Diario de Cadiz

La imagen suprema del Carnaval

● Con su exposición sobre el Carnaval de los 80, en la Fundación Cajasol, Joaquín Hernández Kiki vuelve a situarnos ante la historia viva de Cádiz

- JOAQUÍN HERNÁNDEZ, KIKI BERNARDO PALOMO

Era necesaria otra buena exposición en la Casa Pemán. Pocas buenas han existido y se echaba en falta importante­s propuestas como la presente. Nos encoge el alma de aficionado viejo comprobar cómo un espacio expositivo tan importante, con la falta de buenos proyectos artísticos que existen en la ciudad, con la gran cantidad de especialís­imos hacedores que trabajan en la soledad de sus estudios anhelando sitios adecuados para canalizar y descubrir sus manifestac­iones, una sala en el centro de Cádiz, con magníficas calidades museográfi­cas, permanece la mayoría del tiempo ajena a la realidad artística y vacía de buen contenido expositivo. Nos parece que hace una eternidad que Carmen Bustamante llenara de magnificen­cia pictórica los espacios de la Plaza de San Antonio con una gran muestra. Desde entonces, poco o nada más. Ha tenido que llegar el tiempo del Carnaval para que la Fundación Cajasol llenara de contenido artístico una sala que está casi perdida expositiva­mente para una ciudad y una provincia con una nómina de importante­s creadores que ven cómo la antigua casa del escritor poco aporta al engranaje artístico de la ciudad. Claro que tampoco se necesitan muestras de pobreza absoluta y autores de escasas luces para cumplir un expediente. La importanci­a del espacio y la categoría artística que la entidad tuvo en su momento exigen criterio, mucho criterio, claridad de ideas y solvencia para administra­r con rigor tan magnífico espacio. Pero la realidad manda y la fotografía protagoniz­a una exposición que está al margen de las pobres actuacione­s en torno a lo artístico que se suceden en una Fundación que está y ha estado muy implicada con Cádiz y su área de influencia.

Que Joaquín Hernández Kiki ha sido el relator gráfico de la ciudad de Cádiz durante más de cuarenta años es conocido por todos en todos los ambientes ciudadanos; toda una vida poniendo cara a la realidad desde las páginas de Diario de Cádiz. Ha retratado la vida de Cádiz; ha sido testigo de sus circunstan­cias, de sus anhelos, de sus tristezas, de sus episodios íntimos y los que relumbraba­n al exterior y nos lo ha hecho visibles. Nos ha marcado el rumbo vital de Cádiz; nos ha enseñado las luces y las sombras, el deterioro y el esplendor, las miserias y los gestos deslumbran­tes y, sobre todo, ha dado imagen eterna al Carnaval, a su gente, a su indiscutib­le realidad popular.

Kiki que, además de fotoperiod­ista, es fotógrafo fotógrafo; es artista total, que capta la esencia de las cosas y de las gentes; que sabe ofertar, con suma entidad plástica lo que nos rodea para dotarlo de entidad y dimensión artísticas. Sin embargo, la exposición de Cajasol,

comisariad­a por Javier Osuna, nos ofrece al Kiki más fotoperiod­ista, al informador gráfico que patea la ciudad cámara en ristre buscando la noticia para argumentar con imágenes una realidad, los gestos preclaros de lo real y sus circunstan­cias, que, en la mayoría de los casos, pasan desapercib­idos para el ojo no acostumbra­do de casi todos. En esta muestra, Kiki nos vuelve a situar ante los esquemas inquietant­es del Carnaval -algo que lleva haciendo toda la vida y que dejó para siempre en un libro que es pura referencia: ‘Carnaval de Cádiz retratado por Kiki (1976-2011)’- y que, ahora, lleva a cabo para mostrar el Carnaval en la década de los años ochenta; aquella década que inició -según dicen los entendidos- el Carnaval moderno y que se abrió a un tiempo de esplendor que dejaba atrás sombríos momentos que se querían olvidar. Kiki recoge el ambiente de una ciudad enfrascada, con ansia desmedida, en aquel tiempo de inquietud y de mucha expectació­n existencia­l. El Carnaval era, entonces, como la vida; se tenía ganas de que se abriese a una nueva dimensión. Kiki capta el momento, el pueblo, la alegría, el misterio, la ciudad seria y necesitada, el ansia de vivir. Y, además, la esencia de ese Carnaval que conservaba los viejos esquemas pero quería nuevas realidades. El Peña y el Masa en aquella ‘Boda del siglo’ genial y transgreso­ra; El Libi rompiendo esquemas, ‘Los cruzados mágicos’, maestros de tantas cosas; los pregoneros -los buenos y los malosEl Loco, Alberti, la Jurado...; la cabalgata, ‘Las momias de güete pa guá los niños’, los coros en la Plaza; en definitiva, una realidad que fue y que sigue, que será eterna y referencia absoluta para captar la esencia de un Carnaval eterno. Ese es Kiki, Cádiz en estado puro.

Muy buena exposición en la Casa Pemán. La historia de Cádiz en una de sus parcelas más íntimas se nos presenta en la obra de quien mejor conoce los entresijos de la ciudad; artista que es notario; notario que crea arte sublime, que eleva lo habitual a una dimensión inalcanzab­le

Joaquín Hernández Kiki vuelve a situarnos ante la historia viva de Cádiz, esa que es consustanc­ial con la realidad del pueblo, con el pueblo mismo. El Carnaval retoma su existir. Kiki lo eterniza en imágenes, lo manifiesta dejando su suprema potestad popular para que el ayer sea una constante hoy que abre las perspectiv­as de un siempre sin retorno.

Kiki capta el momento, el pueblo, la alegría, la ciudad seria y necesitada, el ansia de vivir

 ?? JESÚS MARÍN ?? El fotógrafo Joaquín Hernández Kiki interviene durante la inauguraci­ón de la muestra en la Fundación Cajasol de Cádiz.
JESÚS MARÍN El fotógrafo Joaquín Hernández Kiki interviene durante la inauguraci­ón de la muestra en la Fundación Cajasol de Cádiz.
 ?? JESÚS MARÍN ?? Una foto de El Sheriff, que canta con su chirigota ‘Cai no tiene cura’ (1989).
JESÚS MARÍN Una foto de El Sheriff, que canta con su chirigota ‘Cai no tiene cura’ (1989).
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