EL HERMANO DE PÉREZ
PREPARANDO clases me topé con un trabajo interesantísimo (disponible en línea: E. Lledó Cunill, De lengua, diferencia y contexto, 2009) del que extraigo este acertijo: “Pérez tenía un hermano. El hermano de Pérez murió. Pero el hombre que murió no tuvo nunca un hermano”. Lo planteé en clase. Solo una alumna dio con el intríngulis: Pérez es mujer, por eso su hermano, el que murió, no tuvo nunca un hermano sino una hermana. Es un caso curioso que muestra de qué manera nos condiciona la lengua. El uso del apellido, sin nombre, es (era) más frecuente para aludir a hombres que a mujeres, tal vez porque procede de ámbitos y costumbres socioprofesionales (y las mujeres han tardado mucho en incorporarse al ámbito socioprofesional). A partir de aquí el texto solo usa masculinos (hermano, hombre, hermano). Visualizamos, sin darnos cuenta, un mundo enteramente masculino, hasta el punto de que la mayor parte de nosotros “no ve” en el enunciado la posibilidad de que esos “masculinos no marcados” puedan “incluir” a una mujer. Aquí esto se plantea a través de un juego de ingenio, pero no es una gracia el hecho de que el uso de la lengua invisibilice a la mujer, que es lo que mantienen quienes luchan contra estos usos porque las convenciones gramaticales (que son eso: convenciones) pueden perpetuar situaciones de discriminación. Hoy no se nos ocurriría llamar “sufragio universal” al que es solo sufragio masculino. La Fundéu (Fundación del Español Urgente), unida a la RAE, explica que los cambios gramaticales son más lentos y complicados que los ortográficos o léxicos: “No solo necesitan campañas o detonantes aislados, sino que deben ser cambios generalizados: cuando la mayoría de los hablantes en su día a día, con naturalidad, entiendan que el femenino es más adecuado que el masculino en algunas situaciones y lo empleen así, estaremos ante un fenómeno mayoritario; este uso del femenino será un consenso tácito en la mente de los hablantes. Y entonces la Gramática académica, notaria de la lengua, previsiblemente registrará que el masculino ya no es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto”. Estamos en eso. Pero cuánto cuesta “naturalizar” las cosas en según qué mentes.