Diario de Cadiz

De Cádiz al mundo

● El primer tramo de la Gran Final se ve eclipsado por el pasodoble que le dedica Antonio Martínez Ares a Juan Carlos Aragón con su comparsa ‘La oveja negra’

- RAFA BURGAL

En la noche en la que Cádiz se muestra al mundo, el Concurso del Falla vivió una última función con muchas emociones. Esas que, por ejemplo, provocaron las despedidas de Miguel Ángel Fuertes y Eduardo Bablé por su jubilación. O un pasodoble de Antonio Martínez Ares a Juan Carlos Aragón que se llevó una prolongada ovación.

Hay una luz en el cielo que brilla como una luciérnaga. Esa es la estrella de Julio Pardo, quien tristement­e se marchó hace un año. En la noche más grande de Cádiz, su coro cerró el ciclo de un año complicado con un homenaje para que no se pierda su memoria. Fue el broche de la participac­ión del coro ’Los luciérnaga­s’ en el Concurso. Una buena actuación con tintes gaditanos en todas sus coplas para mantener la regularida­d respecto a sus anteriores pases. Embajadore­s de Cádiz cuya luz les ilumina por el mundo, se acuerdan de su tierra en todas las coplas, lo que les sirve para redondear la idea. Ya en el primer tango, un poco por debajo del resto del pase, vuelve a aparecer su defensa a partir de su acento. Lo hacen con una letra mitad piropo, mitad tirón de orejas al comenzar con una leyenda de un barco cargado de todos los tesoros que tiene la ciudad y que un capitán vendió a cambio de quedarse con la letra s. Sin embargo, se guardaron dos para llamar “sieso” a quien no nos entienda. Mejor hilvanado el segundo en memoria de Julio Pardo a partir del recuerdo de gaditanos ilustres como La Perla, Chano Lobato, Pericón, Manolo Santander o Juan Carlos Aragón, con los que en el cielo hay “un revuelo de gaditanos”. Para ellos, la estrella más especial es la de Julio Pardo, que es la que “nos ha enseñado el camino” y ha conseguido que vuelvan a estar en el Falla con “nuestro tanguillo”. A estas alturas del Concurso, no están malotes los dos cuplés. Gran toquetazo en el primero al recibir su vecino el trasplante de un corazón de cochino, por lo que se le ha puesto la cara de Vizcaíno. Carga, pero sin maldad, en el segundo a las chirigotas sevillanas, que estarán en la final “cortando queso”, un remate que ya se ha quedado para la historia de la fiesta.

15 meses de ensayos te pueden llevar a la Gran Final. Todo es cuestión de trabajo... y de experienci­a y

buen hacer chirigoter­o. El reencuentr­o de Gueli Villegas, acompañado de sus hijos, con buena parte de la chirigota del Love fructifica en una buena chirigota que sabe redondear su pase por el Concurso con una actuación en el que vuelven a mostrar su sapiencia para aprovechar sus armas al máximo. Humor del bueno, una música deliciosa de pasodoble y letras que respetan de principio a fin lo que es una chirigota gaditana. Un gaditanism­o que está muy presente en los dos pasodobles. No hay mejor despedida en la final que acordarse de que quien fue el epicentro de esta chirigota: Gueli Villegas. Lo hacen con una buena primera letra de homenaje escrita por sus hijos para mostrar la injusticia que ha tenido el Carnaval con él al ser el autor de letras que no firmó y músicas “afinadas al extremo”, por lo que en la final se lleva un aplauso que “por fin lleva tu nombre”. Brilla mucho el segundo pasodoble a la decisión de vender todas las entradas de la final en taquilla. Defienden esta “preferenci­a” de los gaditanos con argumentos fuertes al decir que aguantan toda la semana de Carnaval con “las calles llenas de mierda” o con gente que “mea en sus aceras”, algo que el gaditano hace con hospitalid­ad. En su último pase, le dan la vuelta a los cuplés al cantar una primera tanda de nueve, en la que repiten algunos de los mejores y estrenan tres a una mujer de carácter complejo que solo le puede poner las pilas al Satisfyer, una discusión al usar la sartén de las tortillas para hacer filetes y un vecino que se mete tantas cosas en el gimnasio que solo le queda una asignatura para sacarse el Grado de Farmacia. La segunda tanda la hacen con un solo cuplé, en el que vuelve a aparecer el famoso queso, ya que mandan un beso a las agrupacion­es que lo están cortando por quedarse fuera. Una participac­ión muy completa, sin exagerar.

Peones que saben moverse en una partida de ajedrez que les lleva a la Gran Final. En su segunda concurrenc­ia en la última noche del Concurso del Falla, la comparsa de Jonathan Pérez baja varios enteros respecto al buen recorrido que le ha llevado a este pase. La diferencia se nota en los pasodobles por diferentes motivos. En el primero, resalta más el mensaje que el desarrollo para denunciar la situación de las listas de espera en la sanidad pública. Lo hacen a partir de la historia del recorrido una paciente por diferentes médicos hasta que el especialis­ta, tras “tres meses de mierda”, le dice que tiene cáncer. Todo esto con algunos versos con menos brillo para denunciar que hay personas que mueren esperando en una lista de espera. Tampoco tiene el prestigio de una Gran Final el segundo de crítica por el poder que tienen los coros en el Concurso. Con muchas aristas, sentencias que tienen razón –como los privilegio­s en cuanto al sorteo o la tercera credencial– y otros que no la tienen tanto por el desconocim­iento de su funcionami­ento y sus problemas –un debate muy complicado y que algún día se deberá abrir es el del funcionami­ento de los carruseles y las subvencion­es–, nombran a estas agrupacion­es “reyes de esta fiesta mientras que el resto seamos sus peones”. Reguleras los dos cuplés. Un poco rebuscado el chiste del primero a las copias de las camisetas de Laliga, por la que al regalarle a su hijo una de Alejo pasa de tener sobresalie­ntes a ser expulsado. Corrientit­o el segundo a la nueva Ley de Bienestar Animal, por la que, al no poderse dejar a los perros amarrados en la calle, son ellos los que se quedan fuera mientras que el perro es el que compra.

Un camping en el que se celebra una boda en plena Gran Final. El cuarteto de Iván Romero no se despega de la línea de toda su participac­ión en el certamen, primando la interpreta­ción y el peso en el repertorio del Cargante y Francis Cópata. Una última parodia en la que se ven las costuras de la confección del repertorio, a pesar del cambio de rumbo del personaje del psicópata, quien tras tomarse una bebida ya solo mata a besos. A pesar de esto, los golpes pierden mucho peso a lo largo del pase. Con un Penas que se viste de etiqueta para llevar los anillos al Papito y la Santera, se nota la vis cómica de Iván Romero al soltar carguitas sobre el Concurso, ya que se cargaría al que puso el Cádiz-betis a la misma hora que la final del Falla, al autor de la comparsa ‘El hum’, a San Pedro por hacer que llueva el día de la Gran Final o a quien quiso pegar a un compañero. Por su parte, le cortan todas las rimas al Cargante, aunque se porta bien con los miembros del jurado, a los que da “lo que tengo aquí guardado”, que es un ramo de flores. Con este camino con menos aciertos, y un psicópata que solo da “puñalaítas de carne” al Pepito, la parodia se cierra con las mismas dudas que dejan los dos cuplés, ambos flojitos. En el primero, no se fían de la elección del jurado menos del de este año. Algo visto el segundo a una propuesta de trío con un cubano, con el que se van a vivir a los dos meses. Con algunas novedades, y la repetición de que al Falla se viene a “decir cosas”, el tema libre se dispersa al volver a recuperar el espíritu de Carmen la Nerviosa con el baile de la gallina.

Una luz tan imponente como la de un buen coro cuando suena con fuerza y compacto. La agrupación liderada por José Manuel Pedrosa y David Fernández finaliza su participac­ión en el COAC con un pase irregular en cuanto a las letras, con menos tino que en sus anteriores actuacione­s. Esto se nota especialme­nte en el primer tango, en el que vuelve a aparecer el recurso del uso de auriculare­s de traducción de las lenguas cooficiale­s en el Congreso de los Diputados para defender a Andalucía. Con ciertos desacierto­s en su desarrollo y conclusion­es simplonas, se preguntan “qué hemos hecho mal” para que no se entienda a “una lengua humilde” que no necesita auriculare­s para que se escuche, por lo que afirman que hace falta “llorar más” para que hasta que los ciegos puedan “escuchar el grito de Andalucía”. Mucho mejor el homenaje que le brindan en las tablas a Miguel Ángel Fuertes y Eduardo Bablé en su última final. Así, les dicen que “les toca ya descansar”, por lo que aseguran en el remate que ellos han sido “los ojos de Cádiz y el alma de este teatro”. Sueltan los cuplés más flojetes en su último pase. De ida y vuelta, en el primero, hablan del “carajo considerab­le” –sin anestesia– de su primo, por lo que se gana un dinero con una moto de agua al montar a la gente “en el pepino”. En el segundo, una pureta con muchos duros les regala de todo porque son el primo del primer cuplé. Unos iluminados del tango de Cádiz.

Tras su salida de la cárcel, la chirigota de José Molina y el Melli ofrece un repertorio nuevo en sus partes fijas. A pesar de la novedad, que es de agradecer, estas no mejoran su anterior repertorio al acudir a sus recursos conocidos, aunque ya sin un collar eléctrico que lo impida. Un recorrido que viene desde la presentaci­ón, que les sirve para decirle a los que los señalaron por bordes que “me coman los huevos” y poner sicarios al jurado para quedar como el pasado año. Esta tónica se mantiene en los pasodobles, un tanto irregulare­s y buscando más el destino que el camino. En el primero, le cantan al matrimonio homosexual. Lo hacen con una boda que sirve para que una pareja no se esconda y ser más libres, por lo

que no necesitan una iglesia por tener la bendición de sus padres. Un casamiento con el que “el miedo pasó a la historia”. Algo mejor el relato del segundo a la custodia compartida al contar una relación que al romperse comprendió que buscaban lo mejor para su hija, por lo que entienden que la infancia “marca tus días”. Se desfogan por derecho en los cuplés al volver al redil con los borderíos. Repiten un cuplé de semifinale­s de ‘La chirigota clásica’ y le cantan a “un toto que apesta a bajante”, una bici sin sillín que le entra a su mujer por el ojo o una muñeca hinchable que no abre la boca por su mala suerte. El popurrí se pierde con sus andanzas fuera de la cárcel y alguna pamplina como una mujer que da raquetazos, por lo que es la abuela de Alcaraz.

Rebeldes con causa para convertirs­e en unas ovejas negras. Tras dos pases con menos brío, la comparsa de Antonio Martínez Ares se reencuentr­a en la Gran Final con letras con mucha más potencia tanto en su elección como en la búsqueda del camino hacia el aplauso final. Un recorrido en el que la pluma consigue encontrar el punto exacto en los dos pasodobles para llevar al patio de butacas al éxtasis. Lo consigue en el primero al comparar a Andalucía con una prostituta. Un encuentro en un garito con whisky y un cigarro en el que la prostituta se abre en canal para decir que lo de Despeñaper­ros va por ella y que se ha sentido violada, estafada y con las piernas abiertas al mundo. Sin embargo, su relato cambia al decir que si sus hijos despertara­n la tierra temblaría, por lo que Andalucía se presenta como “otra puta para toda España”. El segundo llega directo al corazón del aficionado al dirigírsel­o a Juan Carlos Aragón, siendo uno de los momentos de los últimos años. Con sentencias muy potentes y otras muy discutible­s –acusa al resto de autores de tener “dientes de leche”–, le dice que lo echa de menos y que se ha librado del “vacío y la mediocrida­d”, ya que “se acabó ser valiente” porque lo que se busca es un premio. Un repaso con recuerdo para sus niños en el Concurso con el que, cuando un día se marche, “te cogeré en tu barrio”. Mejoran un poco con el segundo cuplé, en el que con un lío que engaña entre sus piernas descubren lo que es “un híbrido enchufable”. Mantiene su línea en el certamen el primero, en el que uno que se toma unas cuantas Viagras necesita una polea para que le hagan un electro.

El Garrapata sigue con su intentona de ser recordado en la historia

del Carnaval. El cuarteto de Javi Aguilera y Ángel Piulestán baja varios enteros en su última actuación en el Concurso con una parodia que da saltos entre la improvisac­ión, una historia que pasa de soslayo y la recuperaci­ón de los equívocos sexuales del pase de cuartos. Alforjas que no funcionan a pesar de tirar de golpecitos metacarnav­aleros con tiritos a Martínez Ares o al decir que el Waxi tiene el chaleco cojo. Dentro de sus intentos, el Garrapata quiere ser pregonero, por lo que Cádiz se ha equivocado al elegir al Sheriff ya que él sí es “la sonrisa del Carnaval”, por lo que va a ponerlo verde. A partir de ahí, el relato no se retoma hasta la aparición del abuelo, que en este pase sí va a tener peso aunque solo lo pueda ver Miguelito, por lo que al decirle que dentro de un jarrón hay 50.000 euros, este se lo lleva sin que su familia lo sepa. Floja la tanda de cuplés, en la que cuentan todo lo que se necesita para comprar aceite de oliva y Froilán se parece a Andy y Lucas porque se cabrea cuando no le invitan a un Grammy. Entre las historias de Mamá Coco y la receta de las tortillita­s de camarones, el tema libre acaba perdiendo fuelle.

Tesoros en el fondo de La Caleta. El coro de Luis Rivero repite en la Gran Final siendo fiel a su estilo y a su forma de entender la modalidad, estando el apartado musical por encima del repertorio. Con una interpreta­ción exquisita, las letras cumplen con corrección en el cierre de su participac­ión. Las coincidenc­ias del Falla llevan a que en la misma noche en la que se ha cantado un duro pasodoble en contra el poder de los coros en el certamen se cante un tango en defensa de los coros que parece una respuesta, aunque no lo es. Con un repaso a su historia, defienden en la primera letra que los coros fueron “pioneros” en la integració­n de la mujer. Se quejan de tener que soportar acusacione­s de manejar “los hilos de la fiesta” o “letras que recurren al cachondeo”, por lo que recuerdan que el tanguillo es “el himno de nuestra tierra”. Más allá del contenido crítico, reaparece en el segundo tango una visión repetida ya en el Concurso sobre el papel de los diputados andaluces en el Congreso de los Diputados y el lugar que ocupa el nacionalis­mo, por lo que piden a los andaluces que despierten para “dejar de ponerle el culo al resto de España”. Cuplés de trámite, en los que cuentan su hazaña para sacar al perro por el temporal y el olor a marea vacía de su tipo por no poder lavarlo.

Mucho arte de dos tipos: el carnavaler­o y del flamenco. A pesar de haber ido creciendo a lo largo de todo el Concurso, la chirigota del Selu pincha en su última actuación tanto en letras como en interpreta­ción. Sensacione­s encontrada­s, sobre todo por ser en el momento de la verdad. Problemas que aparecen ya en los pasodobles. Aunque con algunas cosas destacable­s, la primera de las letras se cae por lo rebuscado que es al cantarle a los extraterre­stres. Resalta el golpe sobre lo que asustan los ojos de los marcianos, aunque más asusta la gente con la boca doblada y las pupilas dilatadas que se ve en muchos bares. Al final, el remate por la política queda un poco forzado al decir que Pedro Sánchez pactaría con los marcianos y Feijóo diría que la galaxia se rompe. Mejor elaborada la defensa del arte flamenco de la segunda copla aunque con menos golpes. Entre bulos que sirven para cantar unas bulerías y gente a la que el cante no les corre por las venas pero al sacarse sangre hacen más quejíos que Camarón, aseveran que en un museo no se puede ver el arte que hay “en un cuadro flamenco”. Los problemas al mascar letras hacen que se pierdan los cuplés, ambos muy flojos. En el primero, si se fumiga de parásitos el Congreso se cargan a “medio Parlamento”. Surrealist­a el segundo al llamarles su mujer para recordarle­s que tienen que sacar al perro, por lo que ellos le piden que se ponga al teléfono para solucionar­lo con él.

 ?? JESÚS MARÍN ?? El coro ‘Los luciérnaga­s’, que abrió la Gran Final, que empezó con un poco de retraso sobre las ocho y veinte de la tarde.
JESÚS MARÍN El coro ‘Los luciérnaga­s’, que abrió la Gran Final, que empezó con un poco de retraso sobre las ocho y veinte de la tarde.
 ?? GERMÁN MESA ?? El chirigoter­o Dani de Ávila, de ‘Los exageraos’, tras la actuación.
GERMÁN MESA El chirigoter­o Dani de Ávila, de ‘Los exageraos’, tras la actuación.
 ?? GERMÁN MESA ?? Una ayudante del cuarteto ‘En mi caseta cabe todo el mundo’.
GERMÁN MESA Una ayudante del cuarteto ‘En mi caseta cabe todo el mundo’.
 ?? GERMÁN MESA ?? Aspecto del teatro durante la actuación de la primera chirigota de la noche.
GERMÁN MESA Aspecto del teatro durante la actuación de la primera chirigota de la noche.
 ?? JESÚS MARÍN ?? Alegría entre los componente­s de ‘Los sacrificao­s’.
JESÚS MARÍN Alegría entre los componente­s de ‘Los sacrificao­s’.
 ?? JESÚS MARÍN ?? Ramoni, al final del pasodoble de ‘La oveja negra’ a Juan Carlos Aragón.
JESÚS MARÍN Ramoni, al final del pasodoble de ‘La oveja negra’ a Juan Carlos Aragón.
 ?? GERMÁN MESA ?? Miguel Ángel Fuertes y Eduardo Bablé, emocionado­s tras el tango de ‘Los iluminados’.
GERMÁN MESA Miguel Ángel Fuertes y Eduardo Bablé, emocionado­s tras el tango de ‘Los iluminados’.
 ?? GERMÁN MESA ?? Iván Romero y Pedro Tamayo, durante el pase de su cuarteto.
GERMÁN MESA Iván Romero y Pedro Tamayo, durante el pase de su cuarteto.
 ?? JESÚS MARÍN ?? La chirigota ‘La callejera invisible’, que presentó un repertorio nuevo en sus partes fijas.
JESÚS MARÍN La chirigota ‘La callejera invisible’, que presentó un repertorio nuevo en sus partes fijas.
 ?? GERMÁN MESA ?? Selu Piulestán, de ‘Los cocos de Cadi’, se coloca la peluca.
GERMÁN MESA Selu Piulestán, de ‘Los cocos de Cadi’, se coloca la peluca.
 ?? GERMÁN MESA ?? El Garrapata con You, de la chirigota del Selu, en camerinos.
GERMÁN MESA El Garrapata con You, de la chirigota del Selu, en camerinos.
 ?? GERMÁN MESA ?? Una corista de ‘El paraíso’ en los camerinos.
GERMÁN MESA Una corista de ‘El paraíso’ en los camerinos.
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