Diario de Cadiz

“El comportami­ento machista de mi personaje era aceptado entonces”

ALAIN HERNÁNDEZ Actor de ‘Sueños de libertad’

- Francisco Andrés Gallardo EFE

–Antena 3 acaba de estrenar una serie diaria, Sueños

de libertad ¿Se da cuenta de que puede ser un proyecto al que esté unido durante muchos años?

–Nunca me gusta pensar cuánto tiempo puede durar una serie. Es una cuestión de humildad, de ir paso a paso. Mi abuelo le dijo a mi padre “antes de levantar un pie ten asegurado el otro” y esa es una filosofía que nos ha marcado a la familia. Siempre hay que ir paso a paso. Es la única forma de ir hacia adelante.

–Trabaja en Madrid y tiene a sus dos hijos pequeños en Barcelona.

–Los echo de menos pero tengo que estar concentrad­o en hacer este trabajo. Llega el fin de semana y los disfruto muchísimo.

–Sueños de libertad se ha estrenado con buenos datos en la noche y en la tarde.

–Lo de la audiencia a veces es una incógnita y está bien tener un buen arranque. Siempre hay que tener respeto por la audiencia, qué es lo que lo que puede gustar. En

Sueños de libertad estamos trabajando para que así sea. Siempre es bueno arrancar con buen pie y la promoción de todo el grupo Atresmedia ha sido muy importante. Los datos que acumulemos en esta semana darán idea de la tendencia próxima.

–Relevan a Amar es para

siempre, que se va despidiend­o ¿hay pena en el equipo, celos?

–Parte del equipo de Amar está en Sueños de libertad.

Hay pena por acabar un ci-* clo pero esta nueva serie es el reflejo de un trabajo de años, de experienci­a.

–Lo que se ve en una serie es el pico de un iceberg...

–Son muchas horas de trabajo. Muchas horas en casa, estudiando. No podríamos grabar tantas secuencias al día si no tuviéramos esta concentrac­ión.

–Los seriales, lo que llamábamos culebrones, antes eran un plató diminuto...

–Todo eso ha cambiado mucho. Hay grandes platós, exteriores. Las series diarias de ahora no pueden vivir de las rentas, como si no pasara nada durante semanas. Eso ya se acabó en la televisión actual.

–¿Cómo definiría Sueños de

libertad?

–Visualment­e es preciosa, está ambientada de forma maravillos­a, en vestuario, decorados. Es un bonito viaje a 1958. La fotografía es cinematogr­áfica, un nivel de guion altísimo. Y pasan muchas cosas. En estos tiempos hay que abrir y cerrar tramas en los personajes.

–Su personaje es un tirano machista, Jesús de la Reina...

–Ese comportami­ento machista de mi personaje era aceptado por hombres y mujeres de entonces. Es el reflejo de una época pero precisamen­te sirve para denunciar si se detectan conductas así en estos tiempos.

No pueden oprimir los sueños de libertad de los demás. Cuando estás dentro cuesta verlo, pero hay que escapar de esa opresión y pedir ayuda.

–¿Hay algo de su personaje con lo que esté de acuerdo?

–Mi personaje no tiene nada que ver conmigo. En su parte más empresaria­l es duro, es muy buen trabajador y se preocupa por su empresa y en dar ejemplo, en esos aspectos me gusta Jesús. Como profesiona­l sí, pero como persona, no. En cuestión interpreta­tiva un personaje así es sugerente, me lo paso bien porque requiere una intensidad, aunque no esté de acuerdo en nada de su moral.

–Su esposa en la ficción es Natalia Sánchez ¿Cómo se lleva con ella detrás de las cámaras?

–Es la primera vez que trabajo con Natalia y nos entendemos de maravilla. Tenemos una confianza delante de cámara que es una muestra de lo bien que nos llevamos fuera del plató. Jugamos a tope en esa tensión mutua en la historia.

–¿Le molesta a ella que la recuerden siempre por Los

Serrano?

–Natalia es historia de la televisión, como Los Serrano.

Que se lo recuerden ella lo toma con cariño, yo mismo se lo he recordado. Yo no era aún actor cuando la veía en

Los Serrano. Pasó con Médico de familia o con Física o Química, son historias para los jóvenes de entonces.

–Si aún no era actor cuando veía Los Serrano ¿cuándo comenzó usted?

–Empecé tarde, después de hacer la carrera de Marketing. Con 28 años empecé un curso de teatro por

hobby, por coger aire. El profesor de aquel curso me dijo que tenía que ser actor. A los tres años hice cosas en las teles locales y a finales 2008 hacía una sección en

Salvados, con Jordi Évole.

–Su familia tiene una empresa de jamones y usted ahora, en la ficción, una fábrica de cosméticos.

–Aprendí mucho en la empresa familiar y hay aspectos que me sirven para construir mi personaje. Yo de niño eché también mucho de menos a mi padre, que tenía que viajar y trabajar mucho. Eso lo he vivido yo: ir a los mercados, a hacer calle. Llevar piezas de muestra. En los años 50, donde se ubica Sueños de libertad, todo eso era aún más duro.

–¿Qué nos irá contando esa fábrica de la serie?

–Hay una rivalidad entre los De la Reina y los Merino por cosas del pasado que iremos viendo con las semanas. Hay personajes preciosos y una mezcla de talento entre mayores y jóvenes. Con Nancho Novo, mi padre en la ficción, he tenido unas secuencias sensaciona­les.

–Diagonal, la productora, es experta en series de época...

–Cuando uno sube a un barco así hay garantías de que no va a fallar. Trabajé con ellos en Kubala, Moreno y Manchón, en La catedral del

Mar...

–¿Se queda con ser bueno mejor que malo?

–En mi trabajo he tenido más papeles de bueno que de malo, pero la gente prefiere recordar a los malos...

Las series diarias ya no pueden vivir de las rentas, como si no pasara nada durante semanas”

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