Castella, puerta grande en Madrid
L Cartel de ‘No hay billetes’ en la novena tarde de la feria l La corrida de Jandilla ofrece un juego desigual dentro de la nobleza l Manzanares y Pablo Aguado se fueron en blanco
El matador de toros francés Sebastián Castella, que volvía en la tarde de ayer a la plaza de toros de Las Ventas tras varios años retirado de los ruedos, celebró su reencuentro con el público madrileño cortándole las dos orejas al cuarto toro del hierro de Jandilla y abriendo así por sexta vez en su carrera profesional la Puerta Grande que da hacia la calle de Alcalá.
La faena del toro de su triunfo, aunque premiada con una cierta holgura con ese doble trofeo, tuvo momentos de una gran intensidad ante el que fue el mejor toro de toda la corrida, un astado bajo y enmorrillado que rompió a embestir con gran claridad en el tercio de banderillas.
Consciente de su buena condición, Sebastián Castella abrió el trasteo con unos hieráticos estatuarios, sin mover nunca las zapatillas de la arena, para rematar aún mejor ese primer contacto con dos soberbios muletazos por bajo que hicieron entrar en la obra a un público madrileño en la tarde de ayer protestón y disperso.
Tuvo emoción y transmisión este bravo toro de nombre “Rociero”, aunque también un cierto temperamento que afloraba cuando el diestro galo no acababa de soltar sus embestidas, defecto que, con intermitencias, tuvieron varias de sus series con la mano derecha, en las que, aún así, mantuvo el mismo tono de firmeza.
Pero lo mejor llegó, precisamente, cuando, tras dar un respiro al bravo toro y echarse la muleta a la izquierda, Sebastián Castella acertó a soltar mejor las embestidas con los vuelos de la franela, firmando así una excelente y redonda tanda de naturales en los que el toro se desplazó con más fluidez y entrega.
Y, para amarrar el doble trofeo, Sebastian Castella aún apuró con otro emotivo final por ajustadas y ligadas manoletinas y una estocada en lo alto cobrada por derecho, desatando así la petición de ese doble trofeo que da sentido a su, hasta el momento, discreta e inesperada reaparición.
Ya con el primer toro de la tarde, que no tuvo ni clase ni fuerzas, se le había visto asentado y templado, muy por encima de la desrazada condición de un animal al que hizo todo con un sólido oficio y sin una sola concesión.
Otro de los toros con verdaderas opciones de la desigual corrida del hierro de Jandilla fue el segundo de la suelta, al que su mucha altura de “manos” no ayudaba, por falta de coordinación, a concretar su brava voluntad en las arrancadas, aunque nunca se aburriera de repetirlas de manera vibrante.
En esa tesitura, a José María Manzanares le faltó pulso para ayudar al animal a equilibrarse, en un trasteo de escaso ajuste y en el que sobraron numerosos e inadecuados tirones que, aun así, no lograron que el toro desistiera de ir a más en su comportamiento.
El quinto, el de mejores hechuras del sexteto, también apuntó buenas cosas de salida pero, al tiempo que buscaba las tablas, acabó yendo a menos, que no a peor, pidiendo para embestir largo una cercanía mayor en los cites que la que estuvo dispuesto a tener Manzanares.
A Pablo Aguado, por su parte, le tocaron los dos toros de menos opciones, un primero con escasas fuerzas y un sexto desfondado y sin celo, con los que el sevillano estuvo centrado y paciente, logrando incluso muletazos de lento trazo que apenas tuvieron eco en los ruidosos tendidos venteños.
En declaraciones al término del festejo a Mundotoro el espada francés dijo que “Esta Puerta grande sabe a disfrute, gloria, a recompensa, sabe al toreo y a lo que es la vida. Mucho sacrificio y aprendizaje, porque la verdad que las primeras tardes de la temporada han sido duras. El de arriba
Con esta sexta puerta grande de su carrera, el de Beziers se proclama ‘torero de Madrid’
aprieta, pero no ahoga. Es de las Puertas Grandes que más he disfrutado porque he toreado muy cerca, con cadencia, y lo he cuajado”.
Para el torero de Beziers “Ha sido un inicio de temporada duro. Estoy muy emocionado porque solo yo y mi gente sabemos que lo he pasado mal. He podido sacar lo que llevo dentro. En este inicio de temporada no estoy buscando el triunfo, estoy buscando el toreo, y creo que hoy la plaza lo ha visto y nos hemos entendido”.
En esta sexta puerta de su carrera el matador de toros de Beziers se proclama torero de Madrid: “Tengo en mi vida algo marcado y es Madrid. Soy un bendecido de esta vida por tener en mi vida Madrid y ser un torero de Madrid”.
El Cádiz CF dio un paso importantísimo para la ansiada permanencia en Primera División tras vencer 2-0 al Valladolid en un duelo intenso, tenso y complicado que Theo Bongonda resolvió a favor de los locales con una gran actuación y un gol espectacular con el que abrió el camino del triunfo antes de firmar otro para hacer un doblete en su gran noche que fue la gran noche para todo el universo cadista.
Fue la noche de Bongonda, ese jugador llamado a ser el faro en ataque del Cádiz CF, marcado por la irregularidad a lo largo de la temporada y fantástico cuando más falta hacía. Estuvo inmenso en la hora decisiva, ávido de protagonismo. Tomó las riendas y formó el taco.
No fue un choque nada fácil. Todo lo contrario. Tras fallar Rubén Alcaraz un penalti en la primera parte, los visitantes eran superiores en la segunda. Se habían hecho con el mando hasta que Bongonda fabricó uno de los goles de la Liga. Menudo chícharo. Para ponerlo en bucle todo el fin de semana.
El triunfo otorga un necesario respiro a un Cádiz CF que llega a los 38 puntos con tres jornadas por delante para superar los 40 y terminar de concretar el objetivo.
Se aleja del Valladolid, al que saca tres puntos más el ‘goal average’ particular, y mete seis al Espanyol a la espera de su partido de la 35ª jornada. La cosa ahora pinta bien aunque aún no está hecha.
Sergio González sacó un once de vocación ofensiva que sufrió un contratiempo antes del comienzo. La tarde noche empezó torcida con la lesión de Fali durante el calentamiento previo al encuentro. El titán, desconsolado, tuvo que dejar su sitio a Jorge Meré, titular a última hora.
Pese a perder a uno de sus hombres con más carácter, los locales arrancaron con el motor a tope y la intención de llevar la iniciativa. El clásico 4-4-2 frente al 5-3-2 de los visitantes, protegidos atrás pero sin renunciar a cruzar.
La intensidad caminó de la mano de la precaución. Nadie arriesgó más allá de algún pase en profundidad sin consecuencias. Predominaron los servicios largos por alto en busca de segundas jugadas con prolongaciones de cabeza.
En el minuto 10 rompió por primera vez el Cádiz CF la telaraña blanquivioleta, pero el pase que de Sergi Guardiola que dejaba a Bongonda solo delante de Masip lo cortó Escudero en el último instante. En el posterior saque de esquina, Chris Ramos cabeceó alto por poco.
La doble ocasión, aunque el cuero no llegó a ir a puerta, animó a un cuadro local que empezó a conectar en ataque en buena medida por las apariciones de un hiperactivo Bongonda, protagonista por la derecha y a veces algo acelerado.
Cuando los amarillos se sentían más sueltos, un error defensivo de Jorge Meré en el 16 provocó el primer susto de los pucelanos cuando Sergio León entró solo en el área y a punto estuvo de disparar frente a Ledesma.
Salvo en acciones puntuales, era casi imposible general peligro en las áreas. Los dos equipos se emplearon a fondo para frenarse mutuamente con faltas tácticas. Parecieron compartir la instrucción de no dejar jugar.
Justo a la media hora por fin tiraron a portería los inquilinos del Nuevo Mirandilla. Su autor, Gonzalo Escalante, desde lejos y con el esférico a las manos de Masip poco antes de unas de esas jugadas que suelen consideradas claves en el devenir de un partido.
Chris Ramos se internó en el