Emilio Oliva Baro, un torero de dinastía con grandes condiciones para ser figura
● La envidiable trayectoria del torero de Chiclana quedó marcada por la suerte suprema
Se puede decir que Emilio Oliva Baro, nacido en 1963, estaba predestinado al toreo desde el seno materno ya que, además de ser hijo del inolvidable matador de toros Emilio Oliva Fornell, su madre estaba embarazada de él cuando se casó in articulo mortis en el hospital de Madrid, donde su padre convalecía de una gravísima cornada cuyas secuelas le acompañaron toda su vida.
El toreo fue su cuna porque los Oliva eran muy taurinos y Emilio fue el mayor de sus hermanos, todos toreros, siendo matadores de toros David y Abel, además de Emilio.
Emilio Oliva padre falleció en 2018 y su hijo Emilio heredó la bonhomía y excelente carácter del padre, y en el plano profesional el manejo de la zurda a nivel de excelencia y un oficio de matador enraizado en el conocimiento del toro y sus encastes.
En lo años ochenta inició Emilio una triunfal carrera en los ruedos siendo figura de la novillería. Había debutado con picadores en Alcalá de Guadaíra en febrero de 1981.
Los hitos de su tránsito con picadores fueron ganar el Zapato de Oro de Arnedo. Precisamente en su última tarde en los ruedos de luces, en Chiclana en el año 2008, toreó con otros dos ganadores de este prestigioso certamen novilleril de La Rioja, Alejandro Morilla y Uceda Leal, una corrida de toros de Luis Albarrán.
También tiene en su alto haber de su época novilleril abrir la Puerta del Príncipe de la plaza de la Maestranza de Sevilla el 2 de septiembre de 1984 con tres orejas en su esportón de una novillada murubeña de Antonio Ordóñez.
Tras un percance invernal en el campo tomó la alternativa en la plaza de toros de El Puerto de Santa María el 19 de marzo de 1985 de manos de Rafael de Paula y con
Galloso de testigo. Fue aquella tarde la de la detención de Rafel de Paula por su presunta implicación en un ilícito penal que tanto daría que hablar. Aquello no opacó el triunfo del chiclanero con tres orejas de la corrida de Gabriel Rojas. Emilio contaba que el toro de la alternativa, “Bocinazo”, fue el que le correspondió en el sorteo aunque Paula y Galloso, como es hábito en el mundo del toro, le permitieron escoger el astado del doctorado.
Al mes siguiente, en la Feria de Sevilla, le cortó Emilito las dos orejas a un toro de la casa Guardiola. Casi de inmediato vino la confirmación de alternativa el 26 de mayo de 1985 en Madrid de manos de Francisco Ruiz Miguel y en presencia de Luis Reina con una corrida de Pablo Romero. Gustaba Emilio de evocar que en aquella ocasión
Chopera, empresario de Las Ventas Madrid, le dijo que no tenía más hueco para colocarlo que en la corrida de Pablo Romero, pero que le aconsejaba que no se anunciara en esa fecha. Emilio dio el paso adelante y aquella corrida no salió buena, el toro de la confirmación se llamó “Grapero” y el balance total de su actuación fue de silencio y palmas.
Pero ese mismo año, apoderado por Camará, debutó en América y Francia donde alcanzó gran cartel y con muchos partidarios en Beziers.
Con innegables condiciones para ser de los primeros del escalafón, en mayo de 1984 en Madrid una tarde de grandioso triunfo en sus dos toros fue malograda por el mal uso del acero, pesándole durante su trayectoria ese concepto de mal matador, imagen que no pudo superar. Emilio no ocultaba que esa noche en el hotel su apoderado, Camará. le dijo que aquellos innumerables decabellos le iban a pesar toda su vida a la hora de dormir, y que en esa temporada iban a fimrar muchos contratos en España y América pero que el año siguiente iba a cambiar el horizonte.
Y así fue. Torero de pundonor y dignidad, como su padre y todos los de la casa Oliva, ese sello fue muy difícil de superar y se retiró el 2 de agosto de 1991. Volvió en 2003, año que toreó tres corridas de la mano de Pascual Banegas para retirarse de nuevo, reapareciendo de nuevo en Chiclana el 15 de junio de 2008 como indicamos más arriba, que fue su última tarde. Formó una estupenda familia con su mujer e hija, y siguió vinculado al toreo ayudando a todos los noveles de Chiclana colaborando con la escuela taurina que fundara su padre y con todas las actividades taurinas de una ciudad donde era muy querido.
Su última tarde en los ruedos fue en Chiclana en 2008 con Uceda Leal y Alejandro Morilla