Diario de Cadiz

UNA BALA MENOS EN EL REVÓLVER (A JUAN FUENTES IN MEMORIAM)

- ▼ MANUEL AMAYA ZULUETA

POR razones familiares graves que la delicadeza me impide hacer noticia no he podido lanzarme a la vorágine de El Pálpito Amarillo hasta esta noche de mayo, una noche en la que se entreveran pena y alegría, la primera humana y la segunda futbolera.

QHace un par de meses o así y viendo al Glorioso en el palco de Asisa le pregunté al eminente otorrinola­ringólogo gaditano Francisco Javier Rodríguez Moragues, que si veía a mi amigo Juan Fuentes, pregunta que le hice porque sabía que desde hacía años eran vecinos. “Juan está bien, aunque hace unos meses que no lo veo”, me respondió mientras Pacha corría tosca y velozmente por su banda izquierda, justo debajo del palco. Y ahí quedó la cosa. Pero desde ese día me di a mí mismo la orden terminante de ir a visitarlo. Esta noche de alegría futbolera en la que finalmente el Madrid decidió vencer al Geta recibo un uasa (WhatsApp) en medio del match de mi buen amigo Paco: ”Ha muerto Juan Fuentes”. Se me estranguló la alegría del gol de Puskistas, léase Asensio, la mejor zurda de España. Quitando la de Diego

Urdiales.

Me maldije por no haber ido a ver al gran amigo y maestro mío, Juan Fuentes, humanista de los de verdad, catedrátic­o de griego bajo cuyas alas se cobijaron y aprendiero­n todos los pollos que terminaron sus días en las cátedras de griego de aquí y de allí. Descansa en la paz del Dios del que fuiste ministro e hijo amante y amado, amicísimo del alma.

La alegría, como esbocé arriba, procedió de la sufrida victoria del Real sobre la azul escuadra -sin barcos casi- del Getafe. Porque los amarillos tenemos que conformarn­os con las derrotas ajenas. Lástima. La alegría envió al garate el mosqueo que teníamos debido a la alineacion­cita que nos brindó Altaceja.

Sin Modric, Kroos, el negrito de san Martín de Porres, o sea, Rodrigo, si dudan vean el parecido, vayan al iglesión de la Patrona, la Galeona, en su maravillos­o altar barroco de fino mármol genovés. Y sin Benzema. Y, sobre todo, sin al alma mater de este Madrid, Vinicius, un jugador que nos pareció un paquete cuando llegó y que es el amo del colmao albo.

Y estas alegrías (mal de otros) del pálpito amarillo casi nunca vienen dadas por las victorias del yellow submarine, really, que volvió a naufragar ante un romo y miedoso Mallorca, favorecido por un rebote de papa, como decíamos en sexto A en el Columela. Luego todo consistió en algo que me recuerda al Bilbao de mi infancia: vengan centros y más centros. Pero no tenemos a Zarra, Sergio, no, sino a Cris, un chico impregnado de ganas, de buena voluntad, con más centímetro­s que Santillana o Kocsis, pero que pone la cabeza sin buscar el balón, que no va a él, es el pelotón quien acude él y le da en la testa ambiciosa. Y va pa la calle Sopranis o pa Trinidad 24. Es joven, aprenderá, dicen en el palco de Asisa. Al Glorioso hay que venir ya aprendido, les corrijo. De los demás de arriba, poquito, algún deseo incumplido de Guardiola, el “ya no puedo” de siempre del veterano de Vallecas, un Sobrino sin tio que lo lleve al colegio. Y un Alejos siempre a lejos el balón mandando. Y valga el hipérbaton. Como me enseñaste leyendo a Cicerón.

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