Chirigota. La última y nos vamos. San José de la Rinconada (Sevilla)
LETRA Y MÚSICA. Antonio Álvarez Cordero el Bizcocho. DIRECCIÓN. Ernesto Javier Urmeneta Montiel. EL TIPO. La banda del Titanic. LAS COPLAS. El Titanic se hunde tras chocar con un iceberg en el mar del Falla. Con una puesta en escena espectacular, la chirigota del Bizcocho ofrece un primer pase en el que la historia del hundimiento del famoso barco tiene mucho más peso que el propio repertorio, repleto de pildoritas de humor que no tienen tanto gancho en su conjunto. Sensaciones encontradas a la espera de que termine de romper. Una buena construcción –la de la idea, no la del barco– a la que le falta explotar en algún momento para redondearse. Un camino que se ve desde la presentación, en la que se les cae sobre la cabeza una chimenea de 300 toneladas mientras que tocan “un movimiento de Verdi”. De hecho, es la propia chimenea en el remate la que hace que esta remonte. Repiten la fórmula de dos músicas de pasodoble –una seria y otra humorística–, aunque con menos brillo. Dos letras de presentación. En el primero, con el recuerdo de ‘Los mi alma’, se vuelven a subir al barco de la chirigota. En el segundo, dejan pequeños toquecitos sobre su hundimiento para ver si se “desahogaban”. Solo simpáticos los dos cuplés. En el primero, repiten la escena del dibujo, pero con el que ellos hacen no van a follar. Un poco mejor el segundo al comparar a Puigdemont con Moreno Bonilla, al que le piden que se vaya a Bélgica. Con muchas pamplinas que solo sacan una sonrisa repartidas por la historia del hundimiento, el popurrí se queda a medias a la espera de reflotar con golpes más potentes.