Diario de Cadiz

¿La calma después de la tempestad?

- JOSÉ LUIS VIDAL

DESPUÉS de pensarlo muy mucho, he de decir que no, para nada me gustaría ser un mutante del Universo Marvel. Creo que, para los que sois fans cómics, adivinaréi­s el por qué. Odiados por esa sociedad que no les comprende, temiendo que sus “terribles” poderes les amenacen tarde o temprano; perseguido­s por un gobierno que los ha marcado como proscritos sin detenerse a tratar de comprender lo que realmente son; atacados sin piedad una y mil veces por megalomani­acos villanos que, con multitud de armas y poderes intentarán borrarlos del mapa…

Esta complicada existencia alcanzó el éxito total desde el momento en el que en sus vidas entro un tal Chris Claremont, guionista que los convirtió en personajes icónicos, logrando que las ventas del cómic que protagoniz­aban estuviera en el Top Ten mes tras mes.

Parece mentira, pero el camino ha sido muy largo, y tras pasar, no sin dolor y calamidade­s, a través de Masacres Mutantes, Caídas Mutantes el Infierno en la Tierra, el grupo formado por Coloso, Tormenta, Pícara, Longshot, Dazzler, Lobezno, Tormenta y Kaos merecían un gran regalo, un descanso.

Y como podréis comprobar al principio de esta décima entrega de la colección Omnigold de Panini Cómics que contiene sus aventuras, los chicos y las chicas se lo van a tomar con calma, y desde el lejano escondite australian­o en el que conviven (están muertos y enterrados para el resto de la sociedad) van vestir sus mejores galas e intentar pasar, primero, una noche de chicas que, como ya imaginaréi­s, termina

yrá como el rosario de la aurora, y en el que a los lectores se les presentará un nuevo personaje, la joven y pizpireta Júbilo, que por cosas del destino saltará a través de uno de los portales del silente Pórtico, llegando a la tierra de los canguros y ocultándos­e en la base mutante.

Pero claro, los chicos también quieren acción. Y la encontrará­n, y de la buena, en un bar, sin percatarse que una brutal (y divertida) invasión alienígena, está mascándose, por los que esa noche en la que las cervezas iban a caer una tras otra, acaba a base de puñetazos…

Tras este ‘prólogo’, las cosas, o sea, la acción y el drama, vuelven a colocarse en primer lugar con el regreso del malvado Donald Pierce, ex rey blanco del Club Fuego Infernal, y su grupo de sangriento­s ciborgs conocidos como Los Cosechador­es, que les van a poner las cosas muy, muy difíciles al grupo, llegando a tener que tomar una radical decisión que disgregará al grupo, con alguna importante baja por el camino, por lo que, curiosamen­te, lo que vamos a encontrarn­os a partir de ese momento son episodios en los que la mayoría de los personajes estarán solos, en diferentes puntos del planeta y sin poder recordar sus anteriores existencia­s (léase Coloso, o Peter, que cambiará los puños por lápices y pinceles). Aunque, en paralelo, y con mucho que ver con lo que le ocurre al grupo ‘madre’, en la lejana isla Muir, se va a formar un nuevo grupo que tendrá que plantar cara a la villanesca amenaza. Comandados por la Dra. Moira Mctaggert, y en cuyas filas estarán viejos conocidos como Banshee, Forja y Polaris.

La acción, emoción, y su buena pizca de culebrón y drama están aseguradas en este puñado de relatos, la mayor parte de ellos ilustrados por el talentoso Marc Silvestri, que iban a recibir la visita, en el número 248 de la colección, de un joven dibujante que, en un futuro próximo se convertirí­a en sinónimo de fulgurante éxito. Su nombre era Jim Lee.

El canon más clásico de los superhéroe­s iba a cambiar de manera radical, ya que primaba, además de la espectacul­aridad de las páginas, un especial cuidado por retratar de la manera más atractiva y seductora a sus protagonis­tas, marcando la que iba a ser una nueva época en la Casa de las Ideas. Nanny Creahuérfa­nos, El Mandarín, La Mano, Dama Mortal, Mojo, Espiral, Duro y Los Cazadores, el Rey Sombra… No serán pocos los villanos a los que los protagonis­tas tendrán que plantar cara en una autentica montaña rusa de emociones. Y como guinda del pastel, la aparición de un nuevo mutante que iba a convertirs­e, casi de manera instantáne­a, en uno de los favoritos de los lectores, ¡Gambito!

Como todo buen tomo Omnigold que se precie, este también contiene una jugosa sección de extras, con entrevista­s inéditas, portadas, pin ups, fichas de personajes…

Pues sí, me reafirmo en mi pensamient­o, no me gustaría ser un Hombre-X. Pero, eso sí, ¡qué bien se lo pasa uno leyendo sus cómics!

yLa acción, emoción, y su buena pizca de culebrón y drama están aseguradas

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