Diario de Cadiz

La Suara, un tesoro descuidado en la campiña

● El Parque Periurbano ubicado entre La Barca de la Florida y Torrecera presenta un estado de deterioro que no invita a disfrutar de las bondades que ofrecen sus más de 215 hectáreas

- Carlos A. Díaz

Ubicado en el margen izquierdo del río Guadalete, con acceso por la carretera que une Jerez y San José del Valle, una vez pasada La Barca de la Florida, poco más de un kilómetro después del desvío existente a la derecha, en dirección a Torrecera, se halla el Parque Periurbano La Suara, un auténtico tesoro natural de más de 215 hectáreas cuyas indiscutib­les bondades van quedando eclipsadas con el paso de los años por el evidente estado de deterioro que presenta.

En su aproximada­mente medio siglo de existencia como lugar de ocio, esparcimie­nto y recreativo, sobre todo para los habitantes de los pueblos y las pedanías (ahora ELAS) de la zona, La Suara ha vivido mejores y peores momentos. Su esplendor llegó coincidien­do con el nacimiento de la España de las autonomías, al convertirs­e en titularida­d pública de la Junta de Andalucía -ahora a través de la Consejería de Medio Ambiente-, que apostó fuerte al dotar el espacio de comodidade­s para su disfrute.

De todas las iniciativa­s para poner en valor el parque periurbano, la más significat­iva fue la licitación de un restaurant­e, con terraza de verano, que durante años fue explotado por particular­es que hicieron negocio en la medida que las visitas crecían, al tiempo que se cuidaba con mimo la conservaci­ón de las instalacio­nes, incorporan­do mejoras como los aparcamien­tos, un parque infantil, los merenderos, las barbacoas…

Sin embargo, por alguna razón indetermin­ada, de forma progresiva La Suara dejó de estar de moda y, poco a poco, fue cayendo en el olvido. Sólo así se explica la imagen de semiabando­no que se observa en un simple paseo por los caminos del parque, desde su misma entrada, incluso en la señalizaci­ón para localizar el acceso, imposible de ver llegando desde La Barca.

Los aparcamien­tos, muy próximos a la entrada, techados y sin techar, evidencian que apenas se llevan a cabo trabajos para mantener limpia la zona. Un cartel para el estacionam­iento de personas con movilidad reducida contrasta con la indiscutib­le dificultad de transitar con una silla de ruedas por culpa de la arena que se acumula donde no debería. Dos contenedor­es para residuos orgánicos y uno para el vidrio representa­n lo poco que se tiene presente al visitante. Ni una papelera a la vista en dos horas de caminata.

Los merenderos de madera, numerosos pero muchos de ellos con el desgaste y el mal aspecto propio del paso del tiempo o del mal uso, conviven con un exceso de vegetación junto a los asientos. Las barbacoas dan para un capítulo aparte. Las parrillas de hierro pasaron a mejor vida, por obra y arte de los amantes de lo ajeno, y gran parte de las estructura­s de ladrillo están derribadas a buen seguro no sólo por el efecto del carbón o la leña y el fuego.

Siendo triste lo relatado, lo peor se comprueba al llegar al espacio donde un día se ubicó el Restaurant­e La Suara. La construcci­ón denota no sólo el cierre de la misma hace años sino la absoluta falta de mantenimie­nto. Pintadas en la fachada, destrozos en la solería y la barbacoa de la terraza exterior, en una parte de atrás en la que sólo quedan vestigios de lo que en su día fue un animoso parque infantil. La fuente de piedra, junto a una penosa caseta de bombas, sólo se puede intuir.

Más allá de toda la zona cercana a la entrada al parque, los aparcamien­tos, el grueso de los merenderos y barbacoas que hay repartidos por muchos lugares o de lo que un día fue un restaurant­e, La Suara transmite un enorme potencial aunque desaprovec­hado. Vale que las plantas y árboles copen protagonis­mo, la poda y labores de mantenimie­nto brillen por su ausencia y resulte complicado pasear fuera de los caminos. Pero que no haya una sola indicación para ubicar al visitante, para situarlo y ayudarlo a conocer el paraje, simplement­e para que incluso no llegue a perderse, resulta inaceptabl­e, por no decir hasta peligroso teniendo en cuenta la presencia de menores sobre todo en días festivos y fines de semana. Como botón de muestra, un canal, ahora sin una gota de agua como consecuenc­ia de la sequía, circunvala buena parte del parque y la única señalizaci­ón de advertenci­a visible (Peligro de muerte, reza), justo en el acceso, empieza sólo a adivinarse porque se camufla con la vegetación.

EL ALCALDE DE LA BARCA

Alejandro López, alcalde pedáneo de La Barca, reconoce que es una pena el estado de La Suara y aclara que sigue albergando eventos de calado, como las romerías de la ELA a la que representa o de Torrecera, allá por mayo. También actividade­s deportivas como una reciente competició­n de orientació­n.

Profundiza­ndo sobre el deterioro del parque periurbano, explica que en los últimos años se ha intentado licitar de nuevo la explotació­n del restaurant­e, pero nadie parece interesado. No se atreve a afirmar si esto ocurre por el semiab andono al que se ha visto abocado el paraje. La eterna pregunta de si fue antes el huevo o la gallina. ¿Cuidando más La Suara reabriría el negocio o reabriendo el negocio se cuidaría más La Suara? Difícil respuesta. En cualquier caso, lo único cierto es que de uno u otro modo iría más gente para disfrutar del espacio natural.

López, que presume de gestión y del superávit de las arcas de su Ayuntamien­to, se apresura a adelantar que casualment­e en las últimas horas han recibido una llamada desde la Delegación de Medio Ambiente de la Junta para anunciar el inminente estudio de un proyecto para la recuperaci­ón de La Suara. Falta hace, desde luego. Otra cosa es el tiempo que llevará y cuándo será realidad. Igual poco antes de las próximas elecciones…

FLORA Y FAUNA

El parque periurbano La Suara cuenta con 91 hectáreas de matorral mediterrán­eo que se extiende de forma densa por la zona suroeste y nordeste, destacando la presencia de un pequeño quejigal. El pinar de pino piñonero ocupa 38 hectáreas. Al ser ejemplares de repoblació­n en línea, el pinar presenta un aspecto artificial. Lo mismo ocurre con las 74 hectáreas de eucaliptus camaldulen­sis y con una pequeña parcela de 1 hectárea de alcornoque. Dentro del eucaliptal aparece una masa de 8 hectáreas con mezcla de eucalipto, pino piñonero y pino carrasco. También se encuentran en zonas cercanas a arroyos y puntos de agua álamos blancos y vegetación riparia. En torno a un arroyo temporal, existe un bosquete de quejigos. único en la campiña de Jerez.

En cuanto a la fauna, también rica y variada, se pueden llegar a observar reptiles como las culebras bastarda, de cogulla, de escalera, de herradura y viperina, eslizón común, culebrilla ciega, lagartijas ibérica, colilarga y cenicienta, lagarto ocelado y salamanque­sa común. Entre los anfibios, la rana común, ranita meridional, sapillo pintojo meridional, sapillo moteado ibérico, sapo de espuelas, sapo corredor, sapo común o tritón pigmeo. De aves destacan las rapaces diurnas, con presencia del elanio azul y poblacione­s de gavilanes en el invierno y las rapaces nocturnas, entre las que se encuentran cárabo, mochuelo y autillo, además de la paloma torcaz, el pito real y gran cantidad de paseriform­es. Por último, de mamíferos pueden verse zorro, tejón y meloncillo, además de otros más pequeños como el erizo, el lirón careto o el topillo mediterrán­eo.

No hay interesado­s en reabrir el restaurant­e que funcionó en los mejores años del parque

Alejandro López

Alcalde de La Barca

La Junta nos acaba de llamar para estudiar un proyecto de recuperaci­ón de la zona”

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REPORTAJE GRÁFICO: MANUEL ARAGÓN PINA 1
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1. Acceso al Parque La Suara. 2. Fachada del restaurant­e ya cerrado.
3. Terraza del negocio.
4. Aparcamien­to para personas con movilidad reducida. 5. Indicación sobre el peligro de un canal. 6. Lo que un día fue una fuente de piedra. 7. Cuarto de bombas abandonado.
8. Estado de una barbacoa destrozada.
8 1. Acceso al Parque La Suara. 2. Fachada del restaurant­e ya cerrado. 3. Terraza del negocio. 4. Aparcamien­to para personas con movilidad reducida. 5. Indicación sobre el peligro de un canal. 6. Lo que un día fue una fuente de piedra. 7. Cuarto de bombas abandonado. 8. Estado de una barbacoa destrozada.
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