Más de 30 años con fugas de agua potable en el Puente Zuazo
● Hay constancia de pérdidas en este punto desde 1993. También en 1997, 2002 y 2012. La última reparación se acometió en 2013
De la existencia de fugas de agua potable en la tubería de impulsión que abastece a las ciudades de San Fernando y Cádiz se tiene constancia desde al menos 1993, según la hemeroteca.
Eso sí, en estos 30 años se han acometido intervenciones puntuales para solventar esta pérdida de agua. Aunque las fugas han reaparecido siempre al poco tiempo. Y el problema, lejos de solventarse, ha ido a mayores.
Se trata, desde luego, de una cuestión sobradamente conocida por las administraciones desde hace tiempo, si bien en el contexto actual de grave sequía el derroche constante de agua potable chirría e indigna a los ciudadanos, a los que se han empezado a aplicar restricciones y medidas de ahorro. La última, por cierto, una modificación de las ordenanzas que regulan las tarifas que implicará una subida para lo que desde el Ayuntamiento de San Fernando se ha llamado “los grandes derrochadores”.
Hay noticias de la fuga de agua de la tubería que discurre por el Puente Zuazo desde 1993, cuando se tuvo que intervenir para afrontar su reparación. Entonces lo hizo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), que en aquel momento tenía las competencias con respecto a la cuenca hidrográfica del río Guadalete. De hecho, el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana (CAZG) –al que ahora el Ayuntamiento isleño reclama la reparación de la fuga existente en este punto– no se constituiría hasta 2005.
Y el problema volvió a aflorar apenas unos años más tarde, en 1997. No obstante, según recogen las noticias de la época, “no se estimó que la fuga fuera lo suficientemente grande como para atajarla”.
Pero sí lo fue en 2002, cuando nuevamente se registra una intervención de la CHG. En esos momentos, la pérdida de agua potable se cifraba entre 1,5 y 2 litros por segundo: unos 259.000 litros de agua al día.
Pasarían otros 10 años hasta que un colectivo ambiental, la asociación Los Jartibles de la Bahía, denunciara la existencia de una sino de varios puntos de fuga de agua potable –hasta 6 se llegaron a contabilizar– en la tubería del Puente Zuazo. Agaden, semanas después, se sumaría a las críticas por la pérdida de litros y litros de agua a diario por este punto. La entidad aportó entonces un dato: se calcula que del agua que sale de los embalses que abastecen a la zona gaditana se pierde por el camino en las fugas un 30% del agua. La del Puente Zuazo, evidentemente, es una de ellas. Y de las más llamativas además.
El problema, evidentemente, tiene su origen en la rotura de la canalización por la que discurre el agua, probablemente debido a su antigüedad. Y, además, intervenir en una zona como el Sitio Histórico del Puente Zuazo, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC) y altamente protegido, reviste de gran complejidad.
Curiosamente, el proyecto de rehabilitación del Puente Zuazo, que lleva años olvidado en un cajón, contempla el ejecución de una nueva tubería de impulsión que discurriría por el ramal paralelo que se construyó con las obras del tranvía y que permitió eliminar el tráfico rodado por este punto.
El ramal que salva el caño, de hecho, está ya preparado para alejar las nuevas conducciones. El coste de esta actuación, que se incluía en la segunda fase de la rehabilitación del Sitio Histórico, se cifraba entonces en unos 5 millones de euros.
Tras estas denuncias, el CAZG acometió primero unas catas para evaluar el estado de las canalizaciones en el Puente Zuazo y después una intervención que se desarrolló en 2013. Es la última de la que se tiene constancia. Pero una vez más las fugas volvieron a dar la cara años después. Sin embargo, en plena sequía, el desperdicio constante de agua, captado en vídeos que circulan por las redes sociales, ha indignado a una ciudadanía a la que hace apenas unos días se le informaba de la revisión de las tarifas para castigar el consumo excesivo y el derroche de agua. Por el momento no se ha cuantificado a cuánto asciende esa pérdida permanente del caudal que se está derrochando a pesar de las escasas reservas.
En la segunda fase de la rehabilitación se contempla la ejecución de una nueva tubería