Diario de Cadiz

OCHO AÑOS DESPUÉS (PRIMERA PARTE)

- FERNANDO SANTIAGO

ESTÁ la ciudad mejor o peor que hace 8 años?, el tiempo que ha estado José María González al frente del Ayuntamien­to. Hay que decir que Kichi es una buena persona, simpático, cariñoso, empático y divertido, fiel reflejo de la ciudad donde las Tres Cés son condición de gaditanism­o. Ahí el alcalde es imbatible: punta jurado de una comparsa conocida, socio del Cádiz y, según dijo, acompañant­e de su madre en la procesión del Nazareno cuya figura, según declaró, llevan tatuada en el pecho los votantes de su partido, en los últimos años incluso asiste a la salida de La Palma. Kichi es la expresión del Cádiz populacher­o. No es el ogro que ve la derecha ni el Salvochea que ven sus camaradas. Es el primer hijo de una familia humilde que llega a la alcaldía de Cádiz porque no lo era Salvochea ni lo fue Manuel de la Pinta. La derecha gaditana siempre lo consideró un impostor que por circunstan­cias extrañas llegó al poder. Al no tener apellidos nobles ni formar parte de la burguesía gaditana, era visto como alguien que había robado la alcaldía a sus verdaderos destinatar­ios. Por si fuera poco los primeros tiempos fueron de postureo más que de gestión. Tomó posesión en mangas de camisa y retiró el crucifijo cuando fue a prometer el cargo que se lo debe a los votos del PSOE, ya que fue

Teófila Martínez quien más votos

Kichi es la expresión del Cádiz populacher­o. No es el ogro que ve la derecha ni el Salvochea que ven sus camaradas

obtuvo. Por si fuera poco no apoyó a la ex alcaldesa cuando fue insultada tras el pleno en el que resultó elegido. Tiempos de Ana Camelo, Lolo Bouza, el Adri, María Romay , hasta el punto de que David Navarro parecía un brillante gestor, él mismo se lo creyó tanto que cayó en desgracia. Recordemos aquellas asambleas de Podemos donde se iba a decidir quiénes iban a ser los asesores municipale­s, en lugar de objetar a la misma existencia de los asesores. Al final fueron los que quisieron quienes mandaban, de la mano de Teresa Rodríguez vinieron Barcia y su pareja del momento, Alba del Campo, y toda una legión de elegidos por su fidelidad al poder, no por su capacidad, varios de ellos terminaría­n de concejales . Tiempos de pancartas y banderas , el alcalde cogió la costumbre de no ir a ningún acto por las tardes con la excusa de la conciliaci­ón, así que se pasaba las horas en la plaza Asdrúbal mientras los vecinos miraban asombrados, se puso chaqueta para casar a un amigo de la comparsa, fue a Eutimio para comprarse un traje, momento en el que había comprendid­o que cuando se representa a una ciudad hay que vestir acorde con las circunstan­cias. Del amor con Pablo Iglesias a la pelea con Monedero y la ruptura con Podemos a la formación de un partido nacionalis­ta como Adelante Andalucía, donde fueron los antiguos trotskista­s devenidos en andalucist­as (continuará).

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