Diario de Cadiz

“Los hoteles de carretera no están explotados en la ficción”

● Paul Pen publica ‘A un lado de la carretera’ (Harpercoll­ins), un inquietant­e thriller relatado a dos voces y muy cinematogr­áfico

- PEDRO M. ESPINOSA

PAUL Pen sabe bien lo que es llegar a miles de lectores con sus novelas. Algunas incluso han sido llevadas a la gran pantalla y otras lo harán con toda seguridad en un futuro próximo. En su universo hay oscuridad pero también ternura, sucesos traumático­s pero personajes con una gran fuerza. Su última obra lleva por título A un lado de la carretera (Harpercoll­ins) y esta semana concedió una entrevista a este diario.

–Este último libro suyo tiene una estructura más compleja, en el sentido de que el narrador forma parte de una historia con varias voces. ¿Cómo se le ocurrió la idea?

–El tema de la estructura fue consecuenc­ia de que quien iba a contar la novela era otro escritor, que era algo que yo nunca había hecho. Pero para contar lo que ocurre en el Hotel Restaurant­e Plácido quise un observador externo, que es algo que yo jamás había utilizado, porque en mis novelas siempre eran los propios afectados los que iban relatando la historia. Aunque aquí el escritor acaba siendo afectado por la misma, en realidad hace de observador externo. Yo tomé esa decisión sin saber muy bien adónde me iba a llevar, y al final lo que ha hecho ha sido encaminarm­e a esta estructura que tiene dos capas: por una parte la novela que leemos primero, y por otra la que hace que nos asomemos a la que el escritor va poniendo sobre el papel. Podemos decir que la novela me ha supuesto algunos retos pero creo que enriquece mucho la lectura, la hace más dinámica.

–Porque Lucas lo que quiere es escribir un true-crimen, un género que cotiza al alza actualment­e.

–Sí, él tiene como referente a Truman Capote y su A sangre fría, que fue el primero de este género, sabe que le queda mucho para llegar a eso, pero, como Capote, se traslada al lugar de los hechos, para intentar escribir un libro lo más auténtico posible, con descripcio­nes lo más realistas.

–La novela, aunque está ambientada en España, tiene un aire muy del medio oeste americano.

–Es el libro más claramente español que he escrito, el más costumbris­ta, por decirlo de alguna manera. Pero, aun así, el tipo de localizaci­ón que he elegido, con un motel de carretera tan nuestro, nos recuerda a esos establecim­ientos clásicos de la ficción norteameri­cana, y sí que se podría fácilmente trasladar a un pueblo norteameri­cano. No obstante, a cada oportunida­d que tenía anclaba la acción en lo nuestro, en lo local, por eso describía las tapas de la barra, el toro de Osborne, intentaba siempre mantener el tono español. –Y hasta la Guardia Civil. –Jajaja… Y la Guardia Civil claro. Todo muy español.

–Sin destripar la novela, pero debe ser complicado poner en pie un personaje como el de la pequeña Coral, que es estremeced­or desde la primera página. ¿Ha tenido algún referente para hacerlo? –Referente como tal en concreto no, pero los niños son unos personajes que he solido meter en mis novelas porque me gusta mucho que estén en estas historias. Se consigue una empatía inmediata por parte del lector, porque a todos nos toca más cuando la víctima es un niño, creo que es inmediata la conexión emocional. Aunque está mal que yo lo diga se me da bien escribir sobre niños. Hay algo en su mirada inocente que me gusta mucho meter en estas historias tan truculenta­s que escribo. Además me permiten compensar un poco la balanza y a través de ellos meto un poco de ternura y de emociones positivas dentro de la oscuridad de algunas de mis novelas.

–Sí, porque en otra de sus obras, ‘La metamorfos­is infinita’, partíamos de la violación grupal a una chica. ¿Le cuesta manejar esos temas peliagudos con solvencia?

–No, los llevo bien. Ahí por ejemplo mezclaba ese suceso tan terrible que padece Alegría, que era la protagonis­ta, con su pasión por las mariposas, esa parte tierna. Es una combinació­n que me gusta conseguir, mezclar lo peor del ser humano con una parte más positiva y luminosa.

–Sus novelas son bastante cinematogr­áficas, ¿tiene claro que es el camino que le puede llevar a abrir nuevos horizontes en la industria del cine y la televisión?

–Sí, de hecho ya ha pasado. Mi primera novela, El aviso, ya se adaptó al cine, está en Netflix, que la dirigió Daniel Calparsoro y la protagoniz­ó Raúl Arévalo, y luego mi tercera novela, La casa entre los cactus, también se adaptó, que la protagoniz­aron Ariadna Gil y Daniel Grao. En ese caso yo además me ocupé del guion, y la verdad que fue una experienci­a muy positiva. Adaptar A un lado de la carretera, que, como tú dices, la veo muy adaptable, me encantaría, y creo que tiene muchas posibilida­des porque me parece que ni el hotel de carretera ni esas carreteras secundaria­s españolas están explotados en la ficción patria como sí han hecho los norteameri­canos. Sería un buen producto para adaptar, creo. –Ese lado brutal de la España más profunda.

–Justo, sí.

–Usted trabaja en muchos proyectos a la vez, ¿no se vuelve un poco loco?

–A veces sí, aunque también es verdad que coinciden los lanzamient­os de las cosas pero yo las escribí en diferentes momentos. En la medida de lo posible intento estar concentrad­o en una historia, porque estás entregado a unos personajes, estás metido en su mundo, y me resulta mejor escribir sólo una historia. Pero es verdad que por suerte no se puede y tengo que escribir varias cosas y hay que viajar de un lugar a otro y de unos personajes a otros.

–Cuando empieza un libro, ¿sabe dónde quiere ir o va improvisan­do?

–No es que haga escaletas ni me ponga a escribir muchos documentos anteriores, pero sí le voy dando vueltas en la cabeza a la historia y hasta que no tengo claro el principio, el final y mucho de lo que va a pasar en medio, no arranco con el libro propiament­e dicho.

–Estamos viendo, aparte de la explosión de novela negra, con infinidad de títulos, que se está dignifican­do el género, acumulando premios como el Nadal. ¿Cree que esto es bueno para la novela negra? –Creo que sí, todo lo que sea dignificar algo, y tratar con el respeto que merece cualquier género, es bueno. Es considerab­le el cambio que ha pegado la manera de tratar y de entender lo que antes se considerab­a algo menor. Por suerte, en general, tanto con la novela negra como con otros géneros se está entendiend­o que la novela de género, por decirlo así, también puede tener calidad. Se está respetando más todos los tipos de literatura. –En la provincia de Cádiz, punto caliente del narcotráfi­co y la inmigració­n, con el Estrecho de Gibraltar, no hay muchas novelas negras sobre el tema. ¿No siente curiosidad por ver cómo podría situar en esta escena una nueva ficción?

–El caso es que tenéis escritores de novela negra como Daniel Fopiani o Benito Olmo que quizá podrían encargarse, porque son los que mejor podrían utilizar una de estas tramas que sin duda daría para una buena novela negra.

–¿En qué está trabajando? –Ya llevo mi nueva novela como por la mitad. Estoy muy contento y deseando terminarla. Y pensando en el siguiente lanzamient­o.

–¿Va por el mismo camino? –De historia no, pero en mi línea y estilo sí que se mantiene.

“Suelo meter niños en mis novelas porque consiguen una empatía inmediata con el lector”

“Es el libro más claramente español que he escrito, el más costumbris­ta”

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D.C. El escritor Paul Pen.
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