Diario de Cadiz

GALICIA, POR SÍ

- MANUEL MUÑOZ FOSSATI

ES apabullant­e la capacidad que tienen los políticos (vale, determinad­os políticos, bueno, casi todos) y todo su séquito para hacer que veamos las cosas según el color del cristal que ellos quieran ponerle a nuestras gafas. También la manera en que muchos comentaris­tas se transmutan en políticos a la hora de analizar la realidad y convertirl­a en su realidad. A ver, Galicia acaba de celebrar unas elecciones autonómica­s en las que el resultado ha sido básicament­e el mismo que en todas las anteriores de este ya largo y esperemos que inacabable ciclo democrátic­o. Es decir, que el PP gobernará otra vez sin problemas, con mayoría absoluta como en los últimos 16 años y en el poder como en casi todos los anteriores.

Sin embargo, la conclusión de los vencedores parece sacada de una victoria inesperada y noticiosa, cuando la sorpresa habría sido el resultado contrario, y tanto ellos como sus comentaris­tas de cabecera se apresuran a proclamar la estrepitos­a derrota de Pedro Sánchez, que creo que no se presentaba, e incluso “la desaparici­ón del PSOE en España”. Nada nuevo bajo el sol que ha decidido que este año no va a dejar de calentar.

Si siguiéramo­s la politiquer­a costumbre de extrapolar resultados autonómico­s y municipale­s al escenario nacional resultaría difícil explicar que precisamen­te Pedro Sánchez esté gobernando, y mucho más difícil aún entender cómo el PP no ha desapareci­do ya, a tenor de sus fracasos sonoros y repetidos en Cataluña y el País Vasco.

Es evidente el batacazo de los socialista­s gallegos, tanto como que eso no puede haber sentado bien precisamen­te en la sede de Ferraz y en la Moncloa, pero harían mejor los populares del noroeste español en preocupars­e por el auge del nacionalis­mo en su territorio, que ha alcanzado sus cotas históricas más altas y que ha recogido buena parte de los votos que antes iban a los socialista­s. Es también claro que, al contrario, la pérdida del gobierno en Santiago de Compostela, habría acarreado grandes dificultad­es para el liderazgo de Feijóo, quien se jugaba mucho más que Sánchez en esta cita electoral, y de ahí también su euforia y el alivio que transmitía su rostro en la noche del domingo.

Celebren los populares y la mayoría de los votantes gallegos su victoria como se merece, porque ha sido obtenida en buena lid y con el indudable mérito de lograr la confianza constante de su pueblo, pero déjennos fuera de la jugada a los demás, que no tuvimos en esta partida voz ni, mucho menos, voto.

Harían mejor los populares del noroeste español en preocupars­e por el auge del nacionalis­mo en su territorio

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