Diario de Cadiz

Argumentos para respirar

● El Cádiz se levanta y muestra detalles para la esperanza, ya que tiene capacidad de reacción cuando todo está en contra y crea más ocasiones que en cualquier otro partido

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La lectura del empate del Cádiz CF ante el Celta (2-2) puede traer de la mano que se dejó escapar la ocasión de volver a ganar para salir del descenso, pero realmente tiene mucho peso la capacidad de reacción de los amarillos cuando peor se puso la situación en el marcador y con la grada de uñas por la enésima decepción. Fue el día que Mauricio Pellegrino apostó por el 14-4-2.

A pesar del 0-2 que reinaba hasta el minuto 65, el conjunto gaditano había llegado en diversas ocasiones a la portería de Guaita y había dejado tras de sí unos primeros diez minutos de partido muy interesant­es. Fue un mazazo el tanto de Iago Aspas en el primer acercamien­to vigués con el ‘delito’ de que el experiment­ado atacante gallego recibiera solo en el área porque es una escena letal para cualquier rival.

Los amarillos -en esta jornada de celestes- trataron de levantarse de ese 0-1 que dejó tocados a todos incluido el entrenador local, que agachaba la cabeza ante su banquillo sin entender lo poco que le había costado al rival tomar ventana en el marcador.

Dentro de la angustia que vive el Cádiz CF por su eterna crisis, hubo jugadores que llevaron mejor tener que tirar del carro mientras que otros están muy señalados por una afición que también busca culpables en el césped. Se comprobó en los cambios por la despedida que dio la grada a Maxi Gómez, Rubén Sobrino o Gonzalo Escalante, muy pitados.

Con el cero a dos la tensión se elevó de manera notable -con el regreso de los pitos contra el presidente- y Pellegrino atajó lo que sucedía buscando una solución a lo que parecía imposible. Kouamé, Chris Ramos y Sergi Guardiola ingresaron al césped para que salieran del mismo Gonzalo Escalante, Rubén Sobrino y Maxi Gómez, que se llevaron la peor parte de la afición que este domingo les señaló.

No es que el Cádiz CF empezara a ser una máquina de funcionali­dad perfecta, pero al menos Kouamé dio más movilidad y oxígeno a la zona ancha, mientras que Chris Ramos -sorprende que el máximo goleador y asistente del equipo empezara en el banquillo- y Sergi Guardiola elevaban los argumentos en ataque para que Rafa Benítez tuviera que cerrar filas ante Guaita.

Hay una clave y es la rapidez con la que Juanmi vio portería tras esos cambios y el segundo tanto de los gallegos. El 1-2 con 24 minutos por jugar -más la prolongaci­ón- abría la puerta a la esperanza al tiempo que el preparador cadista echaba más dinamita al juego ofensivo dando entrada a Darwin Machís, a la postre decisivo.

Hay que hablar de un problema con la definición que de nuevo fue palpable esta jornada porque el Cádiz CF desperdici­ó ocasiones claras, sobre todo una de Guardiola muy cerca de la línea de gol. Pero el equipo cadista tenía que creer hasta el final con un Celta con sus once jugadores casi bajo el travesaño. Y el premio, justo premio, cayó en el penúltimo suspiro con Machís limpiando las telarañas de la escuadra derecha de la portería rival.

Un empate merecido que mantiene al Cádiz CF en descenso pero con más vida que hace una semana por el simple hecho de haber sido capaz de reaccionar de una manera que casi no se le ha visto esta campaña. Hacer dos goles en un partido es, por desgracia, una gran noticia y una esperanza que un refuerzo como Juanmi sea capaz de seguir elevando su casillero de goles porque es la única manera de poder estar cerca de volver a ganar y creer en la permanenci­a.

Hasta el cero a dos, hay varios jugadores que han quedado muy señalados por la grada

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JULIO GONZÁLEZ Chris Ramos y Sergi Guardiola caen al césped en una acción ofensiva de los cadistas.

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