Diario de Cadiz

EL CERUMEN DEL ESPANTO

- MANUEL AMAYA ZULUETA

Naún no soy otólogo, quizá en una vida futura. Es que esta alusión al cerumen parece como de medicina o así, me respondió el chusco, ¿no es verdad? No, no, ni hablar; me refiero a cómo el var-bar ha instalado un pánico grande entre el gentío de la pelota. Sigo sin entender, indica un tanto mosca el tal. ¿No te produce espanto cuando un trencilla se lleva la mano al cerumen? Ojú, un montón, exclama uno de la calle Pasquín que pasaba con la orejilla al liqui. Fíjate, ayer mismo, cuando en el último minuto el del pito se lleva la mano al pinganillo, por cierto, qué palabra más fea le han puesto a ese aparatito que llevan en el oído. Claro, el pinganillo del cerumen, espeta el chusco, ya caigo, pisha, tú querías explicar el espanto que se produce cuando se llevan la mano al cerumen, ya te he comprendío. Claro, hombre, claro, el pánico que te come el papo cuando al final casi del cero a cero la Furia Gitana, que jugó, como siempre, un partidazo anulando al barbudo trompetero, dejó irse el codo derecho a deambular por la carita del nene de los Williams dentro del área. Uff, qué jindama, mi arma. ¿Me comprendes ahora? ¿Intuyes por qué le he puesto ese título a la croniquill­a? Sí, sí, claro, si a mí me pasó lo mismo cuando se llevó la mano a la oreja el gachón del silbato. Qué mieo, porque raro es que cuando se llegan al monitor no acabe el respetable cabreao. Siempre. Menos mal que ayer todo quedó en aguas de borrajas, como decía Monsieur Landwerlin­g, mi Proviseur en el lycée de Oloron, topónimo éste que da título a mi reciente y última novela. Ah, que usted escribe, ¿no? Más o menos, le aclaro, bajando la escalera de tribuna. En definitiva, que qué alegría que no volviera a picarle el oído al árbitro; si no, otros dos puntos que se escapan al final, como pasó sin ir más lejos el día del Osasuna. Qué chungo, tío, termina el diálogo el ocurrente que vive en residencia.

Apenas llevábamos diez o quince minutos cuando en el palco de Asisa ya nos empezamos a preguntar los unos a los otros, oye, Manolo, ¿tú notas alguna mejora en el Glorioso? Hombre es pronto; pero yo veo que se empieza a jugar desde atrás, que el balón lo entrega el recién casado Ledesma a los laterales, que a los amarillos ya no les intimida tanto la presencia cercana de un rival, como ocurría siempre con Glez. Y que no se pegan tantos pelotazos inútiles, como hemos visto en los últimos años en Nuevo Carranza. Y es que como dijo aquél, cuanto más rápidament­e alejes la bola de ti, más pronto la tienes encima, es como un frontón. Se serena un poco más el juego. No siempre se busca la trabajador­a testa de Cris

Ramos buscando una segunda jugada, cosa que casi nunca ocurre, pues los toques aéreos del nueve difícilmen­te son aprovechad­os por algún compañero. La defensa parece menos alocada que antes, aunque los problemas de nuestro Glorioso no residen especialme­nte en la defensa, como insinuó el nuevo míster, sino arriba, que seguimos siendo el equipo que menos mete la bolita entre la redes contrarias. Ahí está el forúnculo en el culo del Glorioso, en la delantera, que no marcamos ni al arcoíris, Pellegrino. A ver tú, que fuiste defensa, eres capaz de enseñar a los delanteros. Paradoja. Y en cuanto al resultado, magnífico, pues este equipo venía de golear a Araujo, Koundé, a Puigdemont y a su...

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