Un convenio a medias para todos
Se las prometían muy felices la ciudad y la Universidad en el año 2019 cuando el entonces rector, Eduardo González Mazo, y el entonces alcalde, José María González, firmaban un convenio que incluía la permuta de varios edificios y el uso compartido de otros, además de una compensación económica por parte de la UCA. Un acuerdo que a día de hoy, dos rectores y un alcalde después, sigue sin poder disfrutarse al 100% por ninguna de las partes. El antiguo Rectorado de la calle Ancha se convirtió en un caramelo envenenado para el Ayuntamiento, que ya ha realizado varias reformas y que mantiene el edificio cerrado a la espera de realizar nuevas inversiones por importe de 600.000 euros; obras que, por cierto, llevan años anunciadas e incluso contempladas en los presupuestos pero que a día de hoy siguen sin haberse ejecutado. El nuevo rectorado, que era el centro cultural Reina Sofía que la ciudad cedió a la UCA, también ha sido objeto de una serie de intervenciones que ha realizado la institución académica para adaptarlo a su nuevo uso como centro institucional y administrativo que alberga a medio centenar de trabajadores. Peor suerte aún han corrido otras dos infraestructuras que contemplaba ese acuerdo Uca-ayuntamiento. La primera es el Teatro Pemán, para cuya finalización de obras entregó la Universidad 1 millón de euros que luego resultaron absolutamente insuficientes para recuperar un teatro que en la actualidad vuelve a estar paralizado a la espera de que el Ayuntamiento vuelva a licitar el final de las intervenciones. Y la segunda ha corrido aún, si cabe, peor suerte; se trata de la pérgola de Santa Bárbara, en cuyos bajos se iban habilitar algunos talleres y servicios universitarios que nunca se activaron por el mal estado de la infraestructura, que no ha hecho sino empeorar estos últimos años con los incendios y el vandalismo del que ha sido objeto.