

Decimos que ahora el futuro es peor, como más sombrío. Que

El PPA, con una vigencia inicial de 10 años, proporcion­ará 43.800 MW/h

Sin una moratoria al imperio de los robots y su suplantaci­ón de lo humano, la vida será peor

los amores verdaderos son los de nuestros recuerdos, esas anclas idealizada­s. Actitud que es melancólic­a. Sin embargo, hay que resistir. Con toda la humildad posible. Pero negar que las cosas son buenas tal como están. Por la contraria, tampoco vale negar las virtudes juveniles, hoy mayores, que hicieron a nuestro país un país próspero. Rompo una lanza –que no tengo– por el rechazo hacia quienes de forma sacerdotal y severa creen y promueven por ahí que todo es un desastre por venir; por eso me gustó la visión filial de Castaño. Como esta es una columna de Economía, se acaba diciendo que si no hay una moratoria sobre el desarrollo del imperio de los robots y su gran suplantaci­ón de los humanos, la vida va a ser peor. La que quede, que esa es otra. No es el cambio climático, es el cambio informátic­o. ¿Le parece rancio lo de informátic­o? Ahí está la cuestión. De nuevo, por el maño Carotone: “

La inteligenc­ia que te gobierne no puede ser la de una máquina.

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M. G: Parque eólico de Capital Energy en Loma de los Pinos, en Lebrija.
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