Diario de Cadiz

LA DAMA DEL TANGO

- FALI PASTRANA

PARA muchos, el crucifijo es una fe, un camino a seguir, un signo del catolicism­o que marca en el prójimo una forma de vivir. Es muy respetable y gracias a este respeto podemos convivir unos con otros, al menos en Cádiz. Para muchas personas “su religión” puede ser la música, el deporte, o sencillame­nte, hacer el bien a los demás.

Adela del Moral vivió haciendo que los que estaban a su alrededor fueran felices. Fue una mujer comprometi­da con la sociedad y con nuestra fiesta. Fue una verdadera amiga de sus amigos. Puso los cimientos, de una vez por todas, de la participac­ión de la mujer en Carnaval y la futura igualdad. Ha dejado una profunda huella y desamparo en el que fue, y siempre será, su coro. Porque uno o una puede empuñar una bandera y hacerla ondear con rabia, en defensa de un porqué. Pero no es el caso. Adela alzaba la bandera de la amabilidad y el compromiso, pero sin decir aquí estoy yo. Su carácter dialogante y mediador nos hizo entender, a los que no la conocíamos a fondo, que se puede vivir sin mala cara y sin protestar. Que se puede conseguir alcanzar metas con el diálogo y la delicadeza. Sin buscar protagonis­mo, ni el triunfo por encima de tal o cual.

En lo que a la fiesta se refiere, concretame­nte al Coro, sabía trasladar al grupo la exigencia y el compromiso. Logró compactar las voces de mujeres y hombres de una manera excepciona­l, se dejaba la piel y su tiempo en ello. A principio de los ochenta era impensable que la mujer cantara un tango desde una carroza. Para los más viejos, y reconcentr­ados de la fiesta, aquello era tan raro como pecaminoso. La voz en el Tango era exclusivid­ad de hombres, cuanto más ronca o grave mejor, sin norma o ley que lo regulariza­ra, pero nació así y así se hacía. Ella parió el nuevo modelo de afinación, con delicadeza y feminidad, pero respetando las raíces del Tango, con valentía, arrojo y sabiendo que sería el centro de muchas críticas. Nunca pensó, que cuarenta años después, este acto se considerar­ía como algo heroico. Desde su posición, supo defender la modalidad y fue un alma luchadora del carnaval gaditano. Ella por su sencillez y honradez, no le daría la importanci­a histórica que tiene. Descansa en paz Adela.

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