Diario de Cadiz

QUEDAN DOS BALAS

- JOSÉ GUERRERO ‘YUYU’

Hpoco más de cien años, en Cádiz hubo una fábrica de Ford. Actualment­e bien podría haber una fábrica estadounid­ense de marcapasos, porque aquí no ganamos para nervios entre carnaval y fútbol. Y es que el Cádiz se empeña año tras año, salvo contadísim­as ocasiones, en dejarlo todo para el final, como los malos o los flojos estudiante­s. Sí, porque una cosa es no poder y otra no hacer los deberes a tiempo, o aun teniendo capacidad para ello. Y yo creo que el problema de este equipo es el segundo ejemplo. A mí me da que (atracos arbitrales al margen) el Cádiz podía haber hecho solo una mijita más para no llegar a estos dos partidos otra vez con el corazón en un puño. Pero no hay más cera que la que arde y nos la vamos a jugar a dos partidos. Podríamos lamentarno­s, maldecir, acordarnos del árbol genealógic­o del colectivo arbitral, del VAR, de la mala suerte y todas esas cosas, pero eso ya no sirve de nada. Lo que queda es arrimar el hombro y dejar el pesimismo para cuando termine la temporada. Sí, porque en primer lugar dependemos de nosotros mismos. En segundo lugar, los rivales de estos dos partidos están donde están, y como están, por deméritos propios. Y, en tercer lugar, hay muchos enfrentami­entos directos, pero esto último es un arma de doble filo. Aquí hay que salir hoy con sangre en los ojos y la cabeza fría desde el minuto uno. Todo lo demás es un suicidio. Hay que ir a muerte, pero a muerte de verdad, nada de ojanas. Hay que jugar con la cabeza, y si falla esta… con el corazón. Y si este también falla, hay que seguir bajando en la anatomía humana hasta la misma parte velluda, gonadal y testicular, que es la que salva todas estas cosas en los casos más extremos. Porque ya no puede fallar nada más. Es posible que nos falten tres puntos, pero podrían ser hasta cuatro, y llegar a Elche otra vez con los nervios a flor de piel. Es posible que hoy nos salvemos o que a partir de esta noche comiencen a habilitar camas en el Puerta del Mar, Unidad de Cardiologí­a, para el próximo fin de semana. No queda otra que tirar todos del carro, y dejar los mosqueos y cabreos para cuando acabe la liga, si es que hay que cabrearse, no lo quiera dios. Ahora es cuando menos necesitamo­s el pesimismo.

Dentro de mis lógicos deseos de victoria, estoy relativame­nte tranquilo. Sí, porque en esto del fútbol valoro y aprecio mucho al que tira de testiculin­a cuando hace falta, por perdido que se vea, como hizo el Cádiz muchas veces. Y si no somos capaces de hacerlo es que, sencillame­nte, no nos merecemos estar en Primera División una temporada más. Lo tenemos en la mano, pero si otros le echan más casta, pues a aplaudirle­s y se acabó. Pero lo mejor es que ganemos y que sean otros los que tengan que aplaudirno­s. Dejemos los nervios y los reproches en casa y vayamos todos a muerte. Quedan dos balas. Puede que basre con una, pero lo mejor es aprovechar la hoy para no hacer como aquellos soldados que guardaban la última bala cuando todo estaba perdido. A por el Celta, a saco.

No hay más cera que la que arde y nos la vamos a jugar a dos partidos

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