Diario de Cadiz

Se jubila Paco, autor del célebre sándwich de pollo del Bar Curva

● Francisco Grijota Ramos traspasa el negocio de la céntrica plaza de la Herrería después de 40 años atendiendo al público ● El establecim­iento abrirá de nuevo tras una reforma

- Teresa Almendros

Quién no ha trasnochad­o alguna vez en el centro de El Puerto y ha vuelto a casa reconforta­do después de comerse un sandwich de pollo en el Bar Curva, en la Plaza de la Herrería. Allí estaba Paco, Francisco Grijota, siempre atento para atender a su fiel clientela que ha pasado padres a hijos, viendo transcurri­r la vida desde ese privilegia­do rincón del centro portuense.

El próximo domingo 3 de marzo será el último en el que el Bar Curva abra sus puertas con Paco al frente, ya que ha llegado a un acuerdo para traspasar el establecim­iento a otro propietari­o, cuya intención es mantener la actividad una vez se acometa una pequeña reforma en el local.

Paco nació en Sevilla pero desde muy joven su vida ha transcurri­do entre Cádiz, El Puerto y Jerez. De muy joven vivió en Estados Unidos, ya que se casó con una norteameri­cana, y de allí se trajo la idea de montar un establecim­iento de comida rápida de los que entonces apenas existían en España.

Tras una larga trayectori­a ligada al mundo de la hostelería, que comenzó en Cádiz de la mano de La Cabra, en El Puerto pasó también por varios establecim­ientos, siendo uno de los más conocidos la cervecería El Barril, en la calle Jesús de los Milagros.

Ya por su cuenta montó primero un pub y después el antiguo bar Curva, en un local muy cercano al actual, que compró en principio para regalársel­o a su mujer. Durante ocho años estuvieron los dos Curvas abiertos a la vez, hasta que la pareja se separó y solo quedó el Curva actual.

Paco cuenta que cuando abrió esa esquina en la plaza de la Herrería “sabía que me iba a jubilar aquí, esta esquina es oro, por aquí pasa todo”, dice.

En la época en la que abrió el Curva no había Mcdonald’s, ni Burger King, aunque sí había un negocio similar muy cerquita, el Siroco, con cuyos dueños siempre hubo muy buena relación ya que tenían públicos distintos.

De su carta sin duda la especialid­ad más celebrada ha sido el sándwich de pollo de tres plantas, aunque también los hay de salmón, de atún o de anchoas, además de hamburgues­as y otros platos típicos de las hamburgues­erías.

Durante muchos años las pandillas de jóvenes, tras una larga noche de bares, recalaban en este pequeño local de apenas 48 metros cuadrados que en un principio no tenía terraza, sino que atendía a través de las ventanas que daban a sus 19 metros de fachada. También en el interior había un pequeño espacio que siempre estaba lleno.

Paco recuerda que en sus mejores tiempos ha llegado a cerrar a las nueve de la mañana, cruzándose los más trasnochad­ores con quienes acudían a la plaza de abastos para hacer la compra.

Después vinieron las nuevas normativas municipale­s, más restrictiv­as, y ahora los horarios no son ni parecidos a los de

En sus mejores años el local llegaba a cerrar sus puertas a las nueve de la mañana

entonces, aunque el sándwich de pollo sigue ejerciendo esa función reconstitu­yente en quienes acuden a terminar la noche con algo sólido en el estómago.

Después de haber estado trabajando sin parar desde los 20 años, Paco se toma ahora un respiro y tiene previsto viajar a Estados Unidos para visitar a sus hijos y nietos. “Mi vida ha girado en torno al Bar Curva, parejas, hijos, amigos, enemigos... pero el balance ha sido positivo”, y termina recordando el que ha sido su lema: “Ponga un sandwich del bar Curva en su vida, será más feliz”.

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. Francisco Grijota, en la terraza del Bar Curva.

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