CAFÉ Y LUZ
EL franquismo fue una época dorada del columnismo literario. Escribían Pemán, Pla, Camba, González Ruano, Foxá, Cunqueiro, Sánchez Mazas, Romero Murube… Increíble que el franquismo diese algo más, pensarán muchos, que páramos culturales y pantanos (con perdón). La explicación es, en la medida de mis posibilidades, bastante políticamente correcta. Con Franco no se podía hablar de política, salvo de la triple A (alumbrado, alcantarillado y asfaltado), esto es, de política municipal y ordinaria administración. Nada de reírse de los negocios de doña Carmen Polo (si los tuviese) o de los manejos de Serrano Suñer.
Entonces los columnistas de los periódicos tenían que compensar con la sutileza, el costumbrismo, el humor, el lirismo, la confesión íntima… La crítica perdía mordiente, pero la literatura salía ganando. Opinar de política lo hace cualquiera, pero, como decía Pla, describir el vuelo de un pájaro en una línea y media son palabras (menores) mayores. Los periódicos, por cierto, se vendían lo suyo, es curioso. Fue una época también de esplendor (con perdón) para el negocio editorial.
Por supuesto, no abogo por la censura. Soy muy partidario de la libertad de
El columnismo literario languidece si la actualidad política se vuelve efervescente y frenética
expresión, como este mismo artículo demuestra, a mi modo, claro, porque no va a ser mi libertad de expresión si digo lo que dicen los demás. Pero sí tengo envidia de quienes escribían artículos sin enfangarse con la política. Ellos, quizá porque no podían. Yo, podría, desde luego, aunque la presión de Ábalos y de Sánchez, sacando un conejo de la chistera cada día, es tremenda. ¿Cómo no hablar de política cuando se manosea la soberanía nacional, el Estado de Derecho se malvende y se miente más que se habla? La tentación o el sentido del deber son poderosos; pero ¡qué artículos más circunstanciales nos salen hablando de la actualidad política! Tiene uno la sensación de estar perdiendo el tiempo (de mañana). ¿Quién querrá leer un artículo sobre Ábalos dentro de ocho meses? ¿Y de Sánchez dentro de ocho años? Yo leo a González Ruano hablando de un café en una terraza de playa en invierno y han pasado 80 años y aún huelo el café negro y veo la luz fría desde aquí.
Los griegos, que eran sabios, dedicaban, en sus festivales, tres días a la tragedia y un día a la comedia. Me hago el propósito de no hablar continuamente de la tragedia que tenemos encima. Aunque sea por egoísmo. Escribiendo este artículo sí he disfrutado.