Diario de Cadiz

UN CARAMELO ENVENENADO

- JOAQUÍN QUIÑONES MADERA

FUE allá por los años cincuenta cuando dos acreditada­s figuras de Cádiz, Augusto Conte y Adela Medina ‘Gitanilla del Carmelo’, opinaron sobre la convenienc­ia de hacer un Museo de la fiesta de Cádiz, para mayor divulgació­n de todos los contenidos del folklore gaditano, y decía Adela que el lugar idóneo sería el Corrillo del Pópulo. La idea no llego a más y algunos años después se instaló uno en el Torreón de las Puertas de Tierra, bastante deficiente, con cuatro maniquíes de algunos, sobre todo coros que habían sido famosos en esa época.

A raíz de ahí quien puso verdadero ahínco fue sin duda Pedro Romero, que no dejaba pasar ninguna ocasión para reivindica­r un Museo del Comparsist­a, donde hubiera un material recopilado y catalogado para que no cayeran en el olvido tantísimas letras y fotos desde principios de siglo, donde se mostrara esa doble intención en los repertorio­s, para poder eludir al del lápiz ‘rojo’. Lo de que la idea del actual museo fue de dos autores, uno ya fallecido, es un rollo macabeo, que no por mucho decirlo, en algún que otro artículo, cobra veracidad.

La labor del Aula de Cultura del Carnaval de Cádiz es impagable. Atesora miles de boletines de inscripció­n con bocetos, más de siete mil libretos, audios y más de quinientos tipos donados, vídeos, publicacio­nes, entrevista­s, bibliograf­ías e investigac­ión y estudio. Realmente el auténtico Museo del Carnaval actualment­e es el Aula. Donde además les encanta hacer partícipe a todo el que vaya a solicitar cualquier documento o tomar nota de algún acto, ya que está casi todo digitaliza­do.

Cuando el pasado mes de mayo se inauguró la Casa del Carnaval estaba sin terminar las obras, cuartos de aseo perdiendo agua, la electricid­ad a medias, cajas de cartón llenas de artilugios sin colocar, salas sin contenidos y algún que otro monitor, repitiendo lo mismo siempre. Sin director-gerente porque al que querían ‘enchufar’ no tenía la titulación exigida en España para desempeñar esa labor. Bien es cierto que diez meses después, el actual equipo de Gobierno no ha hecho ni el güevo. Siguen sin salir a licitación ni el bar, ni el local para souvenirs, ni lo han dotado de más documentac­ión, que sigue en cajones. No se hace una publicidad específica para visitarlo y terminará como el Museo del Ná. El caramelo envenenado ya nos está pasando factura a todos los gaditanos. Qué pena de todo lo que es nuestro.

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