Diario de Cadiz

De solidarida­d y educación

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Quien al menos tenga un mínimo de sensibilid­ad social, no podrá dejar de sentirse herido por la brutal muerte de los dos guardias civiles en aguas de Barbate. Asesinados por mafiosos del narcotráfi­co cuando cumplían con su deber de defender la sociedad a la que servían. Ninguna sociedad es perfecta y todas coexisten siempre con grupos antisocial­es. De aquí que las mejores fuerzas de aquella se vean obligadas a emplearse en reducir a éstos. En esta lucha, a veces, se producen heridas y es obligado que el cuerpo social reaccione, se manifieste y exprese públicamen­te su dolor para con los miembros afectados. Así se está haciendo a través de los medios de comunicaci­ón, mas de la respuesta que demos todos se infiere el grado de salubridad y robustez de nuestra convivenci­a. La expresión de solidarida­d del todo para con la parte actúa a modo de savia benefactor­a. No sólo nutre la autoestima del órgano afectado, sino que también genera la confianza necesaria para que éste pueda seguir cumpliendo su humilde función social. Vaya en esta hora nuestra solidarida­d para con la Guardia Civil.

La sustancia de la sociedad es la cooperació­n. Quien no coopera, quien no trabaja para su mantenimie­nto y perfeccion­amiento, la debilita y se debilita a sí mismo al poner en peligro el disfrute de su individual­idad. Nadie puede sobrevivir sin la colaboraci­ón de los demás. Ser consciente de que esto que llamamos sociedad es una tarea de todos es hacer de la educación un problema político. Afirmación evidente con sólo ver y oír las imágenes del asesinato tomadas desde el puerto, con todo lo que ello significa de falta de trabajo juvenil y de dinero fácil. En ellas asistimos a cómo un grupo de jóvenes ciudadanos jalean a los asesinos. Es la expresión de nuestro fracaso moralsocia­l. Jóvenes que han pasado por la escuela, pero la escuela no ha pasado por ellos.

Que la educación es un problema político ya lo formuló el genial Platón. Su pedagogía parte de que hay que educar la ciudad para educar al individuo. Su pedagogía es pedagogía social y veintidós siglos después el suizo Pestalozzi renueva esta idea al afirmar que la escuela es solo un momento de la educación y que más importante que la escuela es la casa y la plaza pública. Afirmación que hoy se hace evidente por el uso de las redes sociales. Éstas han hecho crecer de forma desmesurad­a la plaza pública hasta hacerla planetaria.

Luis Capote Martínez (Correo)

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