El tesoro del colegio La Inmaculada
● La exposición en el Baluarte de La Candelaria que conmemora los 50 años de esta escuela es un viaje nostágico al pasado que mezcla con la vida del presente
“Siempre en mi mente yo te recuerdo y en mi presente siempre estarás, porque en tus aulas he recibido cultura, amor, paz y libertad”. Este es el estribillo de la canción, una especie de himno titulado ‘Viva el colegio La Inmaculada’, y que compusieron dos profesores históricos de este centro educativo, José Avellá, ya fallecido, y Manuel Guimerá.
Un cartel con esta canción prácticamente da la bienvenida a los visitantes a la exposición que está abierta en el Baluarte de la Candelaria y que conmemora los 50 años de este colegio y que se titula ?ecuaciones de arena y dictados de sal’.
Cuando uno hace esta visita se da cuenta de la cantidad de vidas, el enorme número de gaditanos que han vivido su infancia y han forjado parte de su personalidad en este centro escolar.
Y también que en ese enorme colegio que está radicado ahora en Cortadura y que tuvo sus inicios en los bajos de los llamados pisos Hollywood, hubo también mucha felicidad.
La exposición del Baluarte de la Candelaria es también un viaje al pasado y está estructurada en distintas temáticas donde se van intercalando material antiguo del colegio, muchísimas fotos y diverso materia donde se puede ver la evolución que ha tenido la educación en sí misma.
Es también un homenaje a los profesores que estuvieron tantos años educando a muchos niños, durante bastantes años dentro de la Acción Social del Ejército (el colegio de los militares se llamaba, pese a que muchos niños no eran hijos de persona de las fuerzas armadas, y ahora como público.
Es el homenaje, a don José, a la señoritas Puri, Toñi, Lola, don Diego, etcétera y otros más recientes que todavía están educando al alumnado.
La exposición se recorre con un punto de nostalgia que comienza desde el borrador y un paquete de tizas de las antiguas, un acta del claustro de profesores en el que se hace el reparto de las clases y una entrevista al que fue su primer director, el coronel José Pettenghi.
Parte de ello es lo que se puede ver en el bloque llamado ‘El inicio’. También se ven unos libros con el listado de los alumnos escrito a mano, niños y niñas, porque una de las particularidades que tuvo este colegio es que fue de los primeros que tuvo la educación llamada mixta en aquel entonces.
El segundo bloque es la llamada ‘La llegada a Cortadura’, que se produjo en el año 1977. Entonces lo que se hizo fue que lo que hoy se llama educación infantil se quedó en la avenida Duque de Nájera y se pasó toda la EGB a las actuales instalaciones de Cortadura, la que se le unió al lado el instituto. Entre las fotografías y los objetos se puede ver un enorme compás, un cartabón y una escuadra de madera.
En el área ‘Parvulitos’ sestá la educación de los más pequeños en Duque de Nájera, aunque desde hace ya muchos años ya se quedó también en la actual La Inmaculada. Ahí se puede ver una mesa y una serie de dibujos realizados por el alumnado de este colegio y unos microscopios que llevan indudablemente al pasado.
La parte ‘Entre siglos’ va trayendo un poco de modernidad a la exposición, aunque se siguen viendo libros de textos antiguos, cartilla de escolarización y tinteros. Hay una especie de marco del homenaje de jubilación que se le hizo a la profesores Purificación Gordillo, la señorita Puri, que daba Lengua e Inglés.
Hay una metopa de la Residencia Militar de Navacerrada, aquella a la que iban todos los años los niños de 8º de EGB y que era la despedida del colegio en un viaje inolvidable para tantas generaciones y que ocupa una parte importante en la exposición.
‘La Gaviota’, el que fue el periódico del colegio, las fiestas como aquellas del Día de la Inmaculada, el de las Fuerzas Armadas y los torneos con los profesores. Somos lo que somos en parte a lo vivido allí.
Muchas fotografías y todo tipo de objetos educativos jalonan una muestra recomendable