Diario de Cadiz

SOBRADAMEN­TE PREPARADOS

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DICE László Földényi, en su libro Elogio de la melancolía (Galaxia Gutenberg, 2023), que “nunca ha estado el hombre tan desorienta­do (…), a la vez que nunca se ha sentido tan poderoso y omnipotent­e”.

Estas palabras reflejan muy bien la percepción de nuestra época actual.

Hace unas semanas vimos con estupefacc­ión, cómo una lancha tripulada por presuntos narcotrafi­cantes embestía a una embarcació­n de la Guardia Civil cuyas dimensione­s y caracterís­ticas distaban de ser las ideales para enfrentars­e a aquella lancha. Fue un encuentro desigual entre Goliat y David en el que, por esta vez, el grande venció al pequeño y la oscuridad se impuso a la luz. El resultado fue trágico y dos agentes de la Guardia Civil perdieron la vida. Mientras eso ocurría, había gente jaleando y animando, desde el muelle, a los tripulante­s de la narcolanch­a.

Esas imágenes pusieron tristement­e en el debate nacional a esta localidad gaditana. El pasado domingo, sus habitantes salieron a la calle para mostrar su dolor y en defensa de la dignidad de Barbate.

El narcotráfi­co a gran escala es un problema que afecta no sólo al Campo de Gibraltar, sino al litoral de Huelva, Málaga, Almería y Granada. Así lo expone un informe realizado por la Asociación Judicial Francisco de Vitoria (AJFV) donde se reclama que sea la Audiencia Nacional la que se encargue de enjuiciar estos casos, además de una batería de cambios legislativ­os con el fin de hacer frente a esta lacra.

Un juzgado de esa localidad, lleva la investigac­ión de lo sucedido. Tendrá que investigar la cadena de acontecimi­entos que culminaron en ese fatal desenlace. Y un miembro de la carrera judicial con categoría de juez se ha hecho cargo de la misma. Y aquí es donde empiezan las críticas en determinad­os medios. ¿Por qué? Porque ese juez ha tomado posesión de su cargo hace apenas unos días. Es su primer destino. Un juez “novato” -dijeron algunos- llevará la instrucció­n de lo sucedido en Barbate. Se hace ver, indirectam­ente, de manera sutil, que no estaría preparado para semejante tarea.

¿Realmente es así? Veamos qué formación tiene ese juez “novato”.

Es un alumno de la 72 promoción de la Escuela Judicial. Para llegar a la Escuela, ha tenido que aprobar una oposición de tres ejercicios cuya preparació­n requiere en torno a unos 5 años de estudio callado de unos 330 temas. Un tipo test y dos orales. Aprobada ésta, ha pasado nueve meses de formación teórica en la Escuela Judicial. Y tras éstos, un año de formación práctica en juzgados y tribunales con una fase de juez de sustitució­n o refuerzo en otros órganos judiciales.

Y por fin, llega a su destino. Tras una formación de más de once años ¿de verdad podemos decir que un juez no está preparado? ¿Que no está formado?

Así que sí, el Juez que ha tomado posesión en Barbate, en un juzgado mixto -lleva asuntos civiles, penales y de familia- y con falta de medios, está sobradamen­te preparado. Para afrontar los retos y desafíos que supondrá ese primer destino. Ha invertido muchos años de esfuerzo y estudio para llegar a este momento.

Y nosotros, como ciudadanía, debemos confiar. En la preparació­n y formación de nuestros jueces. En nuestro sistema judicial que es garantía del Estado de Derecho.

Y tal vez así, una parte de la sociedad no se sienta tan desorienta­da y la otra no se sienta tan poderosa y omnipotent­e.

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