Poniente de Granada, un trono en juego
La Diputación de Granada apuesta por revitalizar y promocionar el gran atractivo patrimonial, histórico, natural y gastronómico de una comarca con mucho encanto aún por descubrir, disfrutar y saborear
DESDE Moclín hasta Montefrío. De Íllora hasta Loja. Y de Zafarraya hasta Alhama de Granada. El poniente granadino era a finales del siglo XV la última frontera del Reino Nazarí de Granada. Un cinturón de castillos, atalayas y torres medievales que trataban de proteger el último reducto de la legendaria Al-andalus del avance de los ejércitos de los Reyes Católicos. A los pies de estas fortalezas habían ido creciendo pueblos de estrechas callejuelas y plazoletas, que aún hoy derrochan la sencillez de la arquitectura andaluza.
Esas mismas poblaciones de frontera son las que actualmente dan la bienvenida a los visitantes que viajan a la comarca del Poniente de Granada. Suponen un destino perfecto para quienes quieren disfrutar del turismo rural con un gran atractivo monumental y cultural, sin renunciar al contacto con la naturaleza.
Seguir la ruta de sus castillos supone un viaje en el tiempo a la Edad Media. Las céntricas calles de Loja, el municipio más occidental de la provincia, crecieron así: en torno a su castillo del siglo IX, situado sobre un cerro que lo domina todo alrededor. Su única competencia es la iglesia mayor de la Encarnación. La imagen de la torre y el castillo fue utilizada –no se sabe bien la razón– por los hermanos Marx para ilustrar el país de Sylvania en su película Sopa de Ganso, a la que se ha dedicado un mirador desde el que se captaron aquellos fotogramas. La Alcazaba aún conserva trece de sus torres y alberga el museo arqueológico local, donde se exponen restos de los asentamientos que hubo aquí durante la época fenicia y romana. Sin embargo, fue la civilización árabe la que dio esplendor a la ciudad. Su casco antiguo está declarado Conjunto Histórico-artístico y atesora monumentos como la iglesia de San Gabriel, el Palacio de Narváez y la Casa de Cabildos. Para refrescarse del paseo, nada como beber de alguna de sus más de cien fuentes, una de las cuales tiene hasta 25 caños. La fuente más famosa se encuentra, sin embargo, en las afueras de la ciudad: es la Cola de Caballo, una cascada natural que cae sobre el río Genil por grandes acantilados en la roca, llamados los Infiernos de Loja.
Hacia el norte, la ruta de los castillos continúa por Zagra, el cercano fortín de Pesquera y Moclín, cuyas atalayas se yerguen en riscos de auténtico vértigo. La vista desde ellas muestra paisajes de grandes contrastes: como las colinas de las Sierras de Parapanda y la vega del Genil. El castillo de Moclín, del siglo XIII, está habilitado para la visita y en el pueblo existe un Centro de Interpretación que exhibe uno de los mayores mosaicos romanos encontrados en Andalucía. Una forma interesante de conocer su rico patrimonio natural y monumental es recorrer a pie, en apenas tres horas y media, la Ruta del Gollizno, que discurre sobre una pasarela y puentes por los Tajos de la Hoz, la abrupta garganta creada por el paso del río Velillos.
Los sultanes del Reino Nazarí de Granada conocían bien la importancia estratégica de las poblaciones más occidentales de sus dominios. Para defender la Alhambra del avance cristiano, construyeron en ellas castillos, torres y atalayas, hoy reclamo para el turismo rural y cultural.
Montefrío
Es uno de los pueblos más bellos del mundo según la revista ‘National Geographic ‘