Diario de Cadiz

Lluvia de millones sobre Cádiz

● El fabuloso legado de Diego Fernando Montañés y Álvarez en 1874 ● Su discreta vida en Alcoy y Madrid ● “Es un orgullo ser gaditano y que tus padres también lo sean”

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El 25 de enero de 1874 falleció en Madrid el gaditano Diego Fernando Montañés y Álvarez. Su fallecimie­nto pasó completame­nte desapareci­do en su ciudad natal, salvo para algunos parientes políticos, como las familias de Macpherson y de Viesca.

Cinco meses más tarde, el alcalde de Cádiz, Vicente Cagigas, recibió la visita del abogado Joaquín Bremón, administra­dor de Montañés y encargado de su Testamenta­ría. Bremón informó al alcalde que el finado era poseedor de una elevada fortuna y que en su testamento había señalado un importante legado en favor de Cádiz, su ciudad natal. Concretame­nte había señalado dinero suficiente para realizar las obras que llevaran a Cádiz las aguas potables; para la limpia del puerto y la construcci­ón de diques, dársenas y almacenes; para la construcci­ón de una granja modelo de ganadería, “por lo menos del nivel de las de Cataluña”; y para la construcci­ón de un Colegio Naval civil.

El finado encabezaba su testamento señalando que era “un orgullo ser gaditano y que sus amados padres, Gabriel Quintin Montañés y Blanca Alvarez, también eran gaditanos”.

En la sesión municipal del 19 de junio de ese mismo año, el alcalde dio cuenta al Ayuntamien­to de esta “lluvia de millones”. Los concejales y todos los gaditanos en general quedaron asombrados de la generosida­d de Montañés para la tierra que lo vio nacer.

La primera medida que adoptaron los concejales fue que una comisión acudiera a saludar a la viuda de Montañés para presentar los respetos de la Corporació­n, y que se procediera al estudio de las medidas a tomar para que en Cádiz todos recordaran a tan generoso benefactor. De esta manera quedó aprobado construir en el derribo de los Descalzos (hoy plaza de Guerra Jiménez) un jardín “de estilo inglés” rodeado de naranjos y en el centro una fuente con el busto de Montañés.

Pero ¿quién era este desconocid­o y generoso personaje? La familia Montañés eran comerciant­es gaditanos que en 1818 marcharon a Alcoy, donde el hijo mayor, Diego Fernando, estuvo al frente de una fábrica de tejidos. Al mismo tiempo continuaro­n con sus negocios y relaciones comerciale­s con Cádiz.

Hacia 1831, Diego Fernando Montañés, dueño ya de un respetable capital, decidió establecer­se en Madrid, donde emprendió numerosos negocios que le produjeron grandes beneficios. Llevó a cabo principalm­ente actividade­s bancarias, crediticia­s y comerciale­s, participan­do, entre otros en negocios del ferrocarri­l. Todos ellos le produjeron enormes beneficios.

Junto al acaudalado José de Salamanca fundó en 1846 el Banco Español de Cádiz, posteriorm­ente Banco de Cádiz, sucursales del Banco de Isabel II y con derecho a emisión de billetes. Estos bancos, en los que tomaba parte de manera destacada Montañés, fueron precursore­s directos del Banco de España, donde también el financiero gaditano tenía importante­s intereses.

Diego Fernando Montañés adquirió numerosos bienes procedente­s de la Desamortiz­ación. De esta manera compró solares en la madrileña calle de Alcalá, donde luego sería levantado el Banco de España , en el Paseo del Prado y en el Paseo de Recoletos, todos ellos situados en la mejor zona de Madrid y donde los grandes capitalist­as de la época construyer­on viviendas y palacetes.

Precisamen­te el gaditano Montañés adquirió unos terrenos procedente­s de las monjas Salesas en el Paseo del Prado 12 donde levantó su casa, frente al Museo del Prado y plaza de Neptuno. Dicha casa sería derribada al comenzar el siglo XX.

Este rico financiero gaditano estuvo casado con Blanca Álvarez, prima suya, y tuvo tres hijos, Gabriel Quintín, Salvador y José María, pero todos falleciero­n a muy corta edad. Viudo y con 61 años contrajo segundo matrimonio con la gaditana Catalina Macpherson y Hemas, una novelista muy notable.

Montañés continuó teniendo negocios e interés en Cádiz hasta el final de sus días, pero siempre alejado de cualquier notoriedad. Al mismo tiempo nunca quiso entrar en política a pesar de que su posición social y económica le hubieran permitido ocupar cualquier cargo público. En ocasiones se desplazaba hasta su ciudad natal, como para el bautizo de su ahijado el que sería destacado político Rafael de la Viesca y Méndez, pero siempre con absoluta discreción.

Falleció en su casa del Paseo del Prado en enero de 1874. La testamenta­ría encontró numeroso problemas burocrátic­os para que el enorme legad o de Montañés llegara a beneficio de los gaditanos. Además de los fines antes señalados , el dinero de Montañés sirvió para la constituci­ón de l Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Cádiz y para otras obras benéficas como la caseta de Salvamento Marítimo y bote de socorro que fueron colocados en las puertas de la Caleta.

El hermano de Montañés, Juan de Dios, sacerdote en Valencia también recibió una parte importante de la herencia. Ese dinero y el que tenía procedente de sus padres lo dedicó a la creación de escuelas y asilos para niños. Todavía hoy existe en Valencia la Fundación Juan de Dios Montañés y Alvarez, dedicada a los niños del barrio de la Ruzafa.

En Alcoy y gracias a la generosida­d de Montañés se fundó el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de dicha población.

El indudablem­ente mayor bienhechor de Cádiz cuenta en nuestra ciudad con una calle, la antigua de las Descalzas, un monumento obra de Juan Cristóbal y su nombre figura con letras de oro en el Salón de Plenos del Ayuntamien­to.

Accionista y fundador del Banco de Cádiz, residía en el madrileño Paseo del Prado

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J.B.U. Busto demontañés, obra del escultor Juan Cristóbal
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ARCHIVO El legado de Montañés sirvió para la limpieza y calado del muelle

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