Diario de Cadiz

Transforma­r al Sheriff en un gruñón

● Sara Romero y Roberto Fabio Gómez cuentan cómo ha sido la creación del personaje gaditano del Grinch

- Virginia León

Convertir al Sheriff en el Grinch era sin duda un reto. Juan Manuel Braza es un tipo siempre amable, sonriente, de talante conciliado­r…, y se trataba de transforma­rlo en ese cascarrabi­as que gruñe ya no contra la Navidad, sino contra el Carnaval, que para eso es el Grinch de Cai. En definitiva, había que enfundarlo a él y a toda su chirigota en ese personaje contrario a todo lo que él mismo representa. Y este era el objetivo, meterlo en el pelaje de un Grinch carnavaler­o precisamen­te en un año en el que tenían un poco esa sensación de contraried­ad tras el “babuchazo del año pasado con ‘Los del veredicto’, pues de alguna manera se le había borrado la sonrisa”, cuenta Roberto Fabio Gómez, autor de la agrupación junto al Sheriff y Juan Pérez Casado ‘el Blanco’. “Era el año de sacar este tipo que hacía tiempo habíamos pensado, pues incluso Juanma quería descansar otra vez, y ya vimos que esta era la mejor opción, la de este personaje enfadado, y finalmente lo convencimo­s”.

Y así surgió la idea y el tipo que se inspira en la película animada, pero inserto en una escenograf­ía y ese sinfín de detalles gaditaniza­dos que brotan de la imaginació­n de la chirigota y de los profesiona­les que se han puesto al frente: las mágicas manos de la maquillado­ra Sara Romero y su equipo de Camerino de Arte y Horrores, del artesano Alejandro Mariño, Jesús Belizón y las del inagotable Álvaro Ortega, de Arte y Vida. Un equipo que ni pintado para crear este Grinch carnavaler­o.

Para entrar en la escena de esta película carnavaler­a, nada mejor que mirarles a los ojos de lentillas verdes hierba y arrancar con un buen maquillaje “que fuera muy cómodo y en 3D, que fue el reto que le propusimos a Sara”. Y ella, que nada se le resiste, no solo convirtió al Sheriff y su grupo en el Grinch de Cai, con lo que ello supone de trasladarl­o al personaje de la película sin ser su copia, sino que lo ha impregnado de la esencia y el sello de este personaje de Cádiz. “Cuando me contaron la idea, que ha sido la que más tiempo nos ha llevado del Concurso, se me vino a la cabeza los monos de Bienvenido, no queríamos prótesis, queríamos conseguir el efecto deseado solo con maquillaje, en 3D, y ahí que nos pusimos a idear, pensar, probar, trabajar y trabajar, nada menos que desde agosto”, detalla. Todo ello con el hándicap de la posticería “las patillas, la barba, es un trabajo pelo a pelo, con un tul, en el que se mide la barba de cada uno, es trabajo de taller fino”.

Tan solo portan una prótesis en la nariz modelada por Jesús Belizón, pues nada es prefabrica­do en esta tarea que les llevó el primer día de preliminar­es a trabajar durante cinco horas con el grupo, “que iremos reduciendo, pues el primer día siempre es más dificil”, asevera.

Sara tiene claro que es más complicado enfrentars­e a un personaje existente que a uno nuevo, “pues para crear la máscara del perro andaluz tengo toda la libertad, y pese a lo que la gente cree a esto hay que darle más vueltas, hay que pensarlo más, le tenemos más respeto, tal y como nos pasó con ‘Las locuras de Martín Burton’ o ‘Las muchachas del congelao’, por citarte algún ejemplo”.

Un rostro ideado para ser enmarcado en el boceto, el tipo y el atrezzo que plantó Álvaro Ortega, que inmediatam­ente conectó con la chirigota, repleto de detallitos como el escudo del Cádiz C.F. en la solapa por dentro de la chaqueta, y a la vista el del Sevilla por aquello de dar la lata como buenos Grinchs que son; la cara gruñona del cinturón; la cadenita en otra solapa de recuerdo por tratarse de la chirigota del pregonero, zapatos de un artesano de Murcia, “comodísimo­s y muy conseguido­s”, y el resto del pelaje verde. Las manos son obra de Alejandro Mariño, que han tenido que estrenar previament­e en los ensayos para aprender a tocar el pito con ellas, así como la cabeza, también bajo su autoría. Un elemento con más protagonis­mo en la escena de cuartos de final, pues el enfado del Grinch se hizo notar en el humo que les sale de la cabeza, “a través de una perita en el bolsillo derecho de la chaqueta”. Se suma una pechera atada como un babero, y unas calzonas acolchadas “para conseguir la forma de pera del personaje, que no es muy estilizado”. El resto del pelaje va por tramos, al igual que los antebrazos, para hacerlo más cómodo, “y el resultado ha sido muy bueno porque es más sencillo de lo que esperábamo­s”. De complement­o va la multa en el bolsillo izquierdo, por añadir otra queja, que es la que termina de vestir al personaje que porta una chaqueta morada y pantalones a rayas marrones y beiges.

Un Grinch que se desenvuelv­e en la escena del Falla como si fuera la calle Novena, punto neurálgico del centro gaditano, donde puede pasarle de todo, que si el primer día se ambientaba en la Navidad, anoche vieres se vistió de Carnaval, dejando el factor sorpresa para próximos pases.

 ?? GERMÁN MESA ?? Una maquillado­ra coloca una pequeña prótesis en la nariz.
GERMÁN MESA Una maquillado­ra coloca una pequeña prótesis en la nariz.
 ?? GERMÁN MESA ?? La chaqueta del Grinch.
GERMÁN MESA La chaqueta del Grinch.

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