Un toro estrella y la corrida de Escolar recuperan el espíritu de Las Ventas
Destaca la bravura entregada del tercero, de vuelta al ruedo con oreja para su matador, Gómez del Pilar
FERIA DE SAN ISIDRO EN MADRID GANADERÍA: Seis toros de José Escolar, cárdenos y casi todos cinqueños, de seria presencia aunque de desigual volumen. Corrida de juego también dispar, dentro de los matices de su encaste, desde las complicaciones a la bravura entregada del tercero, “Cartelero” de nombre, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre TOREROS: López Chaves, de grana y oro: estocada corta tendida, pinchazo y media estocada desprendida (ovación tras aviso); estocada corta desprendida y descabello (silencio). Fernando Robleño, de azul noche y oro: cinco pinchazos y dos descabellos (ovación tras aviso); pinchazo y estocada baja delantera (ovación tras aviso) Gómez del Pilar, de caña y azabache: estocada desprendida (oreja tras aviso); pinchazo, pinchazo hondo delantero y descabello (silencio tras aviso) INCIDENCIAS: Entre las cuadrillas, Ángel Rivas destacó picando al primero con lucimiento y efectividad. Quinto festejo de la feria de San Isidro, con más de tres cuartos del aforo cubiertos (20.026 espectadores, según la empresa), en tarde fresca y con rachas de viento
Un toro de sobresaliente y entregada bravura, “Cartelero”, y premiado con la vuelta al ruedo, y el conjunto de la seria y dispar corrida de Escolar devolvieron ayer a Las Ventas el espíritu de autenticidad y rigor ausente en festejos anteriores de esta feria.
Aunque no menos serios que otros astados lidiados en las tardes previas, lo “escolares” lucieron también ese “trapío interior” que aporta la casta, buena o mala, con un comportamiento exigente que hizo que las faenas se siguieran con la atención y la concentración que se echa en falta en los festejos de “gin-tonics”.
Y esa casta fue especialmente patente en ese “Cartelero” tercero. No fue un toro especialmente aparatoso, sino más bien fino y de corta alzada, con apenas 509 kilos, pero más serio y considerable fue que no paró de embestir con una absoluta entrega, haciendo surcos en la arena, hasta exigir de su oponente una entrega similar o mayor para sacarle todo el inmenso partido.
Y Gómez del Pilar, curtido en muchas batallas, esta vez se quedó a medias, sin volver la cara pero sin llegar a apurar hasta su mismo remate y con el necesario mando, tal y como pedía el toro, unas profundas e incansables embestidas, que le costaron incluso una voltereta.
Aun así, el trasteo tuvo emoción, la que puso casi siempre “Cartelero” para darle importancia al insuficiente esfuerzo del toledano que, eso sí, al matarlo a la primera se llevó una oreja con menos fuerza que la merecida vuelta al ruedo para el animal.
Tal vez como compensación, a Gómez del Pilar le correspondió en sexto turno, para restarle opciones, el cárdeno más bajo de raza y el único endeble de un encierro en el que hubo algún otro ejemplar con posibilidades de triunfo, aunque no las ofreciera gratuitamente
A Robleño le costó mucho lucir con un segundo de poca codicia, con medias arrancadas sin emplearse, pero al que acabó sacando muletazos de mérito en un paciente trasteo luchando con el viento, mientras desde el tendido se respetaba su trabajo.
En cambio, el madrileño tardó, también molestado por el aire, en cogerle el sitio a un quinto que quiso emplearse pero al que, sin llegar a pisarle el sitio, Robleño no dejó hacerlo hasta el tramo final del trasteo, cuando le ligó una buena tanda de naturales.
López Chaves se despedía de Madrid, que le hizo saludar tras el paseíllo y le trató con cariño lo mismo en su valiente empeño ante su primero, frenado, reservón y que llegó a voltearle, que con el parado cuarto, con el que se mostró precavido y breve.
López Chaves se despedía de la plaza de Las Ventas, teniendo que saludar tras el paseíllo