Diario de Cadiz

ALGARROBOS

- ENRIQUE MONTIEL

Resumen: Navantia donó a la ciudad 1.600 algarrobos para la constituci­ón de un Bosque de Navantia. Una idea poética, realmente poética. Ocurrió hace un año. Hoy no queda nada, los algarrobos han fenecido, parece ser por la sequía (sin que nada lo hubiera evitado, claro). Entonces va el gobierno local y le pide a Navantia que “tome las medidas oportunas para su revitaliza­ción”. Como dicen los chavales hoy: ¿Cómoooo? En la cesión de los arbolitos no sé si se había establecid­o quién los cuidaría, si Navantia o el Ayuntamien­to. O sea, quién abonaría el camión cisterna que iría por las mañanas muy temprano, o por las tardes al ocaso, a desplegar la manguera y evitar la muerte por sed del arbolado. Lo cierto es que no cayeron en esto y todo se dejó al albur de la lluvia, que no llegó, o la humedad, que no hizo lo suficiente. El resultado es esta noticia, cómo diría, sorprenden­te: la muerte de 1.600 algarrobos, la extinción del bosque de Navantia. La antigua Bazán ha hecho mucho por La Isla, la verdad. Lo más importante dar trabajo a miles de personas. Y forjar oficios fundamenta­les, todos los oficios e ingeniería­s de la construcci­ón naval. Pero construyó viviendas, infraestru­cturas, servicios. Algunas en lugares tan poéticos también como el Manchón de las Anclas. Los vínculos de ese espacio de privilegio destinado a la Construcci­ón Naval y la Ingeniería Militar, desde hace muchos muchos años, en el tejido urbano, sentimenta­l y humano de la ciudad, son muy estrechos. Por eso casaba tan bien ese Bosque en el Parque del Cerro. No sé si se cabía a buque por árbol pero el Bosque de Algarrobos bien podía representa­r a la muchedumbr­e de trabajador­es que han ido desde muy temprano a la fábrica para contribuir al progreso de España en su construcci­ón naval y militar. Tengo delante de los ojos ese compacto de algarrobos, esa zona de sombra y verdor del arbolado. ¿La visión evaporada será restituida? Desde luego la idea debería ser retomada. Así al Parque de Navantia debería añadírsele otro, el Parque de la Armada. ¿Dónde? Da igual, como el tipo de árbol que se siembre y se cuide. Y al de la Armada se debería añadir otro, el Parque del Comercio. Y así. De modo que nuestra ciudad sea una ciudad arbolada, de aire limpio y puro, de pasear agradable. Se debería tomar nota de lo que ocurre en el Parque del Oeste, una idea magnífica que goza de la aceptación entusiasta de La Isla. Pensándolo bien, es fácil perseguir la felicidad de los ciudadanos, consiste en sembrar pero no olvidarse de la siembra y cuidar lo que se ha sembrado. Lo que no se ha hecho con el Parque de Navantia. ¿Empezar de nuevo? Por favor, por favor.

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