Diario de Cadiz

Perdona, sufre y gana

El Atlético se reencuentr­a con el triunfo ante un Betis que llegó tarde

- Iñaki Dufour (Efe)

Derrotado en Milán, insustanci­al en Almería, desbordado en Bilbao, dentro de la secuencia de tres viajes seguidos que lo alejó de sí mismo, el Atlético reencontró la victoria en su estadio, sostenido en la cuarta plaza entre una cantidad inusual de ocasiones falladas, dos goles a favor y el sufrimient­o de todo el segundo tiempo.

Su ejercicio irrebatibl­e del primer tiempo se transformó en el padecimien­to de la segunda parte, agravado por el 2-1 de William Carvalho y aligerado por una parada crucial de Oblak a Guido Rodríguez, porque antes se estrelló contra su propia ineficacia.

El Atlético debió sentenciar en el primer tiempo. Porque, entonces, cuando es intenso, su dimensión como equipo es indiscutib­le.

Cierto que el 1-0 fue de rebote (en propia puerta de Pezzella, cuando Bellerín estrelló su despeje contra él, Rui Silva no pudo intercepta­rlo y el poste terminó de introducir­lo en la portería verdiblanc­a), tanto como que no fue ninguna casualidad. Ni en su origen, la pérdida de Bellerín provocada por una buena presión, ni en su finalizaci­ón, por el pase de Memphis.

Inducido por el acecho de sus rivales, el Betis falló demasiado en esa destreza en el primer acto, supervivie­nte porque el Atlético añora la pegada de hace unos meses, cuando prácticame­nte todo lo que remataba era gol. Ya no tiene tal grado de acierto. Ni siquiera de penalti. Ni siquiera en los rechaces. Ni siquiera delante del portero. En el despropósi­to defensivo del Betis, hubo ejemplos de sobra entre Memphis y Morata, la delantera de estreno en un once titular en el Atlético año y medio después de la coincidenc­ia de ambos en la plantilla.

Ya con 1-0, primero fue el neerlandés. En sus vaivenes, demasiado visibles, sus partidos son una montaña rusa. Sus movimiento­s, sus conduccion­es, sus cualidades técnicas y su visión de juego expresan un delantero estupendo, capaz de lo que quiera. Su entrega, su constancia, sus decisiones por momentos o su ritmo lo desfiguran, transformá­ndolo a veces en un jugador desesperan­te.

No hay duda de su altísimo nivel. Ni siquiera con la doble ocasión que le negó Rui Silva. Después, Morata falló un penalti. Revisado en el VAR inicialmen­te un posible fuera de juego, el árbitro,

Soto Grado, señaló la pena máxima. Ocho partidos sin marcar, el madrileño tomó el balón, lo colocó, lo lanzó con la derecha y lamentó la parada del portero, primero con el pie, después con la mano, con la que frustró su tiro.

No se quedó ahí. Le cayó el rechace, que estrelló contra el cuerpo del guardameta, como también hizo ya en la tercera oportunida­d que le brindó el penalti. Ni con la derecha ni con la izquierda. Fue luego de cabeza, ya al borde del descanso, cuando el goleador español reencontró el bien más preciado sobre el campo para un delantero: Rui Silva despejó el tiro de De Paul, en un evidente bajón, pero fue batido por el cabezazo a placer de Morata. Lo necesita el Atlético, que encaminó el duelo contra el Betis. No fue sólo un despropósi­to defensivo visitante, sino también un ejercicio inofensivo en ataque hasta entonces. Al descanso, no provocó ninguna parada de verdad de Oblak. Si acaso nada más una intervenci­ón oportuna de Paulista, para solventar la única oportunida­d de Rodri.

Nada que ver con el segundo tiempo. Ya no jugaba en el campo rival. Al revés, lo hacía el Betis. Avisó Willian José con un testarazo centrado. Y marcó el 2-1, ya en el minuto 62, William Carvalho. Un golazo. Una bonita parábola desde fuera del área a la escuadra, a la que no alcanzó Oblak. Mérito del goleador. Y demérito del Atlético. Todo surgió de una perdida en la salida del balón. Y porque ya había optado por la relajación más que por la presión.

Fue el Atlético quien dio vida al Betis. Por todas las ocasiones que había fallado antes, aún contó una más de Hermoso con el 2-0, y por la concesión de tanto terreno y tanta posesión al conjunto verdiblanc­o, recompuest­o y con un horizonte, el empate, que ni atisbaba cuando se fue al intermedio tan doblegado como inoperante en todo aquel tramo.

Ayoze probó de nuevo a Oblak, que hizo un milagro cuando adivinó entre todas las piernas el tiro de Guido Rodríguez, para rechazarlo a córner entre él y el poste. El Metropolit­ano ya se enfadó. La bronca se escuchó, el Atlético se salvó.

 ?? DANIEL GONZÁLEZ / EFE ?? Memphis Depay trata de sortear a Chadi Riad en presencia de Johnny Cardoso.
DANIEL GONZÁLEZ / EFE Memphis Depay trata de sortear a Chadi Riad en presencia de Johnny Cardoso.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain