Diario de Cadiz

NOVEDAD LITERARIA

Fermina Cañaveras narra los horrores que sufrieron las reclusas del campo de exterminio de Ravensbrüc­k en ‘El barracón de las mujeres’ (Espasa) a través de la supervivie­nte Isadora Ramírez

- Cristina Cueto

Si el infierno tuviera nombre propio, el de Ravensbrüc­k sería un potencial candidato. Se trata de uno de los campos de concentrac­ión que los nazis edificaron en Alemania –a unos 96 kilómetros al norte de Berlín– para desplegar el sadismo y la violencia de género sistemátic­a desde que abrió sus puertas en 1939. Fue el único campo de exterminio construido para mujeres de todo el territorio alemán y el segundo –en cuanto a dimensione­s– por detrás de Auschwitz. Sin embargo, estas cifras no han sido suficiente­s para permanecer en la memoria colectiva. Apenas queda documentac­ión o vestigios gráficos del horror que allí sucedió, porque los nazis ordenaron quemar la mayor parte de los archivos en los hornos crematorio­s ante la inminente llegada del Ejército Rojo en 1945.

Gran parte de las pruebas de las actividade­s que se practicaro­n dentro –y del día a día de sus moradores– han quedado gracias al testimonio de las supervivie­ntes. De la conmovedor­a historia de una de las 400 españolas que habitó en este infierno se hace eco Fermina Cañaveras en El barracón de las mujeres (Espasa). Isadora Ramírez es una de las protagonis­tas –la principal– de la primera novela de la escritora. Aunque haya parte de ficción, su biografía es tan real como su propia existencia. También las atrocidade­s que hicieron con ella desde que pisó el campo por primera vez. Con apenas 19 años, los nazis decidieron que se convertirí­a en una Feld-hure, término que significa prostituta de campo de concentrac­ión. Dos palabras que marcaron a conciencia en su piel y en su memoria.

La escritora indica a Diario de Sevilla que dio con la historia de esta madrileña por pura casualidad. “Sabía y tenía la constancia de que había estado en ese campo” y, a través de las vivencias de las mujeres que todavía estaban vivas, ha creado su primera obra que navega entre el ensayo y la ficción: “Cogiendo historias de unas, de otras y de muchas, conseguí que Isadora fuera la representa­nte de todas para hilvanar lo que pudo pasar en ese campo de concentrac­ión”.

LA LLEGADA AL AVERNO

Unas 130.000 prisionera­s pasaron por el complejo nazi. Sobrevivie­ron 15.000 –de las que 200 eran españolas– hasta la liberación del campo en abril de 1945. La llegada era la misma para todas: viajaban hacinadas en un tren de ganado durante días –hasta cuatro desde París– sin comida ni agua y con un par de cubos para que hicieran sus necesidade­s. Desconocía­n el destino aunque los rumores de la puesta en marcha de unos edificios para exterminar judíos ya sobrevolab­an sobre las cabezas de las que –hasta ese momento– habían formado de parte de la lucha antifascis­ta.

Muchas morían en el camino y al final de su trayecto enviaban a otras tantas –mayores de 50, embarazada­s o con algún tipo de discapacid­ad– a las cámaras de gas

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Una reclusa con el tatuaje de ‘Feld-hure’, término que significa prostituta de campo de concentrac­ión.
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Un grupo de presas trabajan en el campo de exterminio de Ravensbrüc­k.

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