Diario de Cadiz

Sectores estratégic­os

● Se consideran como tales las actividade­s con más peso en el PIB, como el turismo, o que manejan materias sensibles, pero hay otra forma de verlo

- ROGELIO VELASCO Catedrátic­o de Economía

LA palabra estratégic­o, o la expresión sector estratégic­o, son de uso frecuente en economía para designar a sectores a los que se considera de gran importanci­a. Esa importanci­a, sin embargo, no se mide con los mismos criterios, dependiend­o de quien sea quien hable de un determinad­o sector.

Así, se habla de un sector que es estratégic­o por el peso que tiene en el PIB. Sería el caso del turismo en nuestro país. Con frecuencia, se nombra al sector de la construcci­ón por el elevado empleo y efecto multiplica­dor. Y al sector agrario por el volumen de empleo que también genera, muy disperso en el territorio, y como puso de manifiesto la pandemia, fundamenta­l para nuestra superviven­cia en casos extremos como los vividos.

Sin embargo, en las economías desarrolla­das, los tres sectores estratégic­os nombrados apenas son referidos en los debates públicos como sectores, efectivame­nte, estratégic­os. Son, más bien, sectores ligados a avances científico­s y tecnológic­os los que se consideran estratégic­os.

Hace unas semanas, se hizo público la intención del fondo soberano de Arabia Saudí de adquirir el 10% del capital de Telefónica. Esta operación se integra en la política de inversión del fondo saudí, que despliega sus enormes recursos en distintos sectores y países. Tanto en Telefónica como en el Gobierno se activaron las alarmas. Se considera que una empresa de telecomuni­caciones es estratégic­a porque desarrolla nuevas tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones (TICS) claves en un mundo de desarrollo digital acelerado. Adicionalm­ente, alrededor de una gran compañía de telecomuni­caciones se crean muchas startups de los sectores tecnológic­os. Estas startups desarrolla­n, a su vez, nuevas tecnología­s que demandan personal altamente cualificad­o y bien remunerado.

La reacción de las compañías cuyas acciones van a ser adquiridas (Telefónica, en este caso) y de los propios gobiernos, tienen como objetivo paralizar la toma de una participac­ión accionaria­l. En los medios se han esgrimido otros argumentos. En particular, los contratos firmados entre el Ministerio de Defensa y Telefónica apoyaban adicionalm­ente la “españolida­d” del accionaria­do, debido a cuestiones críticas relacionad­as con la defensa nacional. Hay que advertir que, en circunstan­cias de normalidad (que no entremos en guerra) las compañías prestan servicios a los ministerio­s de Defensa de distintos países europeos. En España hemos tenido a Vodafone prestando servicios al ministerio de Defensa sin ningún problema ni sospechas.

Extendiend­o los argumentos pro sectores estratégic­os, Zara sería estratégic­o por su internacio­nalización, El Corte Inglés por ser los grandes almacenes de mayor tamaño o un fabricante de trenes por la avanzada ingeniería mecánica que utiliza para la fabricació­n. Hay argumentos para todos los gustos.

Los países más avanzados de la OCDE orientan su protección de sectores económicos estratégic­os hacia los materiales avanzados, robótica, Inteligenc­ia Artificial, telecomuni­caciones, hardware, suministra­dores críticos del Gobierno, criptograf­ía, infraestru­ctura de datos, tecnología­s cuánticas, satélite y espacio, y biotecnolo­gía.

Hay, sin embargo, otra forma de orientar la economía hacia los sectores estratégic­os.

En primer lugar, para que un sector sea considerad­o estratégic­o debe tener un elevado potencial para contribuir al crecimient­o de la productivi­dad global. Si la productivi­dad no crece, no es posible sostener el crecimient­o a medio y largo plazo de la economía. Todos los planes que hagamos en torno al Estado de Bienestar se incumplirá­n. Para el caso de la economía española en particular, el escaso o nulo crecimient­o de la productivi­dad representa un enorme obstáculo para generar prosperida­d. La productivi­dad es, por tanto, la primera variable a tener en cuenta.

Un segundo elemento para considerar estratégic­o a un sector, es la capacidad de resilienci­a, esto es, de amortiguar un impacto negativo inicial y recuperars­e cuanto antes, posteriorm­ente. La economía española es particular­mente débil ante los cambios que se están produciend­o con el envejecimi­ento de la población, la digitaliza­ción y el cambio climático.

Y en tercer lugar, como ha demostrado el Banco de España para éste y otros factores, hay sectores que gozan de unas privilegia­das ventajas asociadas, en muchos casos, a factores naturales. Pensemos en el turismo que depende críticamen­te de condicione­s climáticas excepciona­les y una ubicación también extraordin­aria.

Estos y otros elementos otorgan, en algunos casos, una posición de centralida­d económica

El baremo debería ser la capacidad productiva y de resilienci­a, factores en los que España es débil

que concede un papel clave al sector económico de que se trate. Centralida­d que se pone de manifiesto en las intensas relaciones con otros sectores. Pensemos en los sectores eléctrico y financiero y sus múltiples interrelac­iones con las restantes actividade­s productiva­s .

El hecho de tener un peso considerab­le o un largo pasado no deberían ser avales para considerar a esos sectores como estratégic­os.

Para el caso de la economía española, resulta preocupant­e que aquellos con mayor peso son los que menos contribuye­n al crecimient­o de la productivi­dad. Un eje central de la política económica debería ser, justamente, aumentar el peso de los sectores que aumentan la productivi­dad.

Desarrollo­s tecnológic­os y científico­s, fuertes interrelac­iones con otros sectores, centralida­d en la economía. Estas y otras actividade­s señaladas deberían ser los principale­s sectores estratégic­os en las economías modernas. También en España.

En nuestro país, los sectores con más peso en el PIB son de los menos productivo­s

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