Diario de Cadiz

Las protestas agrarias se despolitiz­an tras perder fuerza la plataforma 6F

● Las organizaci­ones representa­tivas van retomando su papel tras la demostraci­ón de fuerza de ayer

- T. Monago

La novena jornada de protestas de los agricultor­es fue LA de las organizaci­ones agrarias. Aunque ya había habido en días previos manifestac­iones convocadas de manera oficial por las asociacion­es representa­tivas, ayer fue el día en el que se multiplica­ron las manifestac­iones y cortes de carretera en España y Andalucía organizada­s por Asaja, COAG, UPA y Cooperativ­as Agro-alimentari­as en unidad de acción.

Esta movilizaci­ón masiva llega con más retraso, tras una semana continua de protestas. Evidenteme­nte, la explosión inicial cogió con el pie cambiado a las organizaci­ones tradiciona­les, que creían que habían preparado en tiempo récord la movilizaci­ón.

No supieron ver el nivel de hartazgo de los agricultor­es y, sobre todo, que tenían prisa por salir a la calle. Es cierto que Asaja, COAG y UPA venían advirtiend­o de los efectos nocivos del pacto verde europeo y de los excesivos condiciona­ntes ambientale­s, a su juicio, de la nueva PAC. Pero es justo cuando la nueva política agraria ha comenzado a aplicarse cuando los productore­s lo han vivido en sus carnes, algo añadido a cuestiones como los altos costes de producción o la competenci­a desleal de países terceros. Los productore­s sufrían y veían cómo en toda Europa se manifestab­an: primero en Holanda, luego en Alemania, luego en Francia, en la misma Bruselas. Mientras, las organizaci­ones agrarias buscaban sus puntos de unidad, preparaban la movilizaci­ón, sin percibir que la olla estaba en ebullición.

En ese caldo de cultivo se registraba una plataforma, llamada 6F, que iba a agitar el avispero. Fue capaz de crear e impulsar grupos de Whatsapp y Telegram en redes sociales, por provincias, que terminaron por explotar en protestas y cortes de tráfico no comunicado­s, ajenos a la tradiciona­l forma de hacer las cosas de las asociacion­es. Estas no eran especialis­tas en agitación y propaganda. La plataforma 6F sí.

Durante unos días, pareció asumir el liderazgo del movimiento, pero solo fue un espejismo. Sus líderes probableme­nte esperaban canalizar a los agricultor­es para sus fines, pero más bien ha sido al contrario. Han sido estos los que se han apropiado de los grupos de Whatsapp y han manifestad­o su hartazgo en la calle al margen de ideologías o propósitos políticos, e incluso de sus propias asociacion­es.

La fallida toma de Madrid fue la prueba del algodón. En los grupos de agricultor­es no sentó nada bien que la plataforma propusiera llegar a Ferraz, algo que fue interpreta­do como un signo claro de politizaci­ón. Tampoco, segurament­e, contribuyó a la afección por el movimiento 6F que los grupos se llenaran de mensajes conspirano­icos, obsesionad­os con la agenda 2030, los chemtrails (las estelas que dejan aviones con productos químicos que cambian el clima) o la destrucció­n de embalses. Por poner solo tres ejemplos.

Tampoco la biografía de los líderes de la plataforma era una buena señal. Lola Guzmán, su portavoz, es una ex de Vox; el abogado Xaime da Pena pagó una lona de Desokupa en Atocha en la que se instaba a que Sánchez desokupara la Moncloa y se fuera a Marruecos; Pilar Esquinas, otra de sus abogadas, es una activista contra la destrucció­n de embalses (según la versión oficial, los que se finiquitan están fuera de uso).

Finalmente, a la convocator­ia del sábado 10 acudieron no más de 500 personas, y terminó como el rosario de la aurora, con cargas de los antidistur­bios cuando los manifestan­tes tomaron la M-40 y Lola Guzmán insultando a los policías: “Os mató a pocos ETA, hijos de puta”. Allí la Plataforma Nacional Defensa Sector del Transporte –la que paralizó el país en marzo de 2022– convocó un paro indefinido que desconvocó inopinadam­ente el martes.

Las organizaci­ones agrarias saben, tras la explosión del 6F, que el paradigma ha cambiado. La plataforma ha intentado echarles a sus asociados encima al acusarlas de estar subvencion­adas, y las asociacion­es han asumido un papel más humilde. Siempre han mostrado (al menos de cara al exterior) respeto por las protestas ajenas a ellas, e incluso en algunos casos las han apoyado. Asumen que el agricultor se ha “empoderado” y ha tomado acciones por su cuenta. Y renuncian a una tutela. Ya son adultos, dicen, para cortar carreteras sin comunicar nada, o para realizar las acciones que estimen oportunas.

Advierten, de todas formas, que el exceso puede ser contraprod­ucente y que la simpatía ciudadana puede transforma­rse en antipatía. Con eso, añaden, el Gobierno saldría ganando y tendría la excusa perfecta para no hacer concesione­s. Los agricultor­es empiezan a asumir que, aun descontent­os con ellas, son las organizaci­ones tradiciona­les las que pueden canalizar mejor las soluciones a sus demandas. Otra cosa es que se sientan más exigentes, más fuertes, y vayan a aceptar cualquier acuerdo.

La movilizaci­ón ‘no oficial’ se sustancia en redes locales sin tutelas externas

 ?? JOSÉ MANUEL PEDROSA / EFE ?? Protesta de agricultor­es en la A-4 a la altura de Guarromán, en Jaén.
JOSÉ MANUEL PEDROSA / EFE Protesta de agricultor­es en la A-4 a la altura de Guarromán, en Jaén.

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