El ejemplo de Jerez
● A 40 kilómetros de Cádiz se resuelven los problemas cofrades sin tanta norma que no se cumple y con mucha más sensibilidad y eficacia ● Dos listas en el Huerto es un despropósito
VAYAN por delante dos premisas, a nuestro juicio. La primera es que por enésima vez se comprueba que las normas diocesanas no sirven para nada, por mucho que algunos solo parezcan preocupados en echarles más artículos, más decretos y más circulares (como si fuera un bidón de pienso que hay que rellenar de manera periódica) y por más que cambien el color morado por el verde del nuevo libro que en teoría recoge la normativa cofradiera en la diócesis a día de hoy. Y la segunda es que, en este caso, creo que la mirada no debe apuntar a la delegación diocesana, sino más arriba. Dicho esto, vamos a la materia.
Las normas diocesanas para hermandades no sirven absolutamente para nada porque incluyen un número de artículos que no se respetan porque no hay voluntad de hacerlo ni tampoco hay intención de obligar al cumplimiento. Y estos artículos son los relativos a los directores espirituales, al clero, a los dueños de los cortijos (o así se creen algunos muchos de ellos). Resulta que la norma diocesana nos obliga a los cofrades a depender de los curas para una serie de cuestiones; pero esta norma parece dictada a espaldas de ellos, o parece que no les llega a ellos, que se ven capacitados para saltársela dejando a las instancias cofradieras superiores (en manos de laicos, importante detalle) sin posibilidad de actuación. Y, por tanto, dejan sin efecto la norma cada dos por tres.
El ejemplo del Huerto es el último y más claro. La cofradía anda inmersa en un proceso de elecciones que hasta la fecha no está cumpliendo lo que dice la norma. Y en esta ocasión no se puede achacar el escenario a una falta de cumplimiento del Diocesano (que demasiados cosquis se llevan Guerrero, Bienvenido, Chaves, Aguirre y compañía); esta vez hay que mirar por arriba del Diocesano, porque si el Huerto a día de hoy -que sepamosestá sin director espiritual no es por culpa de ellos, sino de una jerarquía diocesana que permite que el director espiritual dimita (por raro que suene eso) y que no nombra en su lugar a ningún sacerdote.
De este modo, cuando la norma obliga a que el director espiritual acepte las candidaturas, presente un “informe personal”, oiga al candidato en caso de que se rechace la admisión de algún miembro y demás facultades, en el Huerto se saltan todo esto a la torera y el proceso electoral y de revisión de candidaturas avanza sin dirección espiritual alguna. ¿Se les va a pedir al resto de candidaturas del resto de cofradías de Cádiz y del resto de la diócesis a partir de ahora el informe del director espiritual? ¿Se abre la veda a que los directores espirituales a partir de ahora atiendan o no los procesos electorales, visto el precedente?
El mismo obispo -y equipo- que llevan dos años sin intervenir en el Huerto, mirando para otro lado cuando se suspenden hasta 3 salidas procesiones (las del Jueves Santo de 2024 y de 2023 y la de la magna de 2022), los cultos principales de reglas y hasta las misas mensuales, cuando los curas se pronuncian en redes o medios de comunicación, cuando los curas no atienden con un mínimo de respeto y empatía a los comisarios y a los propios organismos cofradieros local y diocesano, mira también para otro lado cuando la norma obliga a una cosa que a plena luz del día no se está cumpliendo. Y que por lo que se ve, excede a las capacidades y posibilidades del órgano que el propio obispo creó para que atendiera las cuestiones cofradieras.
Llegados a este punto, cabe plantearse para qué sirve la norma. Y entonces, en estos mismos días, uno mira a Jerez y se llena de una mezcla entre envidia y decepción. Allí, que no tienen tan normativizadas las cosas de las cofradías, se solucionan los problemas con intervención real y efectiva, con criterio y con sensibilidad hacia las hermandades. Y en medio de un revuelo en una hermandad concreta y en plena Cuaresma, se decide intervenir y se nombra a un comisario (cura, para más inri) cuya misión es “velar para que la Cuaresma y la Semana Santa con su salida procesional discurran con la normalidad y armonía que debe existir en toda hermandad”. Toma ya.
Mientras los hermanos de esa cofradía de Jerez van a tener posibilidad de vivir en plenitud la Cuaresma y la Semana Santa, cumpliendo sus preceptos como hermandad, aquí, a apenas 40 kilómetros de distancia, hay una cofradía que por segundo año no va a salir a la calle, ni va a tener Cuaresma, ni tiene vida espiritual alguna (no tiene ni director espiritual) por unas normas que lo impiden, esperando que la situación se arregle por medio de unas elecciones en las que no se están cumpliendo las normas. Así de triste, así de alarmante, así de intolerable.