OCHO AÑOS DESPUÉS (PRIMERA PARTE)
ESTÁ la ciudad mejor o peor que hace 8 años?, el tiempo que ha estado José María González al frente del Ayuntamiento. Hay que decir que Kichi es una buena persona, simpático, cariñoso, empático y divertido, fiel reflejo de la ciudad donde las Tres Cés son condición de gaditanismo. Ahí el alcalde es imbatible: punta jurado de una comparsa conocida, socio del Cádiz y, según dijo, acompañante de su madre en la procesión del Nazareno cuya figura, según declaró, llevan tatuada en el pecho los votantes de su partido, en los últimos años incluso asiste a la salida de La Palma. Kichi es la expresión del Cádiz populachero. No es el ogro que ve la derecha ni el Salvochea que ven sus camaradas. Es el primer hijo de una familia humilde que llega a la alcaldía de Cádiz porque no lo era Salvochea ni lo fue Manuel de la Pinta. La derecha gaditana siempre lo consideró un impostor que por circunstancias extrañas llegó al poder. Al no tener apellidos nobles ni formar parte de la burguesía gaditana, era visto como alguien que había robado la alcaldía a sus verdaderos destinatarios. Por si fuera poco los primeros tiempos fueron de postureo más que de gestión. Tomó posesión en mangas de camisa y retiró el crucifijo cuando fue a prometer el cargo que se lo debe a los votos del PSOE, ya que fue
Teófila Martínez quien más votos
Kichi es la expresión del Cádiz populachero. No es el ogro que ve la derecha ni el Salvochea que ven sus camaradas
obtuvo. Por si fuera poco no apoyó a la ex alcaldesa cuando fue insultada tras el pleno en el que resultó elegido. Tiempos de Ana Camelo, Lolo Bouza, el Adri, María Romay , hasta el punto de que David Navarro parecía un brillante gestor, él mismo se lo creyó tanto que cayó en desgracia. Recordemos aquellas asambleas de Podemos donde se iba a decidir quiénes iban a ser los asesores municipales, en lugar de objetar a la misma existencia de los asesores. Al final fueron los que quisieron quienes mandaban, de la mano de Teresa Rodríguez vinieron Barcia y su pareja del momento, Alba del Campo, y toda una legión de elegidos por su fidelidad al poder, no por su capacidad, varios de ellos terminarían de concejales . Tiempos de pancartas y banderas , el alcalde cogió la costumbre de no ir a ningún acto por las tardes con la excusa de la conciliación, así que se pasaba las horas en la plaza Asdrúbal mientras los vecinos miraban asombrados, se puso chaqueta para casar a un amigo de la comparsa, fue a Eutimio para comprarse un traje, momento en el que había comprendido que cuando se representa a una ciudad hay que vestir acorde con las circunstancias. Del amor con Pablo Iglesias a la pelea con Monedero y la ruptura con Podemos a la formación de un partido nacionalista como Adelante Andalucía, donde fueron los antiguos trotskistas devenidos en andalucistas (continuará).