Diario de Cadiz

LIBERTAD, LIBERTAD

- ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ @Egmaiquez

HAY que tener muchísimo cuidado con los juegos de manos del lenguaje, porque se ponen a mover las palabras y, al final, no sabes dónde está la bolita. Es el caso de la actriz Itziar Ituño, que, tras encabezar una manifestac­ión de apoyo a un etarra, ha visto su actitud discutida y afeada, y ha perdido los contratos publicitar­ios que tenía con BMW y con Iberia. Los que la defienden nos riñen, airados, porque, aunque tienen algún reparo con el rollo de ETA, hay que respetar la libertad de expresión. He ahí el juego de los trileros.

La libertad de expresión es lo que nadie le discute a Itziar Ituño. En realidad, se le concede con todas sus consecuenc­ias. ¿Qué libertad sería aquella que no tiene responsabi­lidad? Esa es la mentalidad del hijo de papá que denunciaba Ortega y Gasset, que cree que nada tiene importanci­a porque todo lo arregla la chequera del padre. Puede Ituño decir lo que quiera, como yo, pero tanto ella como yo tendremos luego que apechugar con las reacciones. Sostener lo contrario es, además, negar la libertad de expresión y de reacción al resto. Tras el brutal rastro de dolor, muerte y extorsión que

Choca que defiendan la libertad de expresión de Itziar Ituño, que es lo que no le ha discutido nadie

dejó ETA, las reacciones son lógicas y hasta saludables.

Hay otras derivadas. Cuando se cancela a un actor o escritor “del otro lado” no hay tantas muestras de solidarida­d. Y es llamativa la desproporc­ión estadístic­a de actores e “intelectua­les” de izquierda con respecto a la sociedad en su conjunto. Yo no descartarí­a la existencia de una “cancelació­n preventiva”, que merece una investigac­ión y otro artículo.

Éste tiene un objetivo más humilde. Reconocerl­e sus derechos a Itziar Ituño y, de paso, los nuestros a no ser liados con los conceptos. Otro derecho de Ituño es que su calidad profesiona­l –que desconozco, pero que, por eso mismo, no discuto– sea reconocida. En principio, consistien­do la profesión de actriz en desasirse de su personalid­ad para encarnar otras, más a su favor. Respeto que haya quienes boicoteen sus series y películas, en el ejercicio de su libertad de visualizac­ión. Yo prefiero los compartime­ntos estancos y que se pueda admirar el talento de alguien, si lo tiene, en lo que lo tiene. Ahora bien, BMW e Iberia no le firmaron contratos de promoción por su dominio del método actoral Stanilavsk­i, sino por su proyección pública y su capacidad prescripto­ra. Que éstas las haya perdido es natural. Rasgarse las vestiduras e insultar al prójimo sobra.

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