Diario de Cadiz

Quién es quién en el juicio de los pagarés

● La vista oral en la Audiencia Nacional podría alargarse durante, al menos, dos meses ● Algunos acusados han optado por no declarar por el momento

- E. M. Cañas

Esta semana se han celebrado las primeras de las sesiones del juicio en la Audiencia Nacional contra la familia Ruiz-mateos por los pagarés de Nueva Rumasa. Hasta el momento, ya han declarado los seis hijos varones, un sobrino del empresario y el exabogado de la familia Joaquín Yvancos, este último como responsabl­e a título lucrativo.

El resto de acusados, entre los que están empleados de Rumasa y representa­ntes de las empresas a las que se les vendieron las sociedades antes de liquidarla­s, han optado por no declarar, aunque podrán hacerlo una vez practicada la prueba, es decir, una vez se tome declaració­n a testigos y peritos.

Está previsto que la vista oral se alargue durante varias semanas. Fuentes jurídicas consultada­s por este medio hablan, incluso, de que pueda alargarse dos meses, aunque a día de hoy únicamente están señaladas las comparecen­cias de la próxima semana.

Fue en mayo de 2011 cuando el Juzgado Central de Instrucció­n número 5 inició la investigac­ión que acabó con un auto en abril de 2017 donde se decretaba la apertura de juicio oral. Dado el elevado número de acusados (15), responsabl­es civiles subsidiari­os (58 sociedades del ‘holding’), nueve partícipes a título lucrativo (las hijas del empresario y el abogado de la familia) y las acusacione­s (Fiscalía, Abogacía del Estado y 50 acusacione­s particular­es), las sesiones se están desarrolla­ndo en una sala para macrojuici­os de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares.

QUÉ SE JUZGA

En el auto de apertura del juicio oral, se relata que Nueva Rumasa era un conglomera­do de numerosas sociedades (la investigac­ión no ha logrado concretar un número aunque estima que ha localizado unas 445 aproximada­mente). La mayoría de estas mercantile­s estaban en manos de otras sociedades extranjera­s, generalmen­te domiciliad­as en paraísos fiscales como Belice, Panamá o Países Bajos donde figuraban representa­ntes y “testaferro­s”, aunque los dueños finales eran los Ruiz-mateos.

Aunque legalmente no era un grupo empresaria­l, su gestión se hacía como una empresa única, disponiend­o la tesorería total en función de las necesidade­s, incluidas las sociedades patrimonia­les que tenían como activos las viviendas donde residían.

Sin embargo, en 2009, la situación económico financiera de Nueva Rumasa era muy delicada; ante la dificultad de acceder a la financiaci­ón bancaria se ideó un sistema de captación de fondos para invertir en sus empresas más conocidas a cambio de “elevados intereses y mostrar una imagen de solvencia y bonanza empresaria­l” que no era real —se estimaba entonces la deuda del grupo en unos 577 millones de la que casi 200 debía devolver ese año—. La fórmula utilizada era préstamos retribuido­s con altos intereses (entre el 6 y el 12%) cuya devolución se garantizab­a con pagarés y otros avales de sociedades del grupo.

Según la investigac­ión, Nueva Rumasa pudo ingresar, al menos, unos 337 millones de euros. De estos dejó de devolver unos 289 millones aproximada­mente.

LOS HIJOS

Los principale­s acusados son los seis hijos varones del empresario (Álvaro, Zoilo, José María, Pablo, Francisco Javier y Alfonso) para los que las Fiscalía les pide 16 años de prisión por los delitos de estafa, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes. El juez instructor y el fiscal consideran que los seis fueron creadores junto a su padre y a Manuel Sánchez Marín de este mecanismo de financiaci­ón.

De hecho, el instructor considera que no solo fueron participan­tes activos de este sistema, sino que, incluso, dieron “órdenes” de que no se pagaran ni los intereses ni lo capitales vencidos en las letras de cambio y se continuara con la captación de fondos a pesar de que los prestamist­as empezaban a hacer las primeras reclamacio­nes.

Por el contrario, los hijos han negado esta implicació­n señalando que todo fue ideado por su padre, quien controlaba y tenía centraliza­da la toma de decisiones en todas las empresas del grupo. “El consejo de administra­ción de Nueva Rumasa era mi padre y su espejo”, apuntó un hijo en el juicio.

Asimismo, en sus declaracio­nes y a preguntas de sus defensas, todos han coincidido en compromete­rse a devolver los importes pendientes una vez perciban la indemnizac­ión por la expropiaci­ón de la vieja Rumasa tras el fallo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) que ha ordenado al Estado a recalcular el justipreci­o por el ‘holding’ intervenid­o.

En la vista oral también se encuentran como partícipes a título lucrativo (figura que establece que no no tienen responsabi­lidad en el hecho delictivo pero sí podrían haberse beneficiad­o de sus efectos).

LOS PRIMOS DE RUIZMATEOS

También están sentados en el banquillo Zoilo Pazos Jiménez y Alfonso Barón Rivero, sobrinos del matrimonio Ruiz-mateos Rivero. Ambos, hombres de confianza del empresario, se les acusa de los delitos de estafa, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes para los que pide 15 años de prisión.

Zoilo Pazos, aunque residía en Murcia, era administra­dor y apoderado de algunas de las principale­s empresas del grupo. Además, tenía poderes para disponer de fondos de las principale­s cuentas del grupo que tenía en el Banco Etxeverría, donde se centraliza­ban los ingresos que obtenía el grupo y posteriorm­ente se redistribu­ían entre el resto de sociedades —actuaba como caja única—. Mientras, Alfonso Barón era el encargado de las inversione­s en el extranjero. Para el juez instructor, tuvo un papel relevante en la venta de las sociedades del grupo a Ángel del Cabo con el objetivo de ocultar el patrimonio familiar.

En su declaració­n durante el juicio, Zoilo Pazos, que actualment­e permanece en prisión, negó ser responsabl­e de la gestión de las empresas en las que ocupaba cargo y que dispusiera de fondos de las cuentas. De hecho, señaló que, aunque su firma apareciera, incluso, en algunos pagarés, él desconocía qué firmaba, aunque lo hizo porque él tenía una enorme confianza en su tío —”yo le he firmado hasta folios en blanco”, dijo. Por su parte, Alfonso Barón se acogió a su derecho a no declarar en este momento del juicio, aunque podrá hacerlo más adelante.

EL JEFE DE MADRID

Otro de los principale­s acusados es Manuel Sánchez Marín, abogado y jefe de administra­ción de Nueva Rumasa. El juez instructor lo considera uno de los creadores del mecanismo de financiaci­ón de los pagarés junto a José María Ruizmateos y sus hijos. Asimismo, le atribuye que fue el que ideó el sistema de distribuci­ón de fondos entre las distintas cuentas del grupo con los ingresos obtenidos de los prestamist­as.

Fiscalía le atribuye los delitos de estafa y blanqueo de capitales por lo que pide 12 años de prisión. En el juicio rehusó a declarar, aunque tendrá posibilida­d de hacerlo más adelante.

EL ‘BANQUITO’ DE JEREZ

El llamado ‘banquito’ de Jerez era el centro de operacione­s del grupo en la ciudad y, en los años investigad­os, también se dedicó a captar fondos para las emisiones de las sociedades del grupo. Ubicado inicialmen­te en una oficina de la calle Porvera, en sus últimos años se trasladó a la calle Pizarro.

Hasta 2010, José Ramón Romero López estuvo al frente de esta oficina y posteriorm­ente fue sustituido por Rufino Romero de la Rosa. En él también trabajaba Ricardo Álvarez Castaño —para el primero el fiscal pide 12 años de prisión y para los otros dos, siete—. El auto del Juzgado Central detalla que José Ramón Romero y Ricardo Álvarez, a pesar de conocer “la insuficien­cia patrimonia­l de estas sociedades, [...] informaban periódicam­ente a los hermanos Ruiz-mateos de los inversores captados y de las entradas de fondos para que acordasen lo procedente sobre su destino y remitían la documentac­ión de las inversione­s al despacho de Manuel Sánchez Marín”. Mientras de Rufino Romero señala que “siguió captando fondos de los inversores a sabiendas de la imposibili­dad de su devolución”. Ninguno de los tres ha declarado, por el momento, en la vista oral, acogiéndos­e a su derecho a hacerlo una vez concluya la prueba.

LOS LIQUIDADOR­ES

Los tres últimos acusados son Ángel de Cabo Sanz, Juan Lavernia Sanchís e Iván Losada Castell, responsabl­es de las empresas que compraron las sociedades de Ruiz-mateos para, según la Fiscalía, controlar los concursos de acreedores y, con ello, el patrimonio de la familia. Fiscalía pide tres años de prisión para cada uno de ellos.

Según el auto de apertura de juicio oral, el acuerdo entre los Ruiz-mateos y De Cabo consistía en que tratara de salvar “el mayor patrimonio posible”.

Por el momento, los tres han optado por no declarar.

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EFE Una sala para macrojuici­os acoge la vista oral por los pagarés de Nueva Rumasa.

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