Diario de Cadiz

CAL Y ARENA

- ANTONIO MORILLO CRESPO

Me quedó en el último artículo muchos y simpáticos apodos, pero no quise extralimit­arme. No obstante algunos, incluso los mismos adjetivado­s, me reclamaron el suyo. Por eso como prólogo hoy hago una corta adenda y luego paso a otros asuntos más serios.

Vecinos que apellidaba­n por asuntos de comer ‘Luis Manteca’. ‘Carnefrita’ –que era mi buen barbero–, ‘Pan seco’, ‘Sardina’, ‘Cien kilos’, ‘Pellejero’ –que es fácil adivinar el porqué del apelativo–. Y añado dos que a mí me hacían mucha gracia: ‘Ayuda en carretera’ –a uno que no subía a nadie en autostop ni por asomo–; y a otro que le decían ‘la voz del Papa’, porque siempre hablaba creyéndose­lo él mismo, ex cátedra. ‘Comunismo blanco’ predicaba el ayudar a todo el mundo, pero en verdad “to pa mí”.

Y ahora, lo serio, objeto de mis pensamient­os en estos días. Veo en mi quehacer diario en la botica a algunos o algunas que sufren angustias o pesares, sin tener dolencia física alguna. Son estados de ánimo, que les hacen sufrir tela marinera. Y además es muy peligroso preguntar o inquirir las razones, porque te pueden decir a ti que te importa. De todas maneras cuando procede se echa una manita, porque no es enfermedad física, que se cura con paracetamo­l o similar. Precisa en todo caso tratamient­o del médico que es lo más apropiado y acertado, pues para ello también hay ciertos medicament­os usados con cabeza y buen juicio. Hay que saber que existen especialis­tas psicólogos y psiquiatra­s.

Desgraciad­amente y alguna que otra vez los mismos familiares no se percatan de la dolencia y lo achacan a veleidades o mal genio. Y otras veces, también hay que decirlo, el perro se convierte en el mejor amigo del doliente.

Mas la ayuda del vecino, sobre todo de los familiares, es muy eficaz. Cuando lo veas triste, y sin saber por qué, no hay nada mejor que la parla, el hablar sobre todo de cosas que a la persona le agrada. Y motu propio, leer, leer, con la advertenci­a de que si el libro o la revista que lees te suenan a rollo, dejarlo y coger otro u otra.

Y la tele…sí, la tele, preferible deportes, aunque al principio no te guste, pero es muy socorrido. Puedo contar casos de personas que no querían ni oler el fútbol y hoy se ven hasta el Orihuela con el Medellín. Y muy importante andar, correr, hacer ejercicio, en mayor o menor medida deporte, desde la gimnasia sueca hasta correr un maratón.

Pero hay que tener un cierto instinto y usarlo. Cuando veas o conozcas a alguien que tiene problemas psicológic­os, échale una mano, empieza con decirle cuando te lo tropieces, buenos días o buenas tardes o echarle un ratito de charla. No hace falta que le cantes un fandango, con hablarle basta. No sabes cuánto bien le haces.

P.D. Así que ya sabes amigo o amiga, hoy he dado una de cal y otra de arena. Pero con toda mi alma te lo aconsejo, practica la primera parte, que tú mismo te alegrarás.

Cuando te encuentres a alguien con problemas psicológic­os, échale una mano

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