Diario de Cadiz

San José del Valle, el paraíso feliz

● Los vallenses se muestran satisfecho­s con la gestión municipal. El pueblo, dicen, ha mejorado y esperan seguir viendo resultados

- Julia Alarcón

FICHA

Población actual: 4.453. Población en 1999: 2.148. Término municipal: 224 km Altitud sobre el nivel del mar: 143 metros. Fundación: 1995 Parados: 483 Precio medio del metro cuadrado: 964 euros.

El Génesis, primer libro del Pentateuco, cuenta que Adán y Eva recibieron el mandato de Dios de comer de todos los frutos del Jardín del Edén excepto de un árbol, el del conocimien­to del bien y del mal. La serpiente, que conocía la prohibició­n, se aprovechó de esta única regla y así tentó y engañó a Eva, que comió del fruto prohibido. Eva, “viendo que era bueno para comer”, le dio también a su marido. El acto de rebeldía, conocido como el pecado original, tuvo su reprimenda: el primer hombre y la primera mujer fueron expulsados del Paraíso.

Un vistoso mural de más de diez metros de alto en el que una mujer sostiene en sus manos una manzana mordida decora el lateral de la guardería La Cigüeña, la única que hay en el término municipal de San José del Valle. Tiene 56 plazas y casi todas están cubiertas. Desde fuera se oyen juegos de niños y alguna que otra llantina que pronto recibe consuelo. Son casi las dos de la tarde y muchas madres (sí, sólo madres, sólo Evas) acuden raudas a recoger a sus pequeños empujando los carritos a toda velocidad para llegar a tiempo al colegio “a recoger al mayor”. “Hija, yo no tengo tiempo ahora de hablar de elecciones, voy a lo justo, lo que sí te puedo decir es que en el pueblo se vive muy bien, cada vez mejor. Para mí, un paraíso”, dice una madre, curiosamen­te, justo frente al mural de la fruta prohibida.

A pesar de esta escena un tanto acelerada, los vecinos de la segunda localidad más joven de la provincia de Cádiz (San José del Valle se independiz­ó de Jerez en 1995) viven tranquilos, muy tranquilos. La vida transcurre a cámara lenta para los mayores que toman refrescos y frutos secos junto a sus cuidadoras a la sombra de los árboles de la Plaza Andalucía, cuyo entorno se ha peatonaliz­ado recienteme­nte. “Ahora la plaza está mucho mejor, igual que la entrada al pueblo. ¿Han visto ustedes la fuente nueva que hay? Eso lo ha hecho el alcalde”, dice un hombre en alusión al socialista Antonio González Carretero, que en las próximas elecciones municipale­s pretende revalidar el que sería su tercer mandato. “Estamos contentos con él”, remata.

En ese momento, dos jóvenes que pasean con un perro se paran al escuchar la conversaci­ón. Tienen 22 años, uno es soldador y el otro trabaja el campo. “Aquí se vive mejor que en ningún lado”, coinciden en señalar los chavales a pesar del importante salto generacion­al que los separa de su vecino. “Eso sí, hay que apoyar más a la juventud”, apostillan.

Unos metros arriba, David, el dueño de una peluquería, nos ofrece su particular análisis socioeconó­mico de la localidad jandeña. “Aquí no hay mucha crisis, la gente vive de la construcci­ón, del campo y ahora también de las placas solares. No obstante, los que dan riqueza al pueblo y lo mantienen son las personas ya jubiladas que han regresado a San José del Valle con buenas pensiones después de haber estado trabajando años en el norte de España, así como en el norte de Europa. Han vuelto a sus orígenes

“La gente vive de la construcci­ón, del campo y ahora también de las placas solares”

después de poner fin a su vida laboral y son gente pudiente”, afirma seguro el peluquero, que no olvida a otro sector de la población que deja y mueve dinero en El Valle, “los que perciben las subvencion­es agrarias”. “Después, como en todas partes, hay economías más humildes y con menos recursos”, añade.

Repasados los bolsillos de los vallenses, David también se atreve con un balance político en clave electoral. “Mire, le voy a decir una cosa, este pueblo ha sido siempre muy del PP y muy religioso, es un pueblo de colonos... pero estoy convencido de que el PSOE va a revalidar su victoria

otra legislatur­a más”, vaticina augurándol­e otros cuatro años más con el bastón de mando a Antonio González Carretero, que se sumarían a los ocho que ya acumula.

“¿Que el alcalde ha pasado ya unas cuantas veces por el banquillo? Bueno... En todas las casas se cuecen habas. También es verdad que ha salido absuelto, ¿no?”, comenta el peluquero, que se maneja bien en el tablero político municipal. “También se presenta a las elecciones Yolanda Aceituno. Ella estaba con Antonio en el PSOE, pero se salió y ahora encabeza la lista de los andalucist­as. No le veo posibilida­des ni a ella ni al candidato del PP. Y el de Vox... es que ni siquiera es de aquí”, zanja el debate este vallense.

González Carretero cae bien. Se ha ganado la simpatía de su gente, que se muestra más que satisfecha con los avances que ha experiment­ado San José del Valle en los últimos años. Yoli, una detallista del mercado de abastos –bastante desangelad­o, pues sólo tiene cuatro puestos y una churrería– lo confirma. “Pelea mucho por el pueblo y consigue cosas”, afirma. Mientras, una clienta refrenda a su frutera: “El Valle lo está poniendo de dulce. Ahora

“Este pueblo ha sido siempre muy del PP, pero el PSOE va a revalidar su victoria”

dice el alcalde que va a abrir un centro de mayores. Tal y como lo inaugure, ya estoy yo ahí la primera para apuntarme”. En el transcurso de la charla, Pedro, otro cliente, hace un inciso: “Tuvimos una rachita mala un poco insegura, porque hubo robos en casas y en bares, aunque ahora parece que está la cosa más calmada. En cualquier caso, hacen falta más policías locales”, se queja. “Policías y camareros, no hay forma de encontrar camareros”, le corrige la dueña de la frutería, destapando que las carencias de mano de obra en la hostelería van más allá de la costa gaditana y del turismo de sol y playas.

El sol empieza a picar en una jornada que El Valle registra 33 grados de máxima. De vuelta a la Plaza Andalucía, una bandera de Brasil junto a otra de España llaman nuestra atención. Es el bar Fragüero, bautizado así porque su dueño, Bartolo, tenía una fragua en la localidad. Hace dos meses que se atrevió a coger este negocio junto con su esposa, cocinera y brasileña, de ahí la bandera.

Por la barra de su céntrico bar pasan muchas personas que encuentran en el local una especie de refugio confesiona­l donde dar rienda suelta a sus opiniones, a veces secretas. Bartolo, a modo de párroco, las escucha todas. “La clientela habla mucho y dice que ve bien la localidad, partiendo de la base de que todo es mejorable, claro está. El alcalde actual tiene mucho carácter, pero no se relaja y eso es bueno. Además, está dando trabajo a los vecinos”, explica el gerente del negocio, que, sin embargo, anota algunos servicios susceptibl­es de ser mejorados, como el transporte público.

Pase lo que pase el próximo 28 de mayo, cuando las urnas hablen, San José del Valle seguirá siendo un pueblo tranquilo y feliz, porque sus habitantes no están enfrascado­s en batallas electorale­s, ni siquiera legales, como los adversario­s políticos de la localidad. Sus vecinos sólo quieren vivir bien, más y mejor. Al que cumpla sus deseos lo apoyarán y lo encumbrará­n, pero sin más. Quizás el paraíso vaya de eso.

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JULIO GONZÁLEZ Yoli, una de las cuatro detallista­s del mercado de abastos.
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JULIO GONZÁLEZ Una vecina, frente al mural que llega hasta la guardería, la única que hay en el pueblo.
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JULIO GONZÁLEZ Mayores y sus cuidadoras en la Plaza Andalucía, cuyo entorno se ha peatonaliz­ado.

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