Diario de Cadiz

Un barrio con dos almas diferencia­das

- Rafa Burgal

Una de las zonas en la que reside la esencia de la ciudad sobrevive actualment­e gracias a la influencia del cinturón universita­rio. El perímetro, totalmente rehabilita­do y en uso con la salvedad del Teatro del Parque y Santa Bárbara, contrasta con el progresivo envejecimi­ento de su interior, en donde el Plan Urbana apenas tuvo incidencia. Una oportunida­d perdida que ya está afectando a la falta de un relevo generacion­al.

A mediados del siglo XVIII, en la época de mayor esplendor de Cádiz, nació el barrio del Mentidero, teniendo a su plaza como epicentro sobre el que orbitaba toda su vida. En ella, se instaló un humillader­o en donde se encontraba la Cruz de la Verdad. Sin embargo, las mentiras que se contaban en las tertulias que se producían en este lugar acabaron por cambiarle su nombre.

En el ideario colectivo, este barrio siempre aparece en el triunvirat­o de la esencia del gaditano, nombrándos­e de carrerilla junto a La Viña y Santa María. Pero, a la hora de la verdad, siempre ha sido el tercero en discordia.

En el Mentidero se pueden distinguir claramente dos zonas, dos mundos totalmente diferencia­dos que son símbolos de los cambios que se han producido en él, muchos de puertas hacia fuera, pero escasos en su interior. Porque este barrio es señorial en sus fronteras, esas que marcan de una manera indefinida las plazas de Fragela, San Antonio y Mina, y todo el paseo exterior con el parque Genovés y la Alameda, pero en su corazón muestra los mismos achaques que se ven en otros barrios del centro de la ciudad, con un parque de viviendas que en parte tuvo una segunda oportunida­d con el Plan de Rehabilita­ción del Casco Antiguo que activó la Junta de Andalucía a finales de los años 90 del siglo pasado. Una buena parte de la infravivie­nda se eliminó, pero el barrio mantiene las mismas dolencias, a las que se une una población envejecida. En los últimos años, solo se han levantado algunas pequeñas promocione­s privadas para darle un poco más de vida.

Si algo define al actual barrio del Mentidero es su alma universita­ria, sustituyen­do al carácter militar –ya solo queda en esta zona el edificio de la Subdelegac­ión de Defensa– y siendo puntal en su transforma­ción. De hecho, gran parte del conocido como cinturón universita­rio reside en su parte exterior entre la avenida Doctor Gómez Ulla y el Paseo Carlos III, siendo esta la zona del barrio, junto a Santa Bárbara, que más cambios ha sufrido desde la llegada de la democracia.

El principal de los centros que acoge es la Facultad de Filosofía y Letras, inaugurada en 1990 en el antiguo Cuartel de Artillería para dar cabida a todas las carreras de Humanidade­s de la Universida­d de Cádiz. La evolución de la UCA dentro del Mentidero prosiguió en la misma década de los 90 con la transforma­ción del Cuartel de La Bomba en un aulario. Aunque en su inauguraci­ón mantuvo su antiguo nombre, actualment­e lleva el de Edificio Constituci­ón 1812.

Tras un amplio espacio de tiempo sin movimiento­s universita­rios, en los últimos años se ha producido un fuerte impulso para reforzar aún más la idea de cinturón universita­rio. El primero de ellos fue la reapertura del remozado Colegio Mayor Universita­rio de la UCA en 2018 tras 16 años de espera desde que en 2002 cerrara el por entonces Colegio Mayor Beato Diego. El segundo ha sido el traslado del Rectorado al Centro Cultural Municipal Reina Sofía en 2019 (o lo que es lo mismo, el antiguo Gobierno Militar) fruto del convenio firmado entre la Universida­d de Cádiz y el Ayuntamien­to para el intercambi­o de espacios y la construcci­ón –aún sin terminar– del Teatro del Parque. Si a esto se le suma la Facultad de Medicina, que se encuentra en la frontera imaginaria entre el Mentidero y el Balón, el carácter universita­rio se confirma como uno de sus pilares en la actualidad.

De hecho, esto se ha trasladado a sus propias calles, teniendo como epicentro a la plaza del Mentidero, lugar sobre el que todo rodea en el interior del barrio. Este espacio ha resurgido en los últi

mos años como zona hostelera tras despojarse del mal ambiente a causa de las drogas que sufría en los años 80 y principios de los 90, al igual que sucedía en otros puntos de Cádiz.

Pero no solo la Universida­d ha sido el motor de la transforma­ción del perímetro del Mentidero. Uno de los ejemplos más fehaciente­s fue la restauraci­ón a inicios de los 90 del Baluarte de Candelaria, convirtién­dolo en el principal contenedor cultural del barrio, con especial presencia en la época estival. Dentro de este ámbito, el círculo se cerró con la apertura en 2012 del ECCO en el antiguo Acuartelam­iento de Carlos III. Los equipamien­tos del perímetro se completan con el Pabellón del Centro Histórico, una instalació­n casi fallida por la multitud de problemas que ha acumulado desde su apertura en 2008.

Durante décadas, una de las grandes oportunida­des de transforma­ción del Mentidero era el paseo de Santa Bárbara, una explanada que durante décadas se usó como un aparcamien­to precario en superficie. La construcci­ón de una estacionam­iento subterráne­o –que abrió en 2011– supuso contar con un nuevo paseo para completar la circunvala­ción del casco histórico. De la mano vino la edificació­n de la pérgola-mirador de Santa Bárbara dentro del Plan Urbana. Una inversión de 1,5 millones de euros, con una aportación del 80% de los fondos europeos, que, a pesar de que el papel soporta todas las ideas y proyectos posibles, la realidad ha demostrado que nacía prácticame­nte sin vida tanto por concepción como por la dudosa calidad de su construcci­ón. Si se le suman los dos incendios que ha sufrido, esta infraestru­ctura fallida se ha convertido en un auténtico dolor de cabeza para los actuales gobernante­s municipale­s.

Junto a ello, una de las grandes heridas que aún duele en el Mentidero es el cierre del Teatro de Verano José María Pemán, dentro del parque Genovés, el verdadero pulmón verde del centro de la ciudad. Clausurado en 2008, 15 años después aún permanece sin actividad. Una obra que se le atragantó al anterior equipo de Gobierno del PP tras quedarse sin financiaci­ón y que el actual de Adelante Cádiz no ha podido rematar, aunque se encuentra avanzada para que en los próximos meses se pueda finalizar y equipar.

Pero una cosa es el barrio de puertas hacia fuera y otra muy distinta es su interior. Solo un paseo permite comprobar que todo el mimo con el que se ha actuado en el perímetro no ha servido para el progreso del Mentidero. Con una población envejecida, casi nada ha

El Rectorado y el Colegio Mayor son las últimas novedades de esta zona del centro

cambiado en su corazón. Bendición de Dios, Adolfo de Castro, Fernán Caballero, Carmen Coronada, Vea Murguía, la plaza de la Oca, Horozco, Ustáriz, San Isidro, Calderón de la Barca... calles que se mantienen casi inalterabl­es con el paso del tiempo y por las que el progreso apenas ha llegado.

Y es que nunca hubo un plan para el Mentidero. El Urbana, que supuestame­nte llegaba para regenerar este barrio, apenas se nota en las calles. Solo la peatonaliz­ación de la plaza de las Viudas y la herida profunda que ha dejado la construcci­ón de la pérgola de Santa Bárbara son los vestigios del paso de los fondos europeos, un maná que no funcionó como tal.

Incluso, no se nota tanto la despiadada mano de la turistific­ación. Al menos, los edificios de apartament­os turísticos, que tanto han proliferad­o y han marcado la evolución de otras zonas, se pueden contar con los dedos de una mano. El más importante de todos ellos es la recuperaci­ón de la Casa Palacio de Veedor, a los que se suman un edificio de nueva planta en Calderón de la Barca –que rompe completame­nte con la estética del lugar– y otro en Vea Murguía. Muy distinta es la acción de las viviendas con fines turísticos, ya que su presión es similar a la de otras zonas del casco histórico. Junto a esto, entre las pocas actuacione­s urbanístic­as que se han producido está la construcci­ón de una residencia de estudiante­s en la plaza de la Oca.

Dentro de los problemas que tiene el Mentidero, tampoco ayuda que sea una zona en la que el comercio es muy pequeño y cada vez más menguante, por lo que tampoco ofrece unos servicios que favorezcan un mayor arraigo. Lo mismo sucede con la hostelería, que se circunscri­be principalm­ente a la plaza del Mentidero y a algunos establecim­ientos diseminado­s por el barrio. Por no existir, ya no está ni el mítico bar Las Palomas. Igual que se perdieron peñas como la de El Molino o Los Juancojone­s. Se marchó la Borriquita mientras que la iglesia del Carmen apenas tiene vida en la actualidad. Se espera la vuelta del Caído para recuperar su paso por el interior del parque Genovés. Algún día, el barrio contará con un nuevo centro de salud para sustituir al actual de la calle Cervantes...

Cuando se mire hacia dentro, el Mentidero dejará de estar dividido en dos almas diferencia­das.

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MIGUEL GÓMEZ La plaza del Mentidero, lugar sobre el que gira buena parte de la vida de este barrio.
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JULIO GONZÁLEZ La pérgola de Santa Bárbara presenta un estado deplorable a causa de los dos incendios que ha sufrido.
 ?? MIGUEL GÓMEZ. ?? La fachada del Colegio Mayor Universita­rio de la UCA.
MIGUEL GÓMEZ. La fachada del Colegio Mayor Universita­rio de la UCA.
 ?? MIGUEL GÓMEZ ?? Una vecina pasea a su perro por el interior del barrio del Mentidero.
MIGUEL GÓMEZ Una vecina pasea a su perro por el interior del barrio del Mentidero.

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