Carta desde el Hospital Universitario de Puerto Real
Desde mi ventana no puedo yo verlo, desde mi ventana el tren no se ve...
A lo lejos veo la autovía, una línea que une nuestra Bahía, como un cordón umbilical. Abajo las gentes transitan entre las urgencias, las admisiones y la parada del autobús. Profesionales sanitarios, familias, madres y padres dedicados, estudiantes universitarios y visitadores médicos, empeñados en su quehacer, en su día a día diverso como las vicisitudes de cada uno.
Veo también otra línea de acero, que nos lleva acompañando desde 1854, ‘El Tren de la Bahía’. Un tren que pasa por la puerta de nuestro hospital y que por algún motivo no para, pasa de largo indiferente al empeño de miles de personas y profesionales que se afanan en estos espacios de salud cada día.
Mi carta va dirigida a nuestros alcaldes, diputados, a Renfe, a la Mancomunidad de Municipios de la Bahía, y sobre todo a los que desde su responsabilidad pública, como el director general de Movilidad de la Junta de Andalucía, pueden mejorar el uso de estas infraestructuras, tan necesarias.
Tras años de abandono creo que es tiempo de activar un apeadero en el Hospital de Puerto Real. Un apeadero para todos, donde podamos acudir a ver a los enfermos, trabajar, estudiar, ir de prácticas o realiza gestiones, sin necesidad más que de subirnos al tren, vertebrador de la infraestructura hospitalaria de la Bahía.
Creo firmemente que nuestros profesionales sanitarios, se lo merecen, ellos que han estado junto a nosotros sin temblar, sin faltar a su juramento hipocrático durante la pandemia.
Por eso solicito un ‘Apeadero de los sanitarios’, una parada de tren en el Hospital Universitario de Puerto Real (apeaderosanitarios@hotmail.com).
El tren y sus infraestructuras están a pocos metros, sólo queda la voluntad política y una mínima inversión, para el beneficio que representaría la construcción de este apeadero.
Debemos invertir en Sanidad, en iniciativas que unan a las gentes de nuestra Bahía.
“El tren. Vecino indolente de hierro, que nos ignora y mira hacia los esteros de agua, distraído por el reflejo del sol sobre el blanco roto de las salinas”. (Gonzalo Abreu).