Carta de una alumna
Me encuentro aquí sentada, estudiando con mi hijo de siete años y me trae al recuerdo lo importante que fueron los profesores para mí, esa manía de valorar a posteriori que tenemos todos los seres humanos, pero en este caso no quería que quedara solamente en un pensamiento.
Lo importante que son los profesores ‘buenos’, claro está, porque malos también hay… tuve alguno pero no merecen traerlos al recuerdo.
Recuerdo con gran cariño a la seño Mariló, a Manuel Ragel con esas clases de mates que me encantaban, y por supuesto Amalia, esas clases de literatura en las que no hacía falta que abriera el libro si quiera, porque ella era literatura, era maravilloso verla recitar poemas de memoria y ver como disfrutaba.
Las clases de Luis, que eran de Historia, pero los márgenes de mi libro eran un cúmulo de anotaciones, libros que leerme, películas y anécdotas.
Pero todo esto me retrae hasta él, hasta mi profesor preferido, podría decirse, para mí el que más ha marcado mi vida, don Ángel. Mi profesor de Matemáticas, Física, Química y el que tuvo la mayor influencia en mi vida en momentos muy importantes. Cuando me veo sentada aquí con mi hijo explicándole multiplicaciones y problemas, lo que daría porque él tuviera también un don Ángel que le enseñara como él hizo conmigo... El que llegado un momento tan importante de mi vida, me empoderó y me dijo que si alguien podía conseguirlo era yo. Y que esta chica, después de un Bachillerato y un COU de Letras, decidiera estudiar la carrera de Ingeniería… y lo consiguiera.
Hace poco leí que Mújica hablaba de lo importante que eran los sentimientos en la Enseñanza y que si un profesor, aún sabiendo poco, logra que sus alumnos lo quieran ha alcanzado su objetivo, sin embargo mucho conocimiento, si al final no eres querido por tus alumnos no sirve de nada. En eso yo creo que mis profesores lo hicieron bien, muy bien.
Por eso, si estás en el proceso de ser profesor, sé de los buenos, de los que enseñan con conocimiento y con corazón.
A mis profesores buenos, que después de casi veinte años sigo recordando con cariño, y a don Ángel, mi profesor eterno.