LIBERTAD, LIBERTAD
HAY que tener muchísimo cuidado con los juegos de manos del lenguaje, porque se ponen a mover las palabras y, al final, no sabes dónde está la bolita. Es el caso de la actriz Itziar Ituño, que, tras encabezar una manifestación de apoyo a un etarra, ha visto su actitud discutida y afeada, y ha perdido los contratos publicitarios que tenía con BMW y con Iberia. Los que la defienden nos riñen, airados, porque, aunque tienen algún reparo con el rollo de ETA, hay que respetar la libertad de expresión. He ahí el juego de los trileros.
La libertad de expresión es lo que nadie le discute a Itziar Ituño. En realidad, se le concede con todas sus consecuencias. ¿Qué libertad sería aquella que no tiene responsabilidad? Esa es la mentalidad del hijo de papá que denunciaba Ortega y Gasset, que cree que nada tiene importancia porque todo lo arregla la chequera del padre. Puede Ituño decir lo que quiera, como yo, pero tanto ella como yo tendremos luego que apechugar con las reacciones. Sostener lo contrario es, además, negar la libertad de expresión y de reacción al resto. Tras el brutal rastro de dolor, muerte y extorsión que
Choca que defiendan la libertad de expresión de Itziar Ituño, que es lo que no le ha discutido nadie
dejó ETA, las reacciones son lógicas y hasta saludables.
Hay otras derivadas. Cuando se cancela a un actor o escritor “del otro lado” no hay tantas muestras de solidaridad. Y es llamativa la desproporción estadística de actores e “intelectuales” de izquierda con respecto a la sociedad en su conjunto. Yo no descartaría la existencia de una “cancelación preventiva”, que merece una investigación y otro artículo.
Éste tiene un objetivo más humilde. Reconocerle sus derechos a Itziar Ituño y, de paso, los nuestros a no ser liados con los conceptos. Otro derecho de Ituño es que su calidad profesional –que desconozco, pero que, por eso mismo, no discuto– sea reconocida. En principio, consistiendo la profesión de actriz en desasirse de su personalidad para encarnar otras, más a su favor. Respeto que haya quienes boicoteen sus series y películas, en el ejercicio de su libertad de visualización. Yo prefiero los compartimentos estancos y que se pueda admirar el talento de alguien, si lo tiene, en lo que lo tiene. Ahora bien, BMW e Iberia no le firmaron contratos de promoción por su dominio del método actoral Stanilavski, sino por su proyección pública y su capacidad prescriptora. Que éstas las haya perdido es natural. Rasgarse las vestiduras e insultar al prójimo sobra.