El Almirante Tomás Garcíafigueras nos ha dejado
Esta es una noticia difícil de aceptar y para la que nunca se está preparado, a pesar de que es ley natural.
Tomás, a lo largo de tu vida militar, desde el primer destino hasta el último como Almirante de la Base Naval de Rota, has ido cosechando un gran cariño y un prestigio que te ha merecido el respeto de todos los compañeros, amigos y subordinados, tanto civiles como militares, y a todos los niveles. Y es que sabías la forma de hacerlo. Era una cosa intuitiva y normal para ti, detallista, cariñoso, humano cien por cien, recto cuando tenías que serlo y un profesional, como se suele decir, como la copa de un pino. Como buen jerezano, nadie tenía una mano izquierda como la tuya, con la que con un par de naturales lidiabas a cualquier miura que se ponía por delante. Y esto lo sé de primera mano pues fui tu subordinado directo. Durante años hemos vivido momentos de todo tipo; buenísimos, buenos y también difíciles. Cuántas veces hemos hablado de tus preocupaciones familiares y profesionales, con un corazón tan inmenso y de una forma tan humana que a veces se te ponían los ojos llorosos, pero siempre sabías cómo salir adelante. Tus hijos, tan cariñosos, tus subordinados y tus amigos deben saber y estar orgullosos de que han tenido un pedazo de padre y un pedazo de jefe, que a mí me dabas envidia.
Por mi parte te quiero agradecer todo lo que me has enseñado con tu ejemplo y he intentado aprender de ti: tus buenas cualidades, tu forma de ser, el cariño con el que hablabas de tu mujer, de tus hijos y tu calidad humana a la hora de mandar a tus subordinados.
Almirante, sólo me resta decir: gracias y a tus órdenes, te echaremos mucho de menos. Seguro que estarás en el lugar que todos deseamos y que indudablemente te has merecido. Miguel Miro y Florita Ruiz (Correo)