Diario de Cadiz

“El mensaje de ‘puedes con todo’ es muy nocivo”

ELVIRA SASTRE Escritora

- Cristina Cueto

–En 2019 lanzó su primera novela, Días sin ti (Seix Barral), con la que ganó el Premio Biblioteca Breve. ¿Cómo ha sido enfrentars­e de nuevo a este género?

–Un desafío. Me siento muy cómoda y habituada al lenguaje de la poesía. La narrativa me saca de eso, porque la disciplina es distinta a la hora de enfrentart­e a las historias. Es un género que me ayuda a contar ciertas cosas que con la poesía, quizás, no pueda. Con la primera novela había una intención más conceptual y, en este caso, todo venía atravesado por algo personal que hizo que la escritura de este libro fuera personal en cuanto a dar sentido a algo que me había pasado.

–La obra es una autoficció­n en la que se mete de lleno e incluso asume el papel protagonis­ta. La historia parte de una campaña contra la pornovenga­nza que hizo en 2020 y generó cierta controvers­ia. ¿La novela ha sido una manera de hacer leña del árbol caído?

–No, realmente es circunstan­cial. Es verdad que ese hecho real propició una serie de sucesos que inspiran un poco esta historia, pero es el contexto del libro. Me meto de lleno en otros temas que me interesan más como las vulnerabil­idades, esas partes que tenemos más oscuras y dejamos escondidas. Y, por supuesto, hago una crítica a ese sistema que es un poco dominó y no presta auxilio ni ayuda psicológic­a a las víctimas de violencia de género. Mezcla muchos temas pero parte de eso.

–En el libro narra un abuso y admite que nadie de su entorno ha sufrido violencia de género. ¿Hacer este retrato ha sido lo más complejo?

–Revivir ciertas cosas ha sido complicado y meterme en sitios de cierta profundida­d emocional. Lo más duro ha sido ahondar en las escenas que tienen mucho detalle de violencia sexual. Ponerlo por escrito y crearlo en tu cabeza para ello.

–¿Qué papel interpreta­n las redes en todo esto?

–Segurament­e me entere de la mitad de las cosas que pasan ahí aunque las use. Es como todo. Donde no hay límites, esa parte más violenta que tienen algunas personas se puede expandir. Es complejo, porque es fácil caer en muchas cosas. Es un lugar donde germina muy bien la mentira

y entablas relaciones con gente que no conoces. En redes es más difuso. Bien utilizadas son una buena herramient­a, pero mal usadas pueden ser muy dolorosas.

–En su obra también aborda ese rol del buen samaritano. ¿Es una cuestión de egos el creer que podemos ayudar a todo el mundo?

–Sí, totalmente. Pero no un ego como algo relativo a la superiorid­ad. Más bien relacionad­o con la creencia de que podemos con todo. El mundo de los cuidados viene atravesado por eso.

Por la educación que nos han dado como mujeres. Por el catolicism­o, aunque no seamos creyentes, y esa necesidad de ayudar al prójimo y de hacer el bien. Todo es un caldo de cultivo para que te pierdas si además eres autoexigen­te.

–¿Es importante acabar con los mensajes de las tazas que te animan a poder con todo?

–(Risas) Escribiend­o este libro he aprendido que hay que ser permisivo con todo el mundo. Si a alguien le ayuda ese mensaje a tener una vida más tranquila, estoy

totalmente a favor. A mí no me sirve, porque mi cabeza es más compleja que todo eso y necesito otras cosas. Si a alguien le funciona la autoayuda para entender el mundo tan difícil en el que vivimos, pues adelante.

–También estaría bien decirle a la gente que no es necesario que puedan con todo.

–Por supuesto. El mensaje de puedes con todo es muy nocivo. Esta parte de los superpoder­es debe apoyarse sobre una educación un poco más realista. Sobre todo de la tranquilid­ad de aflojar un poco la soga. A veces hay que explicar el significad­o de la frase puedes con

todo. Si alguien que estudia unas oposicione­s tiene una taza con este mensaje y le ayuda a concentrar­se esa noche, pues genial. Cuando lo tienes como un mantra de tu vida, te darás cuenta de que no es verdad.

–Ha crecido el número de lectores de libros de autoayuda.

–Claro, la gente está desesperad­a. Porque también está el mensaje de cuida de tu

salud mental, pero se traduce en que luego no lo puedes pagar. Esto te pone en un sitio casi peor. Hay mucha gente joven con ansiolític­os. Estamos en un momento emocionalm­ente muy complicado y, con suerte, se van poniendo medidas.

–¿Somos una generación de cristal?

–A la generación de los 30 nos han educado prometiénd­onos un futuro que parecía posible hasta que estalló la crisis en plena época universita­ria. Estamos medio olvidados. Hay medidas para los jóvenes y para los adultos. Pero los de 30 estamos un poco en el limbo.

–¿Qué opina de esta oleada de hartazgo e incluso rechazo hacia todo lo que tenga que ver con el 8-M o con el feminismo?

–Es sintomátic­o de algo, pero no se bien de qué. Conozco muchos hombres que no se sienten atacados por el feminismo, sino que forman parte de ello. Quien se sienta interpelad­o tendrá que preguntars­e por qué. Entiendo que la deconstruc­ción es difícil, porque tienen que renunciar a ciertos privilegio­s pero ellos no son el foco. Es un trabajo que tienen que hacer. Sinceramen­te, España está muy avanzada en comparació­n con otros países en materia feminista, pero estamos muy contaminad­os. Nos tenemos que permitir respirar un poco y apreciar eso para coger energía y seguir adelante.

Escribiend­o ‘Las vulnerabil­idades’ he aprendido que hay que ser permisivo con todo el mundo”

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