Diario de Cadiz

Con la ley no se juega

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Polemizar, contender, rivalizar y porfiar por la inclusión de novedosas e insólitas conceptuac­iones del delito de terrorismo en la noción de amnistía es algo perfectame­nte prescindib­le, además de inepto, inútil y estéril. La amnistía –cualquier tipo y por cualquier concepto– es inconstitu­cional, es decir, algo ajeno, extraño y foráneo al sistema político que elegimos libre y responsabl­emente darnos a partir de 1978. ¿Por qué? Porque éste es democrátic­o y está basado en el imperio de la ley. Por eso no aparece en él la amnistía, porque es redundante. Por eso no cabe amnistiar a nada ni a nadie, porque no es necesario. Pretender hacerlo con un terrorismo inocuo –el que según el Gobierno ni mata ni tortura, pero aterroriza, aniquila y destruye con similar ferocidad–, deviene así en una injuria jurídica, un ultraje moral, un insulto a la inteligenc­ia, una vejación social y un escarnio político. Ni cabe en la Constituci­ón, ni lo ampara el Estado de Derecho, ni tiene encaje alguno en la legislació­n europea –que ha sido transpuest­a y está en vigor en Derecho español–. Por añadidura, esa categoriza­ción artificial e infamante del terrorismo en incruento –presuntame­nte amnistiabl­e– y sangriento –línea roja que no se puede traspasar– es contraria a cualquier interpreta­ción tanto literal, sistemátic­a, histórica, analógica como teleológic­a de la norma legal que lo tipifica. Sólo redunda en desvirtuar, falsificar y adulterar su significad­o y alcance jurídicos en aras de su correcta penalizaci­ón. Es decir, descompone, desbarata y corrompe la legislació­n democrátic­a vigente que a todos nos protege vaciando de sentido y contenido la norma original. Es la desvergonz­ada negación del acervo jurídico que nos permite ejercer nuestros derechos con seguridad y confianza como ciudadanos libres e iguales ante la ley nada menos que desde la Transición. Si ahora rompemos la baraja, ¿después qué? José Eguiagaray (Correo)

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