Puerta grande para Roca Rey en la matinal de la Feria de Córdoba
El matador de toros peruano Andrés Roca Rey ha cortado en la mañana de ayer un total de tres orejas en la corrida matinal celebrada en el Coso de los Califas de Córdoba, un festejo aplazado la tarde del sábado por inclemencias meteorológicas y en el que los espadas José Antonio Morante de la Puebla y Juan Ortega se han ido de vacío.
Abrió cartel y mañana José Antonio Morante, que con un lote dispar de comportamiento, dejó un bonito saludo capotero ante el que abrió plaza, toreando con aplomo a la verónica. Tras brindar al púbico, el diestro de La Puebla se ayudó por alto antes de intentar enjaretar una faena que tuvo dos series de envergadura con la mano diestra. El toro, noble y justo, fue a menos, impidiendo mayor proyección a una labor que quedó preciosos detalles aislados.
Ante el cuarto de la mañana cordobesa, el torero cigarrero tuvo muy pocas opciones ante un animal que se apagó enseguida, por lo que Morante optó por abreviar.
Juan Ortega, que contó con el peor lote de la tarde, poco pudo hacer ante los dos enemigos del lote que le cupo en suerte. Aprovechó su turno de quites ante el primero de los que correspondieron a Morante para dejar con el capote dos coquetas verónicas y una media.
Con su primero, un toro abanto y distraído que no quiso pelea alguna, apenas pudo pasar de voluntarioso el matador de toros sevillano; tampoco pudo hacer mucho más con el manso y muy deslucido sobrero que salió en quinto lugar.
Andrés Roca Rey, que salió favorecido con el mejor lote en el sorteo, desorejó al primero y tercero de la suelta, al que se enfrentó, toreando con mando de principio a fin. Con la capa dejó un ramillete de verónicas, ejecutadas con temple y armonía. Brindó al antiguo matador de toros José María Montilla, decano de los matadores de Córdoba , para llevar a cabo una faena de muleta de mucho ímpetu, toreando con largura y ligazón, aunque sin
TOREROS: José Antonio Morante de la Puebla
Juan
Andrés
acabar de explotar del todo a su toro.
Compuso en el último tercio una faena con la franela muy del corte del espada peruano, rematada en las distancias cortas y consolidada con rango con el manejo de la espada y que fue premiada con las dos orejas de su primer enemigo.
Una apéndice más obtuvo del palco ante el último toro de la mañana, con el que no se amoldó con la capa. Tras brindar al público cordobés, hilvanó series de muletazos sobre ambas manos toreando en largo desde la media distancia y con mayor profundidad. Fue una faena en la media altura que también se remató en los terrenos más cercanos y en los medios y que obtuvo el refrendo de la oreja.