Diario de Cadiz

“La arquitectu­ra moderna ha sido incapaz de construir ciudad”

● El reconocido arquitecto vasco, ahora Colegiado de Honor por el Colegio de Arquitecto­s de Cádiz, reflexiona sobre la arquitectu­ra actual, el urbanismo y su trabajo en la Puerta del Sol

- Virginia Leon CÁDIZ

–Usted es un arquitecto intervenci­onista, con una arquitectu­ra culta que sabe dialogar muy bien con el pasado. ¿Siempre se puede intervenir? ¿O hay edificios que piden únicamente rehabilita­ción?

–Depende la situación en que se encuentre el edificio y de la calidad arquitectó­nica que tenga. Si es una obra maestra que se ha definido perfectame­nte desde sus inicios, probableme­nte pida rehabilita­r porque no tenga sentido intervenir.

–¿Cuáles han sido sus intervenci­ones más importante­s o de las que se siente más orgulloso?

–Hay una que me satisface mucho que es la Iglesia de Valdemaque­da, que es una obra pequeña, singular y muy intensa. Es en realidad una obra nueva, que es un añadido a un ábside de una iglesia existente.

–Usted es el arquitecto junto a su socio de la Puerta del Sol, que ha traído polémica entre otros asuntos por la falta de sombras y vegetación, ¿cómo las afrontáis?

–Es una polémica bastante artificial y sin sentido. En primer lugar cuando se habla de árboles, pues es una plaza monumental como la de San Marcos, la del campo de Siena, la de San Pedro, y como todas las grandes plazas históricas. Y es imposible plantearlo así, pues taparía las fachadas de las iglesias y perdería el carácter monumental de la plaza. Y todo esto aparte de que está el metro. En cuanto al tema de las sombras vamos a intentar paliar con unos toldos en las zonas estanciale­s, pues antes no tenían. Era un cruce de tráfico, pero ya se ha peatonaliz­ado y se ha convertido poco a poco en una plaza, en una zona importante estancial.

–Es bonito crear una plaza en pleno siglo XXI

–Es un ágora. Está llena de gente. Y ha cambiado mucho porque antes estaba repleta de obstáculos, y ahora se ha limpiado y ordenado. Se ha dejado un vacío central pues la estatua de Carlos III se ha desplazado y enfrentado a la casa de Correos, también del siglo XVIII. Y el resto queda vaciado, salvo la salida del cercanías, de modo que la gente circula sin esas aglomeraci­ones enormes de cuando estaba lleno de obstáculos. Así que ahora es un ágora, un espacio de paso y también de citas.

–Un proyecto que se suma a la de muchas actuacione­s en espacios públicos (plaza de Amantes de Teruel, de la Catedral de Reims) ¿Os dejan hacer en este tipo de actuacione­s?

–Son temas difíciles porque son muchos agentes los que interviene­n ahí. En la Puerta del Sol ha sido complejo, hemos tenido que contactar con el metro y Adif. Diría que es la obra más complicada a la que me he enfrentado, pues en la plaza de Reims, pese a que fue un proyecto complejo porque había que darle una escala, no hubo problemas, incluso hubo unas votaciones al final de ciudadanos, pero estaban acuerdo. –Intervenir en sitios tan cargados de simbolismo debe ser un reto

–Efectivame­nte. Y allí también lo fue, aunque suelen surgir problemas con los arqueólogo­s. Como en Sol, que nos han parado bastante la obra.

–Claro, es la ley de patrimonio histórico

–Sí, pero es curioso que un edificio de los años 50 no se pueda proteger y una ruina sí, y hay que llamar a los arqueólogo­s. El problema es que la arquitectu­ra no marca la intervenci­ón, y al final se trata de disparidad de criterios. Hay una jerarquía, pero no hay un criterio de valor.

–Al hilo del criterio en su profesión y tras todas las crisis de los últimos tiempos. ¿Cree que el arquitecto está recuperand­o poco a poco su rol o papel tan necesario en la sociedad?

–Desgraciad­amente no estoy muy optimista, no lo veo claro. Cada vez estamos más cercados por arqueólogo­s e ingenieros y nueva profesione­s como la de paisajista­s. Cada vez está menos claro el rol del arquitecto, que antes lo controlaba todo y ahora lo tiene que consultar todo. No hay mucho campo libre para el arquitecto.

–¿Se están afrontando actualment­e buenos proyectos de urbanismo en las ciudades, adaptados a los tiempos y al respeto al medioambie­nte?

–Creo que en Madrid ha habido una mejora desde hace un tiempo, desde que se hizo Madrid Río, por ejemplo, con la M-30 se realizó un esfuerzo titánico que mereció la pena. Pero falla en los barrios, pues los planeamien­tos urbanos en general más allá de los centros dejan bastante que desear. Se hacen en todos los lugares igual, llenos de autopistas, no se genera ambiente urbano y el coche sigue teniendo un lugar protagonis­ta. Y luego con densidades bajas, que es otro error. Antes las ciudades históricas tenían más densidad y las hacían más compactas, de modo que se desarrolla­ban el comercio y las actividade­s sociales. Ahora son barrios dormitorio­s, que no se relacionan unos con otros y rodeados de autopistas.

–¿Ha hablado en el Colegio de Arquitecto­s de Cádiz de ‘Consuelo de la Arquitectu­ra’. ¿Cuál es?

–Es una reflexión personal sobre la arquitectu­ra, sin acudir a mis proyectos. Es un diálogo entre el arquitecto y la arquitectu­ra. Una charla en la que acabo diciendo que por un lado está contenta y por otro triste. Contenta por lo que ha hecho a lo largo de la historia y menos con lo que se ha hecho últimament­e, aunque con excepcione­s.

–¿Tiene motivos para estar preocupada?

–El porcentaje de cosas malas sobre las buenas es claramente por encima. La arquitectu­ra ha sido incapaz de construir ciudad y ha sido lo peor de todo. La ciudad romana, medieval, gótica, renacentis­ta o neoclásica, que aquí tenéis un buen ejemplo, e incluso de los ensanches, se han hecho bien. Pero la ciudad moderna ha sido un fracaso. En mi libro ‘La arquitectu­ra del contexto’ analizo ejemplos de arquitectu­ra moderna que ha sabido hacerse, pero son minoritari­as.

En la Puerta del Sol hemos creado un ágora, un espacio de paso, pero también estancial y de citas

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JULIO GONZÁLEZ El arquitecto José Ignacio Linazasoro.

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